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Aspectos Conceptuales Históricos del Renacimiento Español

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INTRODUCCIÓN

Las relaciones políticas, guerreras, religiosas y literarias entre Italia y España desde la mitad del siglo xv, hicieron que existiera un amplio intercambio cultural entre estos dos países. El papado de dos ilustres valencianos, Calixto III y Alejandro VI, sirvió para estrechar las relaciones culturales entre Castilla, el Reino de Aragón, Cataluña y Roma. En Italia se editaban o traducían las obras literarias españolas de mayor relieve, como el Amadís de Gaula, La Celestina, Cárcel de Amor o las composiciones poéticas de Jorge Manrique e Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, así como las compilaciones de producciones populares como los villancicos y los romances. Otro tanto sucedía en España con obras italianas, como la Jerusalén liberada, de Torcuato Tasso.

Estas relaciones hispano-italianas fueron muy importantes, ya que llevaron a la Península las inquietudes y gustos que propiciaron el Renacimiento español.

Hasta llegar el siglo XVI las diferentes civilizaciones artísticas de Occidente se habían sucedido sin sobresalto. En siglo XV, Gótico y Renacimiento habían vivido uno al lado del otro, en buena forma. Pero, a partir de del siglo XVI, el arte occidental se dividirá en fuerzas contradictorias que esconden ideologías diferentes.

Dos figuras vienen a encarnar las ideologías opuestas: Erasmo y Lutero, el humanista y el profeta, el conciliador y el revolucionario.

En este trabajo veremos esos movimientos tan famosos que se produjeron con la evolución de la literatura en el renacimiento español.

 

CONTRARREFORMA

Se denomina Reforma Católica o Contrarreforma a la respuesta de la Iglesia católica dada a la reforma protestante de Martín Lutero, que había debilitado a la Iglesia. Denota el período de resurgimiento católico desde el pontificado del Papa Pío IV en 1560 hasta el fin de la Guerra de los Treinta Años, en 1648. Sus objetivos fueron renovar la Iglesia y evitar el avance de las doctrinas protestantes.

Se centró sobre todo en cuatro aspectos:

En 1543, la Iglesia Católica romana convocó al Concilio de Trento estableciendo entre otras cosas, la reanudación del Tribunal del Santo Oficio ( Inquisición ), la creación del “Index Librorum Prohibitorum”, lista de libros prohibidos por la Iglesia y incentivar la catequizacion de la gente del Nuevo Mundo (América) con la creación de nuevas órdenes religiosas dedicadas a este objetivo, como la creación de Compañía de Jesús “Jesuitas”.

Otras medidas incluyen la reafirmación de la autoridad papal, continuación del celibato, la creación de catecismos y seminarios y la prohibición de la venta de Indulgencias.

Peticiones para la Reforma

El siglo XV se caracterizó por las exigencias de una reforma de la Iglesia, como reacción al escándalo del Gran Cisma de Occidente y para corregir los abusos religiosos. El reformista religioso italiano Girolamo Savonarola (1452-1498) criticó con mordacidad la actitud mundana de su contemporáneo, el Papa Alejandro VI. El llamado movimiento observantista desarrollado por las órdenes mendicantes intentó que sus miembros volvieran a una vida más austera, y humanistas como Desiderio Erasmo de Rotterdarm trataron de crear alternativas a las estériles especulaciones de la teología académica. Aun siendo sinceros estos esfuerzos, durante mucho tiempo no estuvieron coordinados y no lograron tener un impacto perceptible en la institución.

Instrumentos de la Contrarreforma

Una poderosa corriente represiva, que empezó hacia 1542, penetró en el propio catolicismo romano cuando se instituyeron el Indice de Libros Prohibidos y una nueva Inquisición. El pontificado de Pablo IV aportó el más vigoroso apoyo a estas medidas. En España la Inquisición se convirtió en un instrumento dependiente de la corona, usado con eficacia por los monarcas españoles, en especial por el rey Felipe II para asegurarse la ortodoxia de sus súbditos y suprimir tanto la disidencia política como la religiosa.

Hacia finales del siglo, en parte bajo la influencia del Concilio de Trento, apareció en Italia un grupo de obispos, celosos por reformar su clero e instruir a su pueblo. San Carlos Borromeo (1538-1584), de Milán, fue un modelo para muchos de ellos. El establecimiento de seminarios en muchas diócesis garantizó un clero honrado en la orden teológico y moral. En Roma, san Felipe Neri (1515-1595) puso música a textos religiosos y llevó a cabo reuniones informales que pronto desembocaron en la figura (y el espacio físico) del oratorio.

Evolución de la Contrarreforma 

En Alemania los católicos siguieron intranquilos después de la Paz de Augsburgo de 1555, considerada por muchos como una victoria de los luteranos. Los sacerdotes formados en Roma regresaron a su tierra natal mejor instruidos y con más deseos de llevar a efecto su labor eclesiástica que sus antecesores. San Pedro Canisio elaboró un catecismo que intentó servir de contrapeso al de Lutero, aunque no lo consiguió. Las tensiones internas, en las que se produjo una destacada intervención militar en ambos bandos, culminaron en los horrores de la guerra de los Treinta Años, que hizo estragos desde 1618 hasta 1648 y dejó a Alemania devastada.

Debido a las guerras de Religión en Francia, la Contrarreforma no tuvo apenas implantación allí hasta el siglo XVII. La devoción hacia los pobres, como ejemplificó san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac, caracterizó la experiencia francesa. En este país se prestó mucha atención, al igual que en Italia, a las misiones populares que surgieron entre los campesinos. Mientras tanto, san Francisco de Sales, obispo de Ginebra, publicó su Introducción a la vida devota (1608) que se cuenta entre las más populares de todas las obras de la espiritualidad cristiana.

La espiritualidad de la Contrarreforma fue militante, encaminada a la evangelización de los nuevos territorios recién explorados en el Lejano Oriente y en el norte y sur de América. Semejante entusiasmo se desplegó en el establecimiento de escuelas confesionales, donde los jesuitas desempeñaron un destacado papel de vanguardia. A pesar del énfasis puesto en el activismo, la Contrarreforma dio en España dos de los mayores místicos del cristianismo: santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz.

Obras

Los jesuitas iniciaron una entusiasta acción en diversos campos empezando por la enseñanza en todas las ramas y dedicándose especialmente a los hijos de las clases influyentes. Siguieron con una gran obra misional en todo el mundo. Entre sus misioneros mas importantes se encuentra San Francisco Javier que se fue a llevar el cristianismo hasta la China y la India. En la propia Europa detuvieron la propagación de la reforma no permitiendo que esta fructificara en Austria, principado de Baviera y los países bajos del sur ( Bélgica). En América se dedicaron a la evangelización de los indios. El establecimiento misional mas importante en este continente fue el llamado Imperio Guaraní del Paraguay.

El concilio de Trento (1545-1563)

Gracias a la decisión de los papas Paulo III y Paulo IV, a la insistencia del clero y fieles y a la colaboración de los monarcas Carlos V, emperador de Alemania y rey de España, y Felipe II de España, se reunió un Concilio Ecuménico en la ciudad italiana de Trento (recuérdese que en la edad media se aspiraba a la reunión de un concilio verdaderamente universal). Al concilio fueron invitados no sólo los teólogos católicos sino los representantes de las doctrinas reformadas, pero estos no asistieron. El concilio se reunió, con prolongados intervalos, durante 18 años debido a los problemas políticos y guerras que tuvieron como marco a Europa por aquel período.

La meta principal que se persiguió fue corregir todos aquellos errores y tergiversaciones disciplinarias que habían dado causa a los reformadores para que se levantaran contra la iglesia.

Las decisiones principales fueron las siguientes:

Consecuencias de la contrarreforma

Europa se dividió en dos grandes sectores de fe cristiana: los católicos y los protestantes o reformistas; estos en diversas sectas, entre las cuales las principales fueron el luteranismo, el calvinismo y el anglicanismo.

La iglesia católica, por su parte, pese a que perdió parte del campo controlado en Europa, se reorganizó en su disciplina con el movimiento contrarreformista evitando catástrofes posteriores.

 

LA ASCÉTICA Y LA MÍSTICA

La ascética

El término ascética procede del griego asketicós y significa ejercicio. Se refiere al esfuerzo que realiza el creyente para purificarse y estar más próximo a la divinidad. El proceso posterior de la ascética es la mística.

El origen de la literatura ascética se encuentra en el Islam. Entró en Europa, y escritores cristianos, como Ramón Llull, lo incorporaron. Su apogeo se remonta en los tiempos de la Reforma y del Concilio de Trento. La escuela ascética española es la escuela de ascetismo que se desarrolló a lo largo de la historia del cristianismo en España, fundamentalmente desde la Baja Edad Media y hasta el siglo XVII. La íntima relación entre ascetismo y misticismo, a pesar de su diferencia conceptual (ascética es el intento de llegar a Dios por diferentes vías, especialmente la oración y la penitencia mediante una vida austera y la privación de la satisfacción de las necesidades corporales, mientras mística es la consecución de la unión con Dios); hace que buena parte de los personajes que la componen se denominen místicos españoles y que tanto en su aspecto de corriente religiosa como en su aspecto de escuela o movimiento literario se les identifique también como mística española.

Desde un punto de vista literario, la ascética es un género que agrupa las obras escritas por autores religiosos que cuentan sus experiencias expiatorias.

La obra ascética cumbre dentro de la Iglesia Católica es Ejercicios espirituales, de Ignacio de Loyola, que sugiere una serie de prácticas que el cristiano debe efectuar para purificar su alma. Otros escritores ascetas del siglo XVI fueron: Fray Luis de León, Fray Luis de Granada, Fray Juan de los Ángeles o Malón de Chaide.

La mística

La palabra mística deriva del adjetivo latino mysticus, que a su vez procede del griego mystikós y significa relativo a los misterios religiosos. La mística se refiere a una práctica interior del aspecto religioso que supera y escapa a la posibilidad de una explicación racional, doctrinal o dogmática; es una experiencia extrema.

En la literatura, la mística es un movimiento que parte de la experiencia del alma, despojada del apego terrenal, que busca la presencia divina.

La literatura mística surgió en España. Se desarrolló tanto en prosa como en verso. Estuvo representada por San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. La mística española se desarrolló principalmente en Castilla, Andalucía y Cataluña. Brota fuertemente en el siglo XVI a causa de la tensión existente con el Protestantismo. Existen los precedentes medievales de Raimundo Lulio, que marca fuertemente la tradición española con el contacto de la cultura árabe y la mística sufí, y con la tradición semítica de la Cábala (en España se compiló su libro más importante, el Zohar, y muchos escritores sefardíes emigrados ampliaron las enseñanzas cabalísticas, como por ejemplo Moisés Cordovero o Isaac Luria). Se trata, además, cronológicamente, de una de las últimas místicas aparecidas y en cierto modo representa la culminación de la tradición mística cristiana.

La característica más acusada de la mística española es su carácter ecléctico, armonizador entre tendencias extremas; un rasgo es que en la literatura religiosa hispana predomina lo ascético sobre lo místico. Otra característica sería su gran elaboración formal: presenta un excelente estilo literario, de forma que muchas de sus obras se cuentan como obras maestras de la literatura en lengua española.

Distinción entre ascética y mística

La ascética es el proceso purificador del alma, en el que predomina la voluntad del creyente por acercarse a la perfección y la iluminación.

La mística es la unión con la divinidad. Una vez alcanzado el estado de pureza, el paso siguiente es el abandono absoluto de lo terrenal en espera de la unión con Dios.

 

EL PLATONISMO

Platonismo es la doctrina filosófica desarrollada por los seguidores de Platón a partir del siglo I a. C. que llegó a ser el movimiento intelectual dominante en los primeros siglos de nuestra era favorecido por las poderosas similitudes de principios que mantenía con el cristianismo y judaísmo. Su principal representante fue Plotino, que adquirió este nombre en alabanza a su maestro.

El platonismo ha influido en sectores del pensamiento religioso, de forma que se llega a creer que ciertos ritos, pensamientos y doctrinas están basados en él. San Agustín creía que mediante Platón se podía articular teológicamente la fe cristiana, como había intentado Filón de Alejandría con el judaísmo.

El emperador romano Justiniano clausuró las escuelas filosóficas de Atenas tratando de reducir la influencia platónica, ya que la consideraba un peligro, lo cual nunca se ha conseguido por completo.

En el Renacimiento resurgió el platonismo, sobre todo en la Academia Platónica de Florencia (siglo XV). Experimentó un resurgimiento en el Renacimiento, como parte de un avivamiento general de interés en la antigüedad clásica. El interés por el platonismo fue especialmente fuerte en Florencia bajo los Medici.

Fundamentos el Platotismo

La principal figura del platonismo medio fue Plutarco. Nacido en Queronea hacia el año 45, marchó a Atenas para educarse, aprendiendo filosofía y matemáticas. Amigo y consejero de varios hombres importantes de Roma, ciudad a la que acudía con frecuencia, se dice que el emperador Trajano había ordenado a sus subalternos que consultaran a Plutarco antes de emprender cualquier acción o de tomar una decisión en sus asuntos. Durante años, Plutarco fue también sacerdote del templo de Apolo délfico. Sus obras más relevantes fueron Vidas paralelas (que recoge biografías de célebres personajes griegos y romanos), Moralia, De Isis y Osiris, Comentarios a Platón y muchos otros textos de astronomía, ética, pedagogía, religión, psicología y, como era más o menos habitual en los platonistas medios, obras contra otras escuelas filosóficas (como la estoica y la epicúrea). También hay una obra de autoría dudosa, conocida como Placita philosopharum. Plutarco murió en el año 125.

El platonismo era la base racional de las creencias religiosas, entonces Plutarco debía rechazar las otras posturas filosóficas como falsas (o, al menos incorrectas) interpretaciones de la verdad religiosa, como así hizo con el estoicismo y el epicureísmo, como hemos dicho. No solamente eran incorrectas, dijo, sino que además confundían dicha verdad religiosa con creencias de parecida índole pero que, en el fondo, son totalmente distintas. Como señala Ferrater Mora en su Diccionario de Filosofía: “La conversión de los dioses en fuerzas naturales, en héroes o en mitos era para Plutarco la consecuencia de una desconfianza que destruye, al tiempo que la vieja religión, la vieja patria y la antigua moral”.

Para explicar porqué el platonismo constituía dicha base racional de la religión, Plutarco desarrolló una noción de Dios en que era visto como suma bondad, sin que medie posibilidad alguna de contacto entre Él y nosotros, más allá de la forma indirecta a través de una intuición inmediata (precursora de la teoría plotiniana del éxtasis, que veremos en una nota futura). En De Isis y Osiris, escribe: «Mientras estamos aquí abajo, impedidos por las afecciones corporales, no podemos tener intercambio con Dios, a no ser mediante los leves contactos que con Él logramos en la meditación filosófica, semejantes a ensoñaciones. Pero cuando nuestras almas se hayan liberado, introduciéndose en la región de lo puro, de lo invisible e inmutable, ese Dios será el guía y rey de quienes de Él dependen y contemplan con insaciable deseo la Belleza que los labios humanos no pueden describir.

Los escritos atribuidos a Hermes Trismegisto habían desempeñado un papel importante en el renacimiento neoplatónico renacentista.

 

EL ERAMISMO

La España del siglo XVI vivió una época muy fructífera con el florecimiento del humanismo cristiano. El erasmismo español fue la manifestación más explícita de dicho movimiento en España, promovida por la llegada de la obra y del pensamiento de Erasmo. Esta corriente humanística, a nuestro modo de ver, es una clave tanto para comprender la cultura renacentista española como para reflexionar sobre la tradición humanista de este país.

En los aspectos ideológicos, el erasmismo propugna un compromiso entre el protestantismo y el papado, aunque cuando Erasmo tuvo que escoger se inclinó finalmente por éste. Critica la corrupción del clero, especialmente la del clero regular, la piedad supersticiosa y los aspectos más exteriores de la religiosidad católica (culto a los santos, reliquias, etc.) porque prefiere una religiosidad interior y espiritual, fundada en la oración mental e inspirada en la Devotio moderna. Por otra parte, mediante el irenismo o pacifismo se declara en contra de las guerras, sobre todo de las guerras de religión y mediante el paulismo quiere reinterpretar la teología contenida en las Cartas de San Pablo en sentido más flexible. Es partidario de la existencia de un poder político de carácter temporal en Europa, que identifica con el imperio, y de otro poder fuerte espiritual representado por el Papa. Por ello el Papa debe dejar el poder temporal en manos de otros.

En el terreno filológico, Erasmo es partidario de la imitación ecléctica en vez de la imitación ciceroniana: el mejor estilo se ganará imitando lo mejor de cada autor latino, en vez de imitar a uno solo: Marco Tulio Cicerón.

El erasmismo español no sólo fue una expansión de la enseñanza erasmiana, sino una tendencia autóctona española. Es decir, el cristianismo interior y el anticlericalismo de Erasmo encontraron en España las condiciones culturales y sociales adecuadas para su adaptación y arraigaron firmemente en este país. Las ideas erasmianas fueron elaboradas y remodeladas por sus seguidores españoles, empalmando con las tendencias espirituales existentes en la Península, y finalmente se convirtieron en una corriente original española. De ahí la famosa frase de Abellán «Erasmo fue holandés, pero el erasmismo es español»‘.

Su éxito fue muy rápido entre los alumbrados, los intelectuales y los humanistas, pero no tuvo tiempo de extenderse a las masas; de hecho, se constituyó en un grupo de presión cercano al Emperador, formado por los hermanos Juan de Valdés y sobre todo Alfonso de Valdés, a quien algunos han llegado a llamar “más erasmista que Erasmo”, a causa de la combatividad con que asumió su doctrina, así como algunos prestigiosos humanistas; pero, al cabo, la gran mayoría tuvo que salir de España. El movimiento se hubiera reforzado si, como pretendían los seguidores españoles de Erasmo, el sabio neerlandés hubiera viajado a España; pero es sabida la respuesta del mismo a esa invitación: “non placet Hispania”. Prefería marchar a Alemania; se cuenta que, luego, se arrepintió de su decisión.

El período de mayor difusión de las obras de Erasmo fue el de 1527 a 1532, en el que se tradujeron sus obras. Incluso de alguna como el Elogio de la Locura, que intrigaba a Bataillon por no conocerse su traducción en España, hoy se sabe que fue adaptada y publicada con el nombre de Triunfo de la Locura por Hernán López de Yanguas. La influencia de Erasmo se dejó sentir de muy distinto modo a lo largo del tiempo. En líneas generales, según Bataillon, pueden distinguirse tres períodos. El primero va desde 1516, fecha de la primera versión española, de la primera cita de su nombre entre nosotros y de la entronización de Carlos I, hasta 1536, año en que muere Erasmo y sufren persecuciones los más apasionados erasmistas: es un período batallador en que los partidarios, escudados tras el nombre del Emperador y la protección de las altas instancias eclesiásticas, traban combate en campo abierto y desafían la oposición de los mendicantes, exaltando la religiosidad del espíritu. El segundo período va de 1536 hasta 1556, fecha de la abdicación del Emperador y de la última impresión de Erasmo en castellano y en España, o si se quiere hasta 1559, año en que Fernando de Valdés, el supremo inquisidor, publica su índice prohibitorio y Felipe II regresa a España: es un tiempo de erasmismo adaptado a las circunstancias españolas, lleno de cautelas y discreciones, que pone el centro de sus meditaciones, más que en el menosprecio de las ceremonias y la sublimación del espíritu, en el problema de la justificación por la fe y del beneficio de Cristo. El último período, de erasmismo soterrado que no osa confesar su nombre, se prolonga hasta Fray Luis de León y Cervantes.

La influencia de Erasmo en la literatura española del siglo XVI fue bien patente, dejándose sentir en el mundo de los proverbios, apotegmas y misceláneas. Sus colecciones de Adagios y apotegmas tuvieron gran éxito. Colecciones de proverbios como la recogida por Juan de Mal Lara o de sentencias como las de Melchor de Santa Cruz o Juan Rufo, o misceláneas como la Silva de varia lección (1540) de Mexía le deben mucho a Erasmo. La tarea educativa de Erasmo se manifiesta en su influencia sobre los Coloquios matrimoniales de Pedro de Luxán (1550) y los Coloquios satíricos de Antonio de Torquemada (1553), que fustigaban diversos abusos y vicios sociales. Obras de autor todavía discutido (se han atribuido a Cristóbal de Villalón, aunque parece que su autor fue Andrés Laguna) tales como el Crotalón o el Viaje a Turquía muestran también su relación con el erasmismo. Bataillon es bien rotundo: Si España no hubiera pasado por el erasmismo no nos habría dado el Quijote. Y la verdad es que el Quijote contiene todo un muestrario de influencias erasmistas, aunque últimamente Ciriaco Morón las haya cuestionado.

Representantes

Erasmo tuvo numerosos seguidores en Europa, como Tomás Moro o Guillaume Budé, y especialmente en España, donde la primera obra traducida de Erasmo se publicó en 1516. Protegido Erasmo por el emperador Carlos V, arraigaron sus ideas en los sectores sociales castellanos más descontentos con la religiosidad tradicional: conversos y seguidores de doctrinas hoy mal conocidas, como los alumbrados o recogidos, desarrolladas independientemente del erasmismo. Erasmo se carteó con humanistas de origen converso como el helenista Juan de Vergara o los hermanos Alfonso y Juan de Valdés; fue, asimismo, amigo del emigrado humanista valenciano, también de origen judeoconverso, Juan Luis Vives, y ejerció un poderoso influjo en escritores como François Rabelais, Pero Mexía, Andrés Laguna o Miguel de Cervantes, en este último a través de su maestro el humanista López de Hoyos. En España, por ejemplo, los escritores erasmistas llegaron a constituirse en un auténtico grupo de presión en el entorno del emperador Carlos I de España y V de Alemania, pero al retirarse este al monasterio de Yuste y empezar a gobernar su hijo Felipe II, cayeron en desgracia y la Inquisición persiguió todo vestigio de esa forma de Humanismo. Fue apresado Juan de Vergara y tuvieron que emigrar a Europa Juan Luis Vives y los hermanos Valdés.

Novelas como el Lazarillo de Tormes, de autor desconocido, fueron influidas por las corrientes erasmistas.

 

LA IDEA MONÁRQUICA

Después de declarar la independencia de España, comenzaban a presentarse al Congreso otras cuestiones a resolver, entre ellas, debía establecerse la forma de gobierno que debía adoptar la nueva nación. Entre las soluciones propuestas a esta cuestión, estuvo la de instaurar el sistema monárquico.

La Idea Monárquica, que se define en sí misma como la de ir más allá de toda política y todo pragmatismo, no es otra que esta jerarquía cuyo punto más alto es el Signo del reencuentro de la tierra y del Cielo, – Signo de esperanza sobrenatural que simboliza la paloma de la Consagración y que deja al hombre el derecho y la oportunidad de no existir exclusiva­mente en el orden de la necesidad.

Por la misma razón que la Idea Monárquica es de derecho divino, la realeza significa que, – lejos de encerrarse en sí misma y de hacer enfermar al hombre en la mazmorra de su propia presunción mórbida, el orden del mundo se abre a una luz cuya intervención basta para suspender todo encadenamiento, toda lógica y toda determinación.

Nacido de este derecho que la supera, la realeza en su dominio político no sería otra cosa que el ejercicio del equilibrio entre el orden y el desorden, – Nietzsche hubiera dicho entre el Apoliniano y el Dionysiano,- tanto es cierto que la línea y el color son igualmente importantes y que el abigarramiento del mundo no es el menor de las inmanentes alabanzas a la gloria de Dios.

Las ideas monárquicas obedecían a las tendencias de la época y a los graves peligros que acechaban a la joven nación. Uno de sus máximos precursores de la monarquía en aquellas horas fue Manuel Belgrano, quien a raíz de la misión que lo había llevado a Europa, pudo allá apreciar los problemas políticos que aquejaban a ese continente, y valorar las opiniones que sobre nuestra revolución circulaban por las cortes europeas.

El creador de la bandera, proponía una monarquía atemperada, como la forma de gobierno más conveniente para estas Provincias, en la que se coronara a un Inca como rey. Expresaba que en Europa estaban cambiando las ideas, pues si años atrás la república había sido considerada la mejor forma de gobierno, hacia 1816 lo era la monarquía, y mencionaba a Inglaterra, que poseía una monarquía constitucional, como un ejemplo a seguir, como lo estaban siguiendo otros países europeos.

Belgrano tuvo oportunidad de exponer a los congresales, que aunque la revolución en América había sido bien vista al principio por muchos países europeos, el desorden y la anarquía que había en esos momentos en el Río de la Plata la habían llevado al desprestigio. Creía por eso, que un gobierno monárquico traería orden a estos lugares y sería vista con agrado por los reyes europeos, lo que resultaría decisivo para un inmediato reconocimiento de nuestra independencia.

La moción de Manuel Belgrano fue apoyada en el Congreso de Tucumán, con excepción de algunas voces aisladas, como la de fray Justo Santa María de Oro, quien proponía llamar a una consulta para que escuchar la opinión de los pueblos. También se escuchó la de Tomás Manuel de Anchorena, quien decididamente abogaba por la república como forma de gobierno.

Esta aventura de las ideas monárquicas concluiría pocos años después, cuando las provincias bajo la influencia de los caudillos federales rechazaron la Constitución de neto tinte unitario y monárquico dictada por el Congreso en 1819.

 

CONCLUSION

En la literatura renacentista española se pueden identificar dos tendencias contrapuestas: por un lado, la idealización de la realidad, que se observa en novela de caballerías; por otro, el realismo crítico, que se plasma, en la prosa de pensamiento y en la novela picaresca.

En la literatura religiosa se registra una nueva sensibilidad espiritual, que da lugar a dos corrientes relacionadas: la ascética y la mística.

En cuanto a la prosa de ficción, la novela experimentó un notable florecimiento: se desarrollan la novela pastoril, la novela corta y la novela bizantina o de aventuras. , destacan la publicación a mediados del siglo XVI del Lazarillo de Tormes, obra con la que surge la novela picaresca, y la aparición de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, ya en los primeros años del siglo XVII.

Citar este texto en formato APA: _______. (2017). WEBSCOLAR. Aspectos Conceptuales Históricos del Renacimiento Español. https://www.webscolar.com/aspectos-conceptuales-historicos-del-renacimiento-espanol. Fecha de consulta: 21 de noviembre de 2024.

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