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Desarrollo de la inteligencia emocional en el área educativa

El término Inteligencia Emocional se refiere a la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás. Inteligencia emocional no es ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas. Las emociones juegan un papel muy importante en nuestros estudios y nuestro aprendizaje, en todas las etapas de la vida -la escolar, la universitaria y la del aprendizaje permanente a que hoy nos obligan las responsabilidades  profesionales y ejecutivas.

 

Como es natural, hay emociones que favorecerán nuestro aprendizaje, y hay otras que lo perjudican o lo obstaculizan. A priori, podríamos decir que estados anímicos como la alegría, el entusiasmo o el coraje nos impulsan con la energía emocional adecuada para llevar adelante con eficiencia cualquier proceso de aprendizaje. Y estados anímicos como la tristeza, el miedo o la cólera perturban, obstaculizan o incluso pueden llegar a invalidar el proceso de aprendizaje.

 

DESARROLLO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL ÁREA EDUCATIVA

 

A- Inicio de su aplicación en la educación

 

El término inteligencia emocional, acuñado por Peter Salovey de la Universidad de Yale y John Mayer de la Universidad de New Hampshire (1990), se refiere a una capacidad compleja integrada por un sistema de actitudes y habilidades que determinan la conducta individual, reacciones, estados mentales, estilo de comunicación, niveles de autoestima, etc. Estos factores afectan de manera directa el éxito, así como la satisfacción personal y social de los empleados en la organización. Mc Dowelle (1997) examinó el concepto de la inteligencia emocional y su aplicación al campo educacional administrativo y de liderazgo.

 

El más destacado promotor del concepto de inteligencia emocional es Daniel Goleman quien publicó un best seller en octubre de 1995 titulado «La inteligencia emocional” y más tarde, en 1998, otro llamado “Trabajando con la inteligencia emocional”. Su principal aporte consistió en reunir los resultados de una década de estudios en conducta y el procesamiento de las emociones con el fin de expresarlos de manera sencilla y accesible al público en general.

 

La educación, entendida como tal, ha ido transformándose y adaptándose a las nuevas sociedades impuestas por cada sociedad. Por esto, no es lo mismo la educación que se impartía en las aulas en el S.XIX con la que ahora se realiza. De hecho, antiguamente la educación se concebía como una instrucción centrada en la adquisición de conocimientos, en los que el profesor se convertía en la parte activa o transmisor directo y el alumno en receptor o mero agente pasivo. Memorizar era la base del aprendizaje. Sin embargo, la nueva forma de educar ya tiene en cuenta aspectos tan importantes como el desarrollo afectivo o social del alumno, que antes eran secundarios. Ahora, se trata de formarlo, potenciando no sólo aspectos cognitivos e intelectuales del individuo, sino también otros tan importantes como el desarrollo de la personalidad, las aptitudes, los valores, la motivación y el esfuerzo, de manera que se persigue una manera integral de educación.

 

B- Objetivos de la Inteligencia Emocional

 

Los objetivos que se persiguen con la implantación de la Inteligencia Emocional en la escuela, serían los siguientes:

  1.  Detectar casos de pobre desempeño en el área emocional.
  2.  Conocer cuáles son las emociones y reconocerlas en los demás
  3.  Clasificarlas: sentimientos, estados de ánimo…
  4.  Modular y gestionar la emocionalidad.
  5.  Desarrollar la tolerancia a las frustraciones diarias.
  6.  prevenir el consumo de drogas y otras conductas de riesgo.
  7.  Desarrollar la resiliencia
  8.  Adoptar una actitud positiva ante la vida.
  9.  Prevenir conflictos interpersonales
  10.  Mejorar la calidad de vida escolar.

 

Para conseguir esto se hace necesaria la figura de un nuevo tutor (con un perfil distinto al que estamos acostumbrados a ver normalmente) que aborde el proceso de manera eficaz para sí y para sus alumnos. Para ello es necesario que él mismo se convierta en modelo de equilibrio de afrontamiento emocional, de habilidades empáticas y de resolución serena, reflexiva y justa de los conflictos interpersonales, como fuente de aprendizaje vicario para sus alumnos.

 

C- Aplicación de la IE en la Educación

 

La educación infantil supone un periodo crucial para aprender hábitos emocionales que previenen múltiples psicopatologías. Las lecciones emocionales más importantes se aprenden durante los seis primeros años tanto en casa como en la escuela, siendo el educador.

 

Un importante modelo en su forma de reaccionar ante cada acontecimiento, para su adecuado desarrollo. Cualquier intercambio entre educadores y niños se da en un contexto emocional que facilita o dificulta la actitud y capacidad emocional del niño. Los educadores autoritarios, impacientes, que gritan al menor contratiempo, que descalifican a sus alumnos, que ignoran sus sentimientos,  que dejan hacer a los niños lo que deseen sin poner límites, que no ofrecen respuestas emocionales alternativas a una negativa, que amenazan para que los niños dejen de estar tristes o enfadados, que menosprecian los sentimientos de los niños, poseen una baja inteligencia emocional.

 

Si nos detenemos en el tipo de educación implantada hace unos años, podremos observar cómo los profesores preferían a los niños conformistas, que conseguían buenas notas y exigían poco. Por tanto, en la escuela se debe plantear enseñar a los alumnos a ser emocionalmente más inteligentes, dotándoles de estrategias y habilidades emocionales básicas que les protejan de los factores de riesgo o, al menos, que palien sus efectos negativos.

 

Goleman, 1995, ha llamado a esta educación de las emociones alfabetización emocional, y según él, lo que se pretende con ésta es enseñar a los alumnos a modular su emocionalidad desarrollando su Inteligencia Emocional.

 

1. La Escolarización y las IE

 

La escolarización de las emociones se llevara a cabo analizando las situaciones conflictivas y problemas cotidianos que acontecen en el contexto escolar que generan tensión. Por último, se puntualizar que para que se produzca un elevado rendimiento escolar, el niño debe contar con 7 factores importantes:

 

 

De este modo, debemos resaltar que para una educación emocionalmente inteligente, lo primero será que los padres de los futuros alumnos proporcionen ese ejemplo de Inteligencia Emocional a sus niños, para que una vez que éstos comiencen su educación reglada, ya estén provistos de un amplio repertorio de esas capacidades emocionalmente inteligentes.

 

2. Desarrollo de la IE en la educación infantil

 

La educación emocional, es decir, el proceso de enseñanza/aprendizaje de las emociones, tiene como finalidad el desarrollo integral de la persona, armonizando los componentes cognitivo y afectivo.

 

Autores como Elias, Tobias, y Friedlander (1999) exponen la regla de oro de la educación emocional: “Trate a sus hijos/alumnos como le gustaría que les tratasen los demás”; esto requiere que conozcamos bien nuestros propios sentimientos, que asumamos la perspectiva de nuestros alumnos/hijos con empatía, que controlemos nuestros propios impulsos, que observemos con cautela nuestra actitud como profesores/padres, que nos dediquemos con esfuerzo a esta tarea y que utilicemos nuestras dotes sociales para llevar a cabo las ideas. Si, como es de desear, las instituciones educativas logran llevar a cabo estos objetivos, se obtendrá como resultado personas emocionalmente inteligentes las cuales se caracterizan por ser capaces de resaltar los aspectos positivos por encima de los negativos, valorar lo conseguido frente a las insuficiencias y los aciertos más que los errores, siguiendo la máxima de que lo importante no es acertar sino aprender a ser.

 

En orientación educativa se entiende por programa toda actividad preventiva, evolutiva, educativa o remedial que, teóricamente fundamentada, planificada de modo sistemático y aplicada por un conjunto de profesionales de modo colaborativo, pretende lograr determinados objetivos en respuesta a las necesidades detectadas en un grupo dentro de un contexto educativo, comunitario, familiar o empresarial (Repetto, 2002).

 

Los objetivos específicos de estos programas se enuncian a continuación: adquirir un mejor conocimiento de las propias emociones; identificar las emociones de los demás; desarrollar la habilidad de regular las propias emociones; prevenir los efectos perjudiciales de las emociones negativas; desarrollar la habilidad para generar emociones positivas; favorecer una mayor competencia emocional; potenciar la habilidad de automotivarse; y, finalmente, adoptar una actitud positiva ante la vida. Uno de sus objetivos prioritarios consiste en la revisión y evaluación de más de 250 programas, los cuales estimulan el aprendizaje social y emocional en los centros educativos.

 

Otra estrategia para lograr la formación emocional de nuestros alumnos/hijos, dentro de la etapa de la educación infantil, consiste en la elaboración de libros de cuentos, cuya finalidad es que los niños comprendan mejor sus sentimientos, a través de la escucha de cuentos los cuales resumen las emociones que experimentan la mayoría de los críos en su difícil camino a la madurez: Alegría tristeza, enfado, miedo, orgullo, envidia y celos, confianza en uno mismo, vergüenza y culpa; de este modo se produce un “encuentro emocional” entre padres e hijos.

 

3. Desarrollo de la IE en la educación superior

 

La inteligencia emocional en la educación superior. Los principales protagonistas del proceso enseñanza-aprendizaje están íntimamente ligados a través de diferentes vehículos, sin embargo esa relación es compleja en tanto ambos presentan características propias como personalidad, expectativas, intereses, motivaciones, etc.

 

En el aula se puede evidenciar que, diferentes situaciones generan diferentes emociones, esas emociones pasaran por filtros o no, suponiendo que la emoción que se generó sale con su propia intensidad, seguramente que el profesor no logrará el objetivo educativo con sus estudiantes, sobre todo actitudinalmente hablando.

 

4. El papel del tutor en la Inteligencia Emocional

 

Este nuevo tutor debe saber transmitir modelos de afrontamiento emocional adecuados a las diferentes interacciones que los alumnos tienen entre sí (siendo fruto de modelos de imitación, por aprendizaje vicario, para los niños). Por tanto, no buscamos sólo a un profesor que tenga unos conocimientos óptimos de la materia a impartir, sino que además sea capaz de transmitir una serie de valores a sus alumnos, desarrollando una nueva competencia profesional. Estas son algunas de las funciones que tendrá que desarrollar el nuevo tutor:

 

 

D- Las implicaciones educativas de la IE 

 

Las dimensiones de la Inteligencia Emocional se presentan en las situaciones de aula, cuando el docente interactúa con otros miembros de la comunidad educativa, especialmente con los estudiantes.

 

La orientación principal de estas ideas las proporciona Gallego y otros, son las siguientes:

 

1. Autoconciencia:  La introspección y el reconocimiento de sus puntos débiles y fuertes, la confianza que en sí mismo demuestre, la atención que preste a sus estados de ánimo interiores y la expresiones que haga de ellos ante sus alumnos, son aspectos que un docente competente debe trabajar y afianzar antes de enfrentarse a la enseñanza de los mismos a su grupo de alumnos.

 

Es indispensable que el docente tenga una clara conciencia de sí mismo y de sus procesos emocionales, ya que el modelo de comportamiento emocional que manifieste será un acontecimiento determinante que influirá en el aprendizaje emocional de sus alumnos. Además, el docente es una pieza clave para que niños, jóvenes y adultos presten atención y aprendan a percibir sus propias emociones.

 

2. Autocontrol: La observación y percepción de las emociones influye en el proceso posterior de afrontamiento. Muchos docentes se preguntan a menudo cómo salir bien librados de algunas situaciones críticas y comprometidas en las que se ven inmersos en su tarea educativa: la hostilidad de algunos alumnos, padres o colegas, el estrés y la ansiedad de preparar una nueva asignatura que no se conoce, la crítica de un superior por la forma de manejar la clase, la apatía que provoca la realización de tareas repetitivas, etc.

 

Las estrategias utilizadas por los docentes para controlar estas situaciones de carga emocional pueden ser variadas: evitar, aguantar, minimizar, cambiar los acontecimientos o buscar información y asesoramiento. El autocontrol puede ser enseñado y aprendido, y debe convertirse en un objetivo pedagógico en el sentido que implica asumir responsabilidad, determinar secuencias de acciones y generar previsiones, al mismo tiempo que es un medio necesario para lograr la autonomía personal. Por ello es imprescindible seleccionar técnicas y elaborar estrategias para generar en niños, jóvenes y adultos modos de control de las propias emociones y reducir así su vulnerabilidad a condiciones externas e internas.

 

3. Automotivación: De los resultados que se aprecian en la educación actual a veces queda la sensación que nos detenemos en cultivar más los cerebros y no la voluntad. Cualquier profesional de la enseñanza estará de acuerdo en que la falta de motivación propia, en alumnos y colegas es un problema con el que se encuentran muchas veces en su trabajo. Como responsables de la tarea educativa, los docentes deben reconstruir los conocimientos que la ciencia ha producido, pero también otros que quizá sean más útiles en la vida, tales como aprender a luchar ante la adversidad, ser persistentes en el esfuerzo y luchar por conseguir las metas personales.

 

Los alumnos sometidos al fracaso repetido se imponen metas que son demasiado bajas o excesivamente altas. Es un modo de refugiarse ante el miedo y la amenaza del fracaso. En el primer caso, al buscarse objetivos relativamente fáciles se garantiza el “no fracaso” pero no se consiguen logros mayores. En el segundo, al imponerse metas inalcanzables. El fracaso no es tan humillante porque siempre se puede achacar a factores externos la propia habilidad, como por ejemplo a la dificultad de la tarea.

 

Las expectativas son, en la mayoría de los casos, una percepción subjetiva que puede quedar lejos de las posibilidades reales de una persona. Los docentes tienen la oportunidad de desmontar estas percepciones en los alumnos con expectativas bajas o no reales y ayudarles a adquirir confianza y a motivarse a sí mismos.

 

4. Empatía: Se puede decir que la empatía es la base de todas las interacciones sociales. La capacidad de asumir el punto de vista de otro y la sensibilidad hacia los sentimientos de los demás son manifestaciones empáticas que aparecen en la infancia y cuyo desarrollo posterior depende, en gran medida, de la educación. Percibir activamente las emociones y sentimientos de los alumnos es entender los motivos de los mismos e implica, al mismo tiempo, mostrarles que como formadores los docentes también se hacen cargo del impacto emocional que les produce un problema, los apuros por los que están pasando, la tristeza de los fracasos, la alegría de los éxitos, el rechazo, etc.

 

Esta sintonización con los sentimientos de los alumnos no significa que los acepten, ni que estén de acuerdo con ellos en todo, simplemente que los comprenden y que están dispuestos a ayudarles en la medida de sus  posibilidades y limitaciones. No obstante, como mencionan J. Sala y M. Abarca, socialmente parece idolatrarse la falta de empatía en los docentes pues en muchos casos es considerado más un valor que un déficit (Sala, J. y Abarca, M. 2.002. Es así que difícilmente los docentes se convierten en personas significativas y dignas de confianza para jóvenes, niños y adultos si no empatizan con sus sentimientos; “escuchar” sus emociones no expresadas, ayuda a hacer que se sientan comprendidos; es decir, que sientan que alguien se interesa y preocupa por ellos.

 

En la mayoría de los casos, los alumnos no tendrán la suficiente confianza como para ir a contarles sus preocupaciones; pero si se está atento a sus expresiones emocionales no verbales, seguramente los docentes encontrarán síntomas o señales que nos adviertan de las mismas.

 

La crítica, o la indicación abierta sobre la necesidad de un cambio de situación o comportamiento, debe dar información sobre lo que se pretende cambiar o mejorar, y debe incluir la expresión de los sentimientos del docente para que la persona objeto de la crítica comprenda el alcance de sus acciones; en definitiva, ayudarle a que empatice con él. Para ello, se puede pedir a los alumnos que identifiquen situaciones en las que  se han puesto en el lugar de otra persona y que discutan los efectos que ha tenido su “empatía” en esa relación, así como que describan experiencias en las que ellos han sido los destinatarios de la “empatía” de las demás y que discutan los beneficios que experimentaron.

 

5. Habilidades Sociales: En el contexto escolar se producen numerosas interacciones entre los propios alumnos, entre alumnos y profesores, entre éstos y los demás miembros de la comunidad educativa. Esto conlleva la necesidad de establecer una convivencia saludable y eficaz para poder  disfrutar de las relaciones con los demás y poder aprender en un clima positivo de comunicación.

 

La ausencia de competencia social en la edad escolar se relaciona con conductas problemáticas tales como el abandono escolar, el bajo rendimiento, la delincuencia juvenil y las conductas delictivas. Asimismo, una adecuada competencia social en la edad escolar se relaciona con el buen rendimiento académico y la popularidad de la persona entre sus iguales

 

Algunos problemas existentes en la ámbito educativo que se disminuirían con la enseñanza y el aprendizaje de habilidades sociales serían: el sometimiento al grupo de iguales, las conductas agresivas y hostiles de los alumnos, la inseguridad, las dificultades para hablar o responder, la intolerancia a las críticas, los problemas de aprendizaje debidos a una baja autoestima, la incapacidad de expresar sentimientos o emociones en algunos alumnos, la soledad, la depresión, la desmotivación hacia los estudios, etc. Todos estos problemas son una fuente de preocupación para los profesionales de la educación y tienen como elemento común la dificultad de desenvolverse en las interacciones sociales que se producen en el contexto escolar y tanto su prevención como su tratamiento podrían abordarse con el entrenamiento en habilidades sociales eficaces.

 

Es necesario un cambio de planteamiento y actitudes a este respecto, ya que desde los centros escolares se puede, y se debe, promover la competencia social de los alumnos y como consecuencia, desarrollar la salud mental y prevenir los problemas emocionales y sociales futuros.

 

Es comprensible que muchos docentes se sientan sobrecargados con un currículo repleto de nuevas materias y se resistan a dedicar tiempo extra a enseñar otro tipo de habilidades. Pero la mayoría de los programas que comprenden la adquisición de competencias emocionales y sociales no se presentan como algo aparte ya que quedan integradas en el mismo entramado en la vida escolar.

 

E- La alfabetización emocional

 

El programa debe ser llevado a cabo por maestros y padres en conjunto. El objetivo es utilizar las oportunidades dentro y fuera de la clase para ayudar a los chicos a transformar los momentos de crisis personales en lecciones de aptitud emocional. Por ejemplo cuando un niño está a punto de enojarse y siente furia o se ofende por algo insignificante, y se siente burlado se le enseña una táctica que se conoce como ¨ semáforo ¨. Su finalidad es controlar los impulsos y tiene una serie de pasos:

 

 

De esta manera los chicos aprenden como manejar los impulsos, y pueden pensar antes de actuar. Esta estrategia permite manejar los sentimientos y señala un camino para actuar efectivamente ante una dificultad. El óptimo desarrollo del programa de alfabetización emocional cuando se da desde los grados iniciales y continúa a lo largo de toda la etapa escolar es lo más apropiado para lograr que los chicos pueden enfrentar mejor los obstáculos y dificultades de la vida.

 

F- Importancia de la IE en la Educación

 

El valor de la inteligencia emocional en Educación resulta fundamental al momento del aprendizaje pedagógico. Resulta prioritario lograr un buen vínculo docente/alumno para favorecer dicho aprendizaje; y en este punto me agradaría fundamentar desde el conocimiento científico, la importancia del papel que juega “la emoción” en el ámbito educativo. En primer lugar, el bajo nivel de competencia emocional de los adolescentes – “analfabetismo emocional”-, desemboca con frecuencia en un conjunto de comportamientos desadaptativos como los numerosos actos de violencia dentro y fuera del ámbito escolar, el consumo de sustancias nocivas –drogas y alcohol, los trastornos alimenticios como la anorexia y bulimia, y el aumento de la tasa de suicidios y de embarazos no deseados. Por su parte, Álvarez hace necesaria la intervención socio-emocional en el ámbito educativo ya que se observan unos elevados índices de fracaso escolar, dificultades de aprendizaje, estrés ante los exámenes, abandonos de los estudios universitarios, y estrés por las relaciones entre compañeros. Estos hechos provocan estados emocionales negativos, como la apatía o la depresión, y, ello está indicando la presencia de déficits en la madurez y el equilibrio emocional.

 

En segundo lugar, los beneficios educativos de la formación en competencias emocionales se centran en la prevención de factores de riesgo en el aula, disminuyendo el número de expulsiones de clase, el índice de agresiones y el absentismo escolar, así como en la mejora de las calificaciones académicas y el desempeño escolar; del mismo modo, incrementan los niveles de bienestar y ajuste psicológico y la satisfacción de las relaciones interpersonales de los alumnos. Asimismo, se ha puesto de relieve la importancia de la educación emocional como una forma de prevención para minimizar la vulnerabilidad a las disfunciones y prevenir su ocurrencia; altos niveles de Inteligencia Emocional predicen mejor bienestar psicológico, es decir, menor sintomatología ansiosa y depresiva y menor tendencia a tener pensamientos intrusivos; y a su vez, aquellos alumnos clasificados como depresivos presentan un rendimiento académico menor que los alumnos que no reflejan síntomas depresivos.

 

Mediante el aprendizaje de las competencias emocionales, los alumnos no sólo amplían su vocabulario emocional, sino que aprenden a emplear estrategias de afrontamiento ante situaciones emocionalmente difíciles, alcanzando el autocontrol emocional, de modo que manejen adecuadamente las emociones e impulsos conflictivos.

 

CONCLUSIÓN

 

El paso más importante sobre el cual debe comenzar el proceso de desarrollo y evaluación de la inteligencia emocional esta en asegurarle a los alumnos que sus emociones, ideas y creaciones serán apreciadas, con énfasis objetivo en la observación de las emociones que condicionan y favorecen el proceso.

 

Las estrategias globales que implican la relación de los componentes del proceso docente educativo, enfocados integralmente desde y para el desarrollo de la creatividad favorecen los potenciales motivacionales, emocionales y de participación en los alumnos. De igual manera, los métodos de solución de problemas se ven fortalecidos a partir de este estudio como herramientas muy útiles para el desarrollo del pensamiento creador y la inteligencia emocional ya que la característica tangible de esta capacidad es esa condición.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

LIBROS:

Bar-On R. Emotional quotient inventory. A measure of emotional intelligence. Technical manual. Toronto: Multi-Health Systems; 1997.

Elias, M.J., Tobias, S.E., y Friedlander, B.S. (2000). Educar con Inteligencia Emocional. Barcelona: Plaza & Janes.

Goleman, D. (1996). Inteligencia Emocional. Barcelona: Kairós.

Goleman, D. (2000). La Inteligencia Emocional. Porqué es más importante que el cociente intelectual. Barcelona. Editorial Vergara-25ª Edición

Goleman D. Emotional intelligence, why it can matter more than IQ. NewYork: Bantam Books; 1995.

Hoffman, L., Paris, S. Y Hall, E. (1995). Psicología del desarrollo hoy. Madrid: Mac Graw-Hill

Vallés, A. y Vallés, C. (2003). Psicopedagogía de la Inteligencia Emocional. Valencia: Promolibro.

 

SITIOS WEB:

http://www.inteligencia-emocional.org/ie_en_la_educacion/comoinfluyenmisemociones.htm

http://www.psicologia-online.com/monografias/1/infancia_ie.shtml

www.universia.pr/pdf/2_ElbaSanMiguelSanchez.pdf

http://www.innatia.com/noticias-c-crecimiento-personal/a-educacion-emocional-exito-10676.html

 

ANEXO

 

La Inteligencia Emocional de Howard Gardner, denominada las inteligencias múltiples de divido en diferentes tipo de inteligencias.

 

La inteligencia emocional es la habilidad que puede desarrollar un ser humano para conocer, controlar y cambiar sus emociones y conocer las de otros. Está comprobado, los niños con un coeficiente emocional elevado son más felices, resuelven más fácilmente sus problemas, son más independientes, educados, responsables y disciplinados!

 

Goleman manifiesta que las emociones son vitales a la hora de valorar la inteligencia de las personas. A “La naturaleza  de la Inteligencia Emocional” Goleman lo fundamenta en cinco competencias .

La aplicación de la inteligencia Emocional en las aulas debe ser dada por un docente capacitado y con vocación, para que está logre resultados objetivos.

 

Citar este texto en formato APA: _______. (2012). WEBSCOLAR. Desarrollo de la inteligencia emocional en el área educativa. https://www.webscolar.com/desarrollo-de-la-inteligencia-emocional-en-el-area-educativa. Fecha de consulta: 24 de noviembre de 2024.

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