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Estudio del caso: Evaluación de los problemas

 

1. IDENTIFICACION DEL PROBLEMA.

El primer paso del procedimiento consiste en la identificación de tres aspectos importantes: a) la ubicación social del usuario, b) la queja principal y c) la remisión. Ubicar socialmente al usuario permite conocer su medio físico y social, las actividades a las que se dedica, las personas con las que se relaciona, así como los diferentes grupos sociales a los que pertenece. La queja principal consiste en el problema por el cual el usuario solicita ayuda profesional. Cabe mencionar que la queja principal y la problemática real no siempre coinciden, incluso se puede dar el caso de que la queja principal se refiera a un problema de naturaleza médica, económica, legal, etcétera, por lo que se vuelve obligada la delimitación de la dimensión psicológica del problema referido así como la consideración del trabajo multidisciplinario. La remisión consiste en la identificación de la persona o institución que le sugirió al usuario acudir a solicitar ayuda profesional. Este punto da indicios de la persona o personas que valoran el problema como tal, las razones para solicitar ayuda de tipo psicológico, la intervención de otros profesionales o paraprofesionales e incluso del origen del problema. Finalmente y partiendo de la premisa de que cualquiera de los individuos que participan de la relación valorada como problema es potencialmente capaz de alterarla, en este paso se selecciona a la persona que recibirá el servicio, el usuario, el cual fungirá como el eje del análisis. El usuario se selecciona con la ayuda de tres criterios: a) que esté directamente afectado en la relación valorada como problemática; b) que tenga posibilidad real de alterar la interacción valorada como problema; y/o c) que esté dispuesto a cooperar.

PRESENTACIÓN DEL CASO.

Se presentó a solicitar ayuda psicológica para su hija adolescente, un señor de 56 años de edad, viudo, ingeniero civil que trabajaba en una oficina de gobierno. Ambos vivían solos en una casa ubicada en la delegación Alvaro Obregón de la Ciudad de México. La hija cursaba el tercer año de secundaria en una escuela particular. La queja del señor se relacionaba con su aparente impotencia para controlar a su hija desde que murió la abuela hacía dos años y quien se había ocupado de criarla. Solicitaba ayuda para lograr que cambiara de actitud, pues se había vuelto rebelde, agresiva, hostil, desobediente, mentirosa y se había alejado afectivamente de él. El problema que desencadenó su angustia fue la última vez que pelearon, pues la golpeó tan duramente que tuvo que hospitalizarla. No era la primera vez que la había agredido para obligarla a obedecer, pero en esta ocasión, comenta que se vio obligado a utilizar la fuerza física. El señor mantiene relaciones de noviazgo con su exsecretaria, quien lo convenció para que buscara ayuda profesional. En general, el señor es valorado por sus compañeros de trabajo como agresivo y hostil, no mantiene relaciones estrechas con la familia de su fallecida esposa, no tiene hermanos, no se relaciona con los vecinos y solamente tiene un amigo, que su hija reporta que es tan neurótico como él. Finalmente, ha tenido que asistir en varias ocasiones al médico por enfermedades que le han diagnosticado como psicosomáticas.

A partir de las entrevistas iniciales con el señor, con la novia y con la hija, se decidió elegir al señor como usuario del servicio psicológico.

2. DEFINICION DEL PROBLEMA.

Para lograr encontrar una solución adecuada a la problemática que nos plantea un usuario es necesario primero, definir el problema psicológico. Desde este enfoque la identificación y definición del problema se llevan a cabo de manera conjunta entre el psicólogo y el usuario. El psicólogo, con ayuda de la entrevista como herramienta de evaluación básica, va solicitando la información que requiere y al mismo tiempo informando al usuario de los eventos, personas, circunstancias, juicios de valor, etc. que configuran su problemática. No se pretende dotar al usuario de un lenguaje técnico, sino de un método para analizar sus problemas, de manera que sea él quien, una vez comprendido su problema, opte por la alternativa de solución que mejor se ajuste a su caso. La estrategia que se utilizó para estos fines fue el autorregistro. La definición del problema implica: 1) la evaluación de las relaciones microcontingenciales valoradas como problema; 2) la identificación de la historia de la microcontingencia problema y 3) la evaluación del marco macrocontingencial.

2.1. EVALUACIÓN DEL SISTEMA MICROCONTINGENCIAL.

El comportamiento que se valora como problema ya sea por el propio individuo que lo despliega y/o por su grupo de referencia se da siempre en relación con otros individuos en circunstancias que tienen un límite más o menos preciso. Así, entenderemos por comportamiento a la relación de las acciones de un individuo con objetos, eventos y acciones de otros individuos, en una situación o situaciones particulares (microcontingencia). Para evaluar funcionalmente las relaciones microcontingenciales es necesario identificar sus elementos, que son: 1) las situaciones; 2) las conductas del usuario en esas situaciones; 3) las personas implicadas funcionalmente en dichas situaciones y 4) los efectos. Estos elementos fueron justamente los que se incluyeron en el autorregistro, que desde la primera sesión se le instruyó al usuario que realizara.

Los datos que se obtuvieron a partir del autorregistro y de las entrevistas permitieron identificar tres grupos de situaciones problema:

S1. Situaciones problema relacionadas con su hija.

Cuando la hija veía programas de televisión en lugar de estudiar.

Cuando la hija se maquillaba exageradamente.

Cuando la hija se vestía provocativamente.

Cuando llegaban amigos de la colonia a visitarla.

Cuando la hija escuchaba música a todo volumen.

Cuando la hija comía alimentos chatarra.

Cuando la hija pedía permiso para salir.

Si la hija no estaba en casa cuando él llegaba del trabajo.

Cuando se tardaba en arreglarse para ir a la escuela.

Cuando le decía que ella ya no era una niña.

S2. Situaciones problema relacionadas con el trabajo.

Cuando los empleados llegaban tarde.

Cuando los empleados platicaban en lugar de trabajar.

Cuando el jefe rechazaba su trabajo.

Cuando el jefe faltaba a trabajar.

Cuando el jefe le pedía que se quedara más tiempo hasta terminar.

Cuando los empleados realizaban mal su trabajo.

Cuando alguien le hacía alguna broma.

Cuando alguien le hacía algún comentario positivo sobre su persona.

S3. Circunstancias no personales.

Cuando se le hacía tarde.

Cuando se encontraba en lugares muy concurridos.

Cuando había mucho tránsito.

Cuando tenía que hacer trámites.

Cuando le ganaban (un lugar de estacionamiento, una caja del supermercado, el último periódico que quedaba, etcétera).

Cuando lo interrumpían.

Las conductas identificadas fueron:

Ante S1, las conductas que el señor mostraba eran generalmente de desaprobación, ya sea prohibiéndole directamente a su hija que se involucrara en tales actividades, o de manera indirecta, haciendo comentarios irónicos o burlándose. Otro tipo de reacciones frente a esas situaciones era pensar que ella quería salir, que se maquillaba o se vestía de esa manera, para ver al novio o que no estaba en casa porque estaba con el novio. Acostumbraba también gritarle, azotarle la puerta, arrebatarle la comida chatarra y apagarle el televisor o el radio.

Ante S2, el señor acostumbraba regañar a los empleados, azotar la puerta de su oficina, negar permisos para salir temprano o para faltar; negarse a participar en reuniones o festejos; discutir con el jefe, reclamarle o amenazarlo con renunciar. También pensaba que todos eran incompetentes, irresponsables e impuntuales.

Ante S3, el señor acostumbraba maldecir, tocar el claxon, buscar vías alternativas, reclamar, regañar y amenazar.

Las personas significativas identificadas en estos tres tipos de situaciones eran su hija, como mediada, la novia como reguladora de tendencias, el novio de la hija como auspiciador y él mismo como mediador.

Los efectos de su comportamiento que se lograron identificar fueron, sobre él mismo, la alteración de sus estados de ánimo: generalmente se sentía malhumorado, frustrado o sentía mucha culpa después de agredir a su hija. Sobre los demás, lograba hacer que los empleados trabajaran, llegaran a tiempo, hicieran bien su trabajo, le reconocieran que era un buen ingeniero, pero tenía fama de ogro, lo evitaban o se callaban cuando él entraba; su hija terminaba haciendo lo que él prescribía, pero le mentía, lo dejaba hablando solo, se encerraba en su cuarto, no le hablaba, no se acercaba a él, lo evitaba, no le contestaba, no lo esperaba a comer ni le hacía plática; cuando discutían le gritaba que él era el responsable de la muerte de su mamá.

Cabe mencionar que existe la posibilidad de que la problemática del sujeto esté compuesta por más de una microcontingencia problema y si no existen nexos funcionales entre ellas, se debe proceder a su análisis por separado. Una vez que se ha(n) identificado y definido a la(s) microcontingencia(s) problema, esto es, en qué consiste el problema, lo que procede analizar es su surgimiento y desarrollo. Un comportamiento no es juzgado como problemático la primera vez que ocurre, más bien se conjuntan una serie de factores para que se empiece a valorar como tal. Adicionalmente, la evaluación de las relaciones microcontingenciales problemáticas no estaría completa sin la consideración de los factores disposicionales históricos. En el análisis contingencial, la historia no es ni causal ni irrelevante, sino que resume la disposicionalidad del comportamiento ante las circunstancias presentes.

2.2. EVALUACION DE LA GÉNESIS DEL PROBLEMA.

Con la finalidad de proceder a la evaluación de la génesis del problema fue necesario identificar dos aspectos, la historia de la microcontingencia problema y las estrategias de interacción.

Historia de la microcontingencia problema.

Aún cuando el señor siempre había sido valorado como enérgico e inflexible, la situación en la que se comienza a estructurar la microcontingencia problema actual inicia con la supuesta relación de su hija con un muchacho de 20 años, vecino de la colonia. En palabras del señor un vago sin oficio ni beneficio. Aconsejado por su novia, el señor accedió a la relación y permitió que el novio entrara a la casa e intentar convivir con él. El muchacho no se comportó de acuerdo a las expectativas del señor, no estudiaba, ni trabajaba, llegaba muy temprano a ver a su hija y se retiraba muy tarde, se acababa toda la comida, etc. El señor trató de convencer a su hija de que ese muchacho no le convenía y tuvieron muchas discusiones con el argumento de que ella ya no era una niña, que estaba enamorada y que nadie tenía derecho a meterse en su vida. Cuando el señor se enteró de que además él fumaba mariguana, decidió hablar con la mamá del novio, la agredió, la amenazó y golpeó de tal manera al muchacho que le rompió la nariz. A partir de este incidente, el novio rompió su relación con la hija. Ella comentó en la entrevista inicial que no se lo puede perdonar, de manera que le miente asegurándole que no ha terminado su relación con él.

La circunstancia en la que se comenzó a valorar la relación del señor con su hija como problemática fue a partir de la golpiza que le propinó a la hija, cuando de regreso del trabajo la encontró hablando en un teléfono público, imaginando que estaba hablando con el novio; la pareja del señor se asustó mucho y le dijo que parecía obsesionado y que iba a terminar matándola.

Cabe recalcar que las prácticas problemáticas del señor como agredir, insultar, reclamar, amenazar, gritar, etc., han sido históricamente efectivas, sin embargo en la actualidad tienen un costo emocional muy alto.

Estrategias de interacción.

Puesto que es posible detectar consistencia en la forma de comportarse del usuario en ciertas situaciones, (Landa, Carpio, Nava y Vega, 1997) también se puede predecir con base en dichas consistencias, la probabilidad de que se involucre en nuevas microcontingencias potencialmente problemáticas. Si esta disposición interactiva se presenta en la forma de estilo conductual es necesario planear una estrategia de intervención adicional, que incluya la alteración de dicha disposición del usuario, con el fin de ejercer un enfoque preventivo eficaz. Es preciso explorar entonces: los tipos de contingencias enfrentados por el usuario a lo largo de su vida y si existen consistencias en la forma como ha venido enfrentando tales tipos de contingencias.

Dados los elementos proporcionados por el usuario, fue factible suponer que el tipo de situaciones que cotidianamente enfrentaba se podían caracterizar como situaciones de tolerancia a la frustración (Ribes, 1990), por lo que se procedió a analizar junto con el usuario el modo particular con que las afrontaba y su posible relación con las enfermedades psicosomáticas que le habían diagnosticado. El factor común a todas ellas era el reiterativo “no debe ser”, “debería ser de otra manera”, “están mal”, así como su modo reactivo de enfrentarlas (con enojo, coraje, etcétera.). Esto llevó necesariamente a explorar por qué era problema, por qué ese conjunto de relaciones estaba siendo calificado como problema y quiénes lo determinaban como tal.

2.3. EVALUACION DEL MARCO MACROCONTINGENCIAL.

Toda conducta o relación problemática representa una relación valorada con un criterio y desde una perspectiva social. Pero los valores no pueden, desde el punto de vista de lo psicológico, concebirse como representaciones internalizadas, ni como agentes causales de la conducta sino que constituyen una dimensión de las propias prácticas conductuales.

La valoración como comportamiento está regulada por dimensiones funcionales que no están presentes en forma efectiva en una relación microcontingencial particular. Tales actos de valoración están regulados por relaciones de contingencia establecidas en el pasado, o que en el presente no se encuentran en forma efectiva en una interacción específica; están regulados por macrocontingencias. El análisis de las macrocontingencias no puede darse independientemente de las interacciones concretas que tienen lugar en las situaciones microcontingenciales, de ahí que se plantee al análisis macrocontingencial como un análisis de correspondencias entre microcontingencias socialmente normativas y microcontingencias definidas como problema por el individuo, el grupo o ambos. Las microcontingencias normativas se componen de los mismos elementos descritos en el sistema microcontingencial, lo que las distingue es que implican relaciones explícitamente valoradas. Las relaciones explícitamente valoradas son aquellas en donde los otros significativos para el individuo establecen y regulan la normatividad como “deber ser” de la relación. Para llevar a cabo el análisis de correspondencia entre la microcontingencia ejemplar y la microcontingencia problema es necesaria la consideración de dos dimensiones en los otros significativos para el sujeto: las prácticas conductuales dadas como relación efectiva, en términos del hacer o decir y la conducta sustitutiva referida a tales prácticas, en términos del creer (Rodríguez, 1995).

Entonces, para identificar las microcontingencias normativas, fue necesario explorar en qué situaciones el comportamiento problema del señor no se valoraba como tal, y que tuviera la función de regular la normatividad, esto es, de prescribir su ejemplaridad: quiénes participaban en esas situaciones, cuáles eran las acciones concretas de esos individuos en la interacción, así como sus relaciones de consecuencia.

Para distinguir entre la microcontingencia problema y la microcontingencia ejemplar, se debe identificar al grupo social relacionado con el usuario que actúa, cree y opina de manera similar a él (situación ejemplar) y en donde se norma o ejemplifica lo que debe o no debe hacerse, lo que está bien o no está bien hacer en la situación problema. Y el grupo social en donde las acciones, creencias y opiniones no coinciden con las del usuario (situación problema).

MICROCONTINGENCIA EJEMPLAR.

Se mencionó anteriormente que el usuario no se relacionaba con su familia política, ni con sus compañeros de trabajo, pero sí con un amigo particular. Este amigo, de la misma edad, casado, con dos hijas adolescentes y también ingeniero empleado en el gobierno, continuamente le aconsejaba que fuera más duro con su hija. Que a las mujeres hay que dominarlas y cuidar que no se embaracen, que no tienen capacidad para el estudio y que lo que buscan es quien las mantenga. Él mismo se muestra estricto y poco tolerante con sus propias hijas, a las que insulta y humilla constantemente. El señor y su amigo se identifican mucho, pues tienen problemas similares en el trabajo. Ambos creen que la gente sólo entiende a gritos o a golpes y ambos son considerados como violentos y hostiles. Así, el amigo se identificó como mediador macrocontingencial.

MICROCONTINGENCIA PROBLEMA.

Como se describió anteriormente, la práctica efectiva del señor en las situaciones problema involucraban insultar, agredir, humillar, golpear, amenazar, etcétera. Sin embargo, el señor opinaba que su amigo se excedía, que sus hijas le tenían más miedo que respeto y que no valoraba lo que tenía con su esposa, pues se comparaba con él que era viudo y que había tenido que hacer el papel de padre y madre. Al señor sí le preocupaba perder el cariño y respeto de su hija y creía que no estaba bien hacer uso de la violencia para conseguir lo que se quiere. Por su parte, la hija reportó que el comportamiento agresivo de su padre hacía que ella se alejara y que le gustaría que las cosas fueran como cuando era niña; él era cariñoso y la llevaba a todos lados, mostrándola a los demás con orgullo. La novia del señor creía también que la estrategia de control hacia la hija era inadecuada.

El análisis macrocontingencial consistió pues, en la identificación junto con el usuario de correspondencias entre esas dos microcontingencias, la microcontingencia normativa o ejemplar y la microcontingencia problema. Para llevar a cabo el análisis de correspondencias fue necesario explicarle al usuario cómo era que el tipo de relación que llevaba con su amigo estaba influyendo en la manera como se comportaba no sólo con su hija sino también en el trabajo e incluso en la calle. Vale la pena detenerse a reiterar las características de las prácticas efectivas y sustitutivas o valorativas. Una práctica efectiva es el actuar concreto de los individuos, incluyendo en este actuar a las acciones verbales en tanto acciones. El ingerir bebidas alcohólicas, como práctica, no incluye sólo a la acción del beber, sino también comprar botellas de licor, invitar a los amigos a beber, o aceptar una invitación a beber, acudir a lugares donde se bebe como cantinas o bares, el hablar sobre distintos tipos de licores, el preparar bebidas, etcétera; mientras que las prácticas valorativas son los juicios de valor que califican a las prácticas efectivas y que involucran las creencias y opiniones que se expresan respecto de las acciones concretas, como el creer que una copa de vino es buena para el corazón, que sólo se tendrá cruda cuando se mezclan distintos tipos de licores, que el beber en exceso es malo, que beber en un adulto está bien pero en un menor no, que el alcoholismo es una enfermedad, etcétera.

Una vez identificados ambos tipos de microcontingencias, se llevó a cabo junto con el señor el análisis de correspondencias: intracontingencial (dentro de una contingencia) e intercontingencial (entre contingencias), con la finalidad de observar si el problema se restringía a la microcontingencia problema, o era un problema macrocontingencial, o lo más probable, que el problema involucrara tanto aspectos microcontingenciales como macrocontingenciales. Identificar la dimensión crítica definitoria del problema era fundamental, pues de lo contrario ni el análisis de soluciones ni la selección de las técnicas de intervención serían las adecuadas. Las funciones que ejerció el terapeuta durante esta fase fueron las de instigar e informar, con el propósito de que el señor reflexionara sobre las inconsistencias entre sus creencias, las creencias de su hija y las creencias de su novia; entre sus creencias y su comportamiento efectivo; entre las creencias de su amigo y su propia práctica. Se le instruyó también para que reflexionara sobre los efectos de su comportamiento en los otros significativos para él y sobre él mismo.

Una vez definido el problema, esto es, evaluado el sistema microcontingencial, la génesis del problema y el marco macrocontingencial, se llevó a cabo el análisis de soluciones.

3. ANALISIS DE SOLUCIONES.

En el análisis de soluciones, el usuario decidió cuál era la mejor alternativa de solución para su problema, tomando en consideración diez posibilidades, que resultan del cruce de ambas dimensiones, la microcontingencial y la macrocontingencial.

La primera dimensión plantea la posibilidad a analizar si es necesario incidir o no en el sistema macrocontingencial, es decir, alterar las prácticas valorativas propias y/o las prácticas valorativas de otros. Esto implicaba que el señor convenciera de alguna manera a su hija y a su novia de involucrarse en comportamientos agresivos y hostiles y de que eso era lo mejor para ellas, o bien, que él cambiara su práctica por otra que fuera igual de efectiva pero sin los costos emocionales y biológicos, ajustándose así a las prácticas valorativas de ellas. Implicaba también convencer a sus compañeros de trabajo y jefe de que cambiaran sus actitudes en relación con el trabajo o que él se volviera impuntual e irresponsable; cabía la posibilidad de cambiar de empleo, por ejemplo en la iniciativa privada, en donde justamente se valoran positivamente las prácticas del señor, pero dada su edad, esta posibilidad se descartó. La segunda dimensión plantea diversas opciones de cambio en el sistema microcontingencial: cambio microcontingencial de la conducta de otros, cambio microcontingencial de la conducta propia, uso microcontingencial de conductas disponibles y cambio microcontingencial de condiciones disposicionales. Como puede haber más de una microcontingencia problema y más de una dimensión funcional pertinente en cada caso, se pueden seleccionar varias opciones como formas de solución.

Las alternativas de solución pueden ser, desde no cambiar nada (mantenimiento micro y macrocontingencial) hasta alterar las relaciones microcontingenciales y macrocontingenciales, dependiendo de las decisiones que tome el usuario y de la falta de correspondencias intra e intercontingenciales que resulten críticas en la definición de su problemática. Adicionalmente se consideran aspectos como la motivación del sujeto para el cambio, la posibilidad real de logro, el costo de desarrollo y el costo emocional, los efectos a corto, mediano y largo plazo, y los recursos necesarios y los recursos disponibles.

Las metas que fueron consideradas por el usuario, se dividieron en tres, de acuerdo a las situaciones problema ya revisadas:

  1. En la relación con su hija, el señor decidió cambiar las estrategias que seguía para lograr que ella se comportara como antes, es decir, cariñosa, comunicativa, alegre, etc. y ajustarse así a las prácticas valorativas de ella.
  2. En relación con las situaciones de trabajo, el señor decidió alterar su comportamiento antisocial, sin modificar sus creencias respecto de la puntualidad, responsabilidad, etc.
  3. En relación con las situaciones no personales, el señor decidió alterar las condiciones disposicionales a través de un cambio en su propia conducta.

 4. SELECCIÓN, DISEÑO, APLICACIÓN Y EVALUACIÓN DE LOS PROCEDIMIENTOS DE CAMBIO.

El último paso del análisis contingencial se encuentra íntimamente relacionado con los pasos anteriores, no es posible generar alternativas de solución, si no se ha definido previamente el problema, identificando sus dimensiones críticas, y no es posible tampoco planear la intervención sin la consideración de tales alternativas de solución, entendidas como los objetivos generales del programa de intervención.

El programa de intervención se diseña a la medida de la problemática del usuario y está configurado por los siguientes aspectos:

  1. objetivo general. Que se conforma a partir de la o las soluciones elegidas por el usuario.
  2. objetivos particulares y específicos, que son las submetas desglosadas de los objetivos generales.
  3. acciones terapéuticas. Son las tareas concretas que el usuario debe llevar a cabo para conseguir paulatinamente los objetivos previstos.
  4. funciones del terapeuta. Son los papeles asumidos por el psicólogo durante todo el proceso terapéutico.
  5. evaluación de la consecución de los objetivos.

En un trabajo previo (DíazGonzález y cols.,1989) se discutió sobre la inadecuación de los criterios de prescripción de las técnicas conductuales de intervención y se llevó a cabo un análisis funcional de los procedimientos conductuales más utilizados, que dieron origen a una matriz de selección, diseño y evaluación de procedimientos de cambio conductual (MSDET). El empleo de esta matriz hace posible tanto la evaluación, selección y aplicación de técnicas con diversos propósitos, así como el diseño de nuevas técnicas. Por ejemplo, para los objetivos que el señor se planteó en relación con las situaciones problema que enfrentaba en el trabajo, se utilizaron algunos procedimientos del entrenamiento asertivo (Caballo, 1991), en donde se le asignaron tareas concretas a realizar en el trabajo, desde hacer cumplidos a los empleados, hasta organizar reuniones en su casa. Las funciones ejercidas por el terapeuta fueron entrenar y regular.

En las situaciones que enfrentaba en la calle, se utilizaron procedimientos de autocontrol (Meichembaum y Cameron, 1982); la función del terapeuta fue informar. Mientras que para las metas establecidas en su relación con la hija, sólo fue necesario instigar distintas estrategias, como inscribirla en un club con el fin de que conociera otros muchachos, establecer habilidades de negociación y en general, promover actividades que auspiciaran un contacto más positivo (invitarla al cine, a tomar un café, etcétera.).

RESULTADOS.

Es conveniente hacer notar que a lo largo de todo el proceso terapéutico, el psicólogo debe evaluar los cambios generados tanto en la queja del usuario como en la problemática. Para tal fin se emplea la Guía de Evaluación de Cambios (GEC), la cual está compuesta por dos ejes, el vertical indica el momento terapéutico en el que se genera un cambio, de manera que es posible distinguir qué cambios pueden atribuirse a la aplicación de un procedimiento dado y qué cambios son ajenos al sistema; el eje horizontal que indica la naturaleza cualitativa del cambio generado y si éste está relacionado con la queja referida por el usuario o con la problemática global, que como ya se explicó, bajo esta aproximación no se consideran análogas.

La guía de evaluación de cambios le permite al sistema ser autocorrectivo, pues en cualquier momento se puede analizar si los cambios obtenidos corresponden con los cambios esperados; de no encontrar correspondencia, se analiza si el procedimiento empleado, las acciones terapéuticas o las funciones del terapeuta fueron prescritas y/o implementadas incorrectamente e incluso si el problema fue definido de manera incorrecta.

Los instrumentos de evaluación que se utilizan (GEC, MSDET.) difieren significativamente de los instrumentos de evaluación generados a partir de la terapia conductual en gran medida debido a consideración de aspectos cualitativos y cuantitativos de las interacciones bajo análisis. Esto ha permitido abordar de manera diferente cada problemática individual y sugiere una reconsideración de los análisis cualitativos en el contexto de la investigación. Sin embargo, esto no quiere decir que dependiendo de la problemática referida por el usuario, no se tomen medidas de naturaleza cuantitativa, pues existen problemas en donde lo crítico para valorarlos como tales puede ser la frecuencia, la intensidad, la duración etc., como en el caso que nos ocupa.

Es importante resaltar que lo significativo es si ocurre o no un cambio en la interacción valorada como problema, qué tipo específico de cambio ocurre y si el cambio se mantiene.

Adicionalmente, se emplean hojas de control por sesión donde se anotan las características significativas de la sesión en curso, lo que permite evaluar a lo largo de la aplicación de la metodología los detalles de su aplicación.

Los resultados que se muestran en la Guía de Evaluación de Cambios aluden al momento terapéutico en el cual ocurrió un cambio, el tipo de procedimiento que el terapeuta estaba utilizando durante la fase en la que el usuario reportó el cambio y el tipo de cambio reportado.

GUIA DE EVALUACION DE CAMBIOS (GEC)

PROCEDIMIENTO

EMPLEADO

TIPO DE CAMBIO

OBSERVADO

CODIGOS
I. Definición
del
problema.
 AUTORREGISTRO 5, 9, 7 ALTERACION DE DISPOSICIONES:

1. Alteración de propiedades de objetos y acontecimientos físicos.

2. Desplazamiento de competencias.

3. Alteración de inclinaciones.

4. Alteración de tendencias.

5. Alteración de conducta propia con efectos disposicionales sobre sí mismo.

6. Alteración de estrategias de interacción.

II.Análisis de Soluciones  AUTORREGISTRO

INFORMACION

16, ALTERACION DE CONDUCTA DE OTROS:

7. Alteración de conducta de auspiciadores

8. Alteración de conducta de reguladores de propensiones e inclinaciones.

9. Alteración de conducta de reguladores de tendencias.

III. Procedimientos de cambio AUTORREGISTRO

ENTRENAMIENTO

ASERTIVO

AUTOCONTROL

12, 13, 8, 11

6

10. Alteración de conducta de mediadores.

ALTERACION DE CONDUCTA PROPIA:

11. Alteración de efectos sobre sí mismo de la

propia conducta.

12. Alteración de conducta mediadora propia.

13. Desarrollo de competencias.

14. Establecimiento de conductas que alteran efectos de otras conductas propias.

IV. Seguimiento 3, 13, 8, 11,

12, 16, 9, 7,

5. 

ALTERACION DE PRACTICAS MACRO :

15. Alteración de conducta propia que altera prácticas valorativas de otros.

16. Alteración de conducta propia para ajustarse a prácticas valorativas de otros.

17. Alteración de conducta de otro que cambia prácticas valorativas propias y/o de otros.

La fase de Definición del problema tuvo una duración de 5 sesiones de aproximadamente hora y media, que se llevaron a cabo durante 2 semanas. A lo largo de ellas, las funciones ejercidas por el psicólogo fueron las de instigar, informar e instruir. El procedimiento empleado consistió en un autorregistro diario que el usuario realizaba entre sesiones y que llevó a cabo de manera adecuada desde la primera sesión. En esta fase tuvieron lugar tres cambios, en primer lugar y como resultado del autorregistro, el señor describió la relación entre sus expectativas no satisfechas (que su hija tardaba en estar lista, que estuviera en casa cuando él regresaba del trabajo, etcétera.) y sus reacciones emocionales, a las que calificó de exageradas; describió la relación entre sus comentarios irónicos y la retirada de su hija, a pesar de que sus intenciones eran de hacer bromas; lo mismo ocurrió con sus compañeros de trabajo; el efecto que esto tuvo fue que el señor interpretara las situaciones de manera distinta de modo que reportó una disminución de sus “corajes”. Este cambio permaneció a lo largo de todo el proceso, de modo que en las últimas sesiones anotó en su registro comentarios de otros aludiendo a que le estaba mejorando el carácter. Otro cambio significativo fue que considerara a su hija como lo suficientemente capaz de elegir con quien relacionarse, a lo que la hija respondió con mucho entusiasmo aludiendo a que había recibido una buena educación por parte de él. Finalmente comentó que había notado que llegaba a la oficina con una actitud diferente, pues antes estaba pendiente de los retardos o de quién no estaba trabajando, para llamarle la atención.

La fase de análisis de soluciones se llevó a cabo en dos sesiones. El señor reportó que un día, mientras estaba en la cocina observando cómo su hija le servía de comer, sintió mucha ternura y le pidió que lo perdonara, la hija se sorprendió mucho y terminaron abrazados llorando; él prometió hacer todo lo posible por no volver a agredirla. Es importante señalar que la proporción de situaciones en las que el señor se había mostrado hostil y agresivo habían disminuido de 7 durante la primera sesión a 2 en la sexta sesión, sin embargo, su reacción era quedarse callado.

La metas de la intervención se alcanzaron en 10 sesiones, en las cuales se utilizaron algunos ejercicios del Entrenamiento Asertivo, particularmente dar y recibir cumplidos, el cambio de componentes llamados no verbales (gestos que no correspondían con el contenido de lo que él decía), expresión de emociones positivas y negativas, aceptación de errores y críticas y petición adecuada de cambios en la conducta del otro. Las tareas asignadas en casa incluían la promoción de interacciones sociales, como sugerirle a su hija que invitara a comer a sus amigas, o invitarlas al cine, etc. Un comentario significativo durante esta fase fue que al señor comenzaba a gustarle la música que su hija escuchaba. Fue durante las últimas sesiones de esta fase que el señor llevó por escrito a la sesión distintas estrategias que se le habían ocurrido para lograr que su hija tuviera otro tipo de comportamiento, reconociendo que no siempre la prohibición funciona. En relación con el entrenamiento en autocontrol, se hizo hincapié en los efectos biológicos de su comportamiento, por lo que el señor propuso distintas estrategias de afrontamiento que él mismo fue ensayando, desde evaluar si lo que ocurría estaba bajo su control o no, qué posibilidades reales tenía de alterar la situación y de qué otra manera podría interpretarla para hacerla menos desagradable o frustrante. Un cambio importante al respecto fue que estaba comenzando a dormir toda la noche, sin despertarse sobresaltado, que su apetito había mejorado y que en general se sentía de mejor humor.

Se tuvo la oportunidad de entrevistar a la hija y a la novia después de 4 semanas de concluido el programa de intervención. Los reportes de ambas coincidieron en que los cambios que paulatinamente había mostrado el señor tanto en sus estados de ánimo como en su comportamiento se mantenían, pero que además había otros que se presentaban con mucha frecuencia: bromas, comentarios positivos sobre sus personas, invitaciones, contacto físico, etcétera.

Para finalizar vale la pena hacer algunos comentarios. Primero, que los logros del programa tal vez no hubieran sido iguales de no contar con la absoluta cooperación del usuario, quien respondiendo a su estrategia de interacción, nunca faltó, siempre llegó puntualmente a sus sesiones, siempre realizó su registro y siempre siguió las instrucciones. En segundo lugar, que la metodología de análisis contingencial permitió abordar aspectos en el nivel preventivo, dado que en este caso se detectó como relevante al estilo interactivo de tolerancia a la frustración. Finalmente y puesto que la metodología utilizada incluye en su análisis a la dimensión moral del comportamiento, necesariamente obliga a adoptar una práctica desprofesionalizadora, resaltando como funciones del terapeuta las de informar, instigar, entrenar, instruir y auspiciar; y delegando en el usuario la responsabilidad de definir su propio problema, optar por la alternativa de solución idónea y planear las estrategias para conseguirla.

 

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Citar este texto en formato APA: _______. (2013). WEBSCOLAR. Estudio del caso: Evaluación de los problemas. https://www.webscolar.com/estudio-del-caso-evaluacion-de-los-problemas. Fecha de consulta: 21 de noviembre de 2024.

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