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Filosofía Moderna

EL RENACIMIENTO

Filósofos

 

Se suele señalar a Descartes como el “Padre de la Filosofía Moderna”. Fue él quien analizó críticamente las fuentes del conocimiento, en busca de algo de lo que no pudiera dudar. La Teoría del Conocimiento pasó así a ser el tema central de la Filosofía, desplazando a la Metafísica. El racionalismo como se llamó a la corriente que Descartes inició alcanzó su máxima expresión con Hegel, el último filósofo moderno, quien sostenía que «todo lo real es racional y todo lo racional es real».

En el siguiente cuadro encontrarás los nombres de algunos de los más importantes filósofos de este período ubicados según la línea de pensamiento de la cual participaron.

 

     EMPIRISMO

 

 

     HOBBES

 

 

     LOCKE

 

 

     HUME

 

   

1588-1679

 

1632-1704

 

1711-1776

 

     RACIONALISMO

 

 

     DESCARTES

 

 

     SPINOZA

 

 

     LEIBNITZ

 

   

1596-1650

 

1632-1677

 

1646-1716

 

     IDEALISMO

 

 

     KANT

 

 

     HEGEL

 

   

1724-1804

 

1770-1831

 

 

Algunos de los filósofos del renacimiento fueron:

 

 

El Mundo Renacentista

 

La circunstancia Espiritual

La doble composición del conocimiento es la que, por un lado, garantiza el valor universal y necesario de la ciencia, y, por el otro, limita su alcance. La crítica kantiana supone, entonces, una limitación del pensamiento. Más allá de toda experiencia posible no hay conocimiento. La ciencia tiene por objeto la realidad fenoménica, es decir, la realidad tal como se la representa el sujeto. La metafísica, en cuanto pretende conocer la realidad tal como es en sí misma, en cuanto tiene por objeto el conocimiento de lo absoluto (Dios, Alma y Mundo), no tiene validez como ciencia, pues supondría trascender los límites de la experiencia.

          Este espíritu del Renacimiento anclado en el núcleo espiritual de la Edad Media es el que llega a Nuestra América de mano de los conquistadores que aquí se expande y se ensambla, paradójicamente, se produce sobre todo en Alemania y en el norte de Italia a principios del siglo XIX (Hegel, Schiller, Schlegel, Pestalozzi, Capponi, el padre Girard, y que traen las masas de inmigrantes, sobre todo italianos, franceses y alemanes.

La otra corriente, la Ilustración, que fue la que históricamente primó. La que, en definitiva, se volvió contra el espíritu del Renacimiento creó un instrumento contundente para su triunfo: inventó el Estado. La idea de Estado es ajena a la mentalidad renacentista que se manejaba con un sistema señorial anclado en la idea mayor de ecúmene que proviene del corazón de la edad media, expresada con el término de Cristiandad. Esto es, la organización social y política al modo cristiano.

El Estado, invento político máximo de la Ilustración, se alza como una instancia neutra entre católicos y protestantes, reduciendo la religión a un uso privado. Esta idea del Estado es tan fuerte, nuclea en sí tanto poder, que en la Ilustración, incluso las iglesias protestantes se identificarán con el Estado. Tanto la luterana-anglicana como la calvinista. Y la que será marginada, por el sistema dominante, será la Iglesia católica, quien seguirá insistiendo en la representación política orgánica del hombre, en contra de la impuesta representación formal, numeral o mecánica del Estado liberal. Es sabido que cuando las potencias humanas salen del estado orgánico, quedan inevitablemente sujetas al estado mecánico.

El Renacimiento comenzó en el sur, en Italia y los pueblos mediterráneos y asumió un humanismo creador (su máximo fruto fue América), por el contrario en el mundo germánico asumió, ante todo, la forma religiosa en una rebelión contra la Iglesia católica como lo fue la Reforma.  El espíritu del Renacimiento llevó a Pico della Mirandola a afirmar que el destino del hombre no viene de lo Alto, no está determinado por nada material ni espiritual, sino que surge del hombre inocuo: ” La suerte es hija del Alma”. El hombre pasa de ser un mero espectador en el Medioevo a tener confianza en si mismo y convertirse en artífice de si mismo y su destino.

En la Florencia del S.XV se escriben textos de exaltación a la grandiosidad humana, destacando la famosa oración sobre la dignidad del hombre de Pico della Mirandola, en la que de forma sencilla y sublime se recoge la nueva imagen del hombre que el califica y apellida como: “el gran milagro y animal admirable”. La grandeza del hombre reside en su libertad para hacerse a si mismo, esto es, en convertirse en libre escultor y modelador de si mismo. Cuenta, Pico, que una vez que Dios terminó la creación del mundo, buscó alguien que apreciara el plan de tan grande obra, amara su hermosura y admirara su grandeza; fue entonces cuando creó al hombre y le dio libertad para escoger el camino que quisiera en directa alusión al mito de Prometeo, narrado por Platón en Protágoras.

El hombre no tiene una naturaleza fija, concreta y determinada, él es el artífice de su propia suerte y según lo que cultive aquello florecerá. El hombre puede emplear mal su grandeza, pero la meta tiene que ser la perfección, por ello Pico dice que debe apoderarse de nuestra alma una cierta santa ambición de no contentarnos con lo mediocre sino anhelar lo bueno y tratar de conseguirlo con todas nuestras fuerzas. La libertad es una llamada hacia la perfección, hacia la plena realización; se desvanece el mito del Pecado Original rompiendo con la concepción medieval. Para, Pico, el hombre se hace a si mismo, actuando en el mundo, es dueño y señor de todas las cosas, modelador de sí mismo y del mundo. La libertad no es una meta sino un punto de partida para el proceso de realización de las potencialidades humanas. Bruno, también está contra la astrología y afirma que el verdadero cielo se encuentra en nuestro espíritu; el hombre necesita desarrollar el intelecto dejando el ocio de lado.

Pompornazi, es otra corriente distinta a la de Pico, afirma con la misma intensidad la excelencia del hombre; la libertad quedaba limitada por el inmutable orden de las cosas a las cuales todos los seres están atados. Pompornazi es el máximo representante del aristotelismo paduano; en su libro: De incostationibus reduce a causas naturales todos los fenómenos maravillosos o milagros que se atribuían a causas sobrenaturales. Defiende una concepción de la naturaleza rígidamente naturalista y determinista. El orden de la naturaleza es único e indestructible y el hombre está ligado y atado a ella; en nombre de la razón científica, Pompornazi atacará y polemizará a Pico, al que acusa de moverse por razones extra-científicas. Este califica el hombre de ” Miraculu Magnum”, por su intelecto especulativo por el que puede convocar el orden del mundo y el margen de libertad posible dentro de las leyes generales de la naturaleza.

En segundo lugar por su intelecto operativo que le permite actuar en el marco que le impone el orden universal y en tercer lugar el método ético, es decir la virtud universal que podemos lograr en esta vida. Pompornazi sostiene un punto de vista naturalista respecto al alma sin que sea lícito pensar en una vida inmortal. La grandeza del hombre reside en su virtud moral que es recompensa de sí misma; el valor de la vida humana no depende de la duración de la miseria. Para, Pico, el hombre alcanzó la perfección cuando se modula a sí mismo y exalta la libertad sobre la necesidad. Pompornazi reduce la libertad al marco de las leyes de la naturaleza y se realiza cuando actúa normalmente. El hombre puede recuperar la acción de los astros mediante su comportamiento moral. Estos son los dos polos opuestos del Renacimiento.

 

 

El Pensamiento Humanista

La idea renacentista del humanismo supuso otra ruptura cultural con la tradición medieval. Según el profesor estadounidense Paul Oscar Kristeller, este término, frecuentemente mal interpretado, significa la tendencia general del renacimiento a “conceder la mayor importancia a los estudios clásicos y a considerar la antigüedad clásica como la pauta común y el modelo a seguir en toda la actividad cultural”. Se estudiaron los textos clásicos y se enjuiciaron por sus propios valores; desde este momento ya no se utilizarían más para embellecer y justificar la civilización cristiana.

El gran interés por la antigüedad tuvo su expresión en la febril y fructífera búsqueda de manuscritos clásicos; se redescubrieron los Diálogos de Platón, los textos históricos de Heródoto y Tucídides, las obras de los dramaturgos y poetas griegos, así como de los padres de la Iglesia, que se publicaron críticamente por primera vez.

El estudio de la lengua griega se desarrolló en los siglos XV y XVI gracias a la emigración de eruditos bizantinos que, tras la caída de Constantinopla en manos del Imperio otomano en 1453, la enseñaron en Florencia, Ferrara y Milán. El estudio de la literatura antigua, de la historia y de la filosofía moral, aunque a veces degeneró en una imitación de los clásicos, tenía por objetivo crear seres humanos libres y civilizados, personas de gusto y juicio, ciudadanos, en definitiva, más que sacerdotes y monjes.

La perfección del cuerpo humano mediante el entrenamiento físico, ideal que raramente se conoció en la edad media, se convirtió en uno de los objetivos de la educación renacentista. Los estudios humanísticos, junto a los grandes logros artísticos de la época, fueron fomentados y apoyados económicamente por grandes familias como los Medici en Florencia, los Este en Ferrara, los Sforza en Milán, los Gonzaga en Mantua, los duques de Urbino, los dogos en Venecia y el Papado en Roma.

Es la manifestación ideológica y literaria del Renacimiento. Los hombres del Renacimiento trabajaron con mucho entusiasmo en estudiar metódicamente las obras de la antigüedad, explorando ruinas, exhumando manuscritos y salvando de su destrucción valiosos documentos. Para ello recibieron la protección de príncipes y Pontífices, que les estimularon en sus investigaciones.

Primeramente se sintió interés tan solo por los autores y el arte latina, pero pronto se llego a su fuente, o sea al arte y la cultura griega. Así se desarrollo una mentalidad erudita, critica y apasionada por las ciencias y las artes, que se centro en el hombre y sobrestimo los valores humanos, de ahí el nombre de Humanismo. La sobrestimación de estos valores y los descubrimientos geográficos y técnicos, crearon el orgullo y el individualismo del hombre renacentista. El Humanismo, tuvo sobre todo un carácter literario donde Dante y Boccaccio son considerados como precursores del mismo. Petrarca es considerado como el primer humanista.

Hasta la primera mitad del S. XVI, Italia había sido el centro del mundo privilegiado. Estas ideas humanistas se fueron extendiendo por otros países europeos mediante la imprenta que amplió enormemente el campo de lectura de las obras literarias editadas. También los viajes y los estudios en Universidades italianas permitieron la difusión de estas ideas humanistas. Así pues, el Humanismo se extendió por Europa gracias a intelectuales italianos llamados a las Cortes y las Universidades extranjeras, y a intelectuales europeos que se trasladaban a Italia atraídos por aquel foco cultural.  Entre el Humanismo italiano y el del resto de Europa hubo elementos comunes:

 

Sin embargo, en los países europeos, el Humanismo tuvo también rasgos propios, no coincidentes con los del Humanismo italiano: fuera de Italia, los humanistas eran más realistas, más críticos y profundizaron más en la política, en la investigación histórica y en la religión.

En el campo de la religión destaca Erasmo De Rotterdam (1466-1536), que influyó de forma determinante en el pensamiento de la primera mitad del S. XVI. Tuvo un profundo conocimiento del mundo y de la cultura clásica, fue un destacado crítico de textos y creía en la renovación del presente a través de las fórmulas de la Antigüedad clásica. En 1492 ingresó en la Orden de los Agustinos e introdujo en el Humanismo toda la problemática religiosa del momento, que se manifestaría abiertamente con Martín Lutero en 1517.

El apoyo de Erasmo A Reuchlin en su enfrentamiento con la Inquisición alemana, sobre la interpretación de la Biblia, está en la línea del Reformismo protestante al que, sin embargo, Erasmo no se unió, a pesar de la dura crítica que lanzó contras las costumbres y la Iglesia en su obra El elogio de la locura, una dura crítica hacia la superstición del bajo pueblo y la desmoralización de algunas altas jerarquías eclesiásticas. Otras de sus obras, como Los coloquios, supusieron un esfuerzo en la extensión o divulgación de la mentalidad humanista cristiana, en la que la moral personal y social ejerce un papel más importante que el propio dogma teológico e, incluso, la figura de Cristo adquiere una dimensión más humana y razonable de la que había tenido hasta entonces. Todo esto Erasmo lo planteó con un espíritu libre y abierto, que chocó con el rigorismo teológico de la Iglesia.

En Francia, el Humanismo se desarrolló frente a la Sorbona que era el centro tradicional de la Escolástica y contó con el apoyo de la monarquía que, bajo la dirección de Guillermo Gudé, creó el Colegio de Francia en 1530, donde se enseñaban las lenguas clásicas (latín, griego y hebreo) y las ciencias. Aquí destacó Lefebvre D’etaples. Sin embargo, la mejor representación del Humanismo francés fue el Gargantua y Pantagruel de Rebelais, donde su protagonista Gargantua destaca por ser un hombre pacífico y bondadoso que recibió una educación que mostraba las ventajas de la pedagogía racional de los humanistas, sobre los métodos tradicionales de la Sorbona. Se exalta la prudencia y el pacifismo y se condenan las guerras de conquista.

En Alemania, destacó Reuchlin, un excelente hebraísta y helenista, que planteó algunos problemas de tipo religioso que empujaron a sus seguidores hacia la Reforma protestante.

En Inglaterra, el Humanismo apareció en Oxford a finales del S. XV con el profesor italiano Cornelio Viteli. Uno de sus discípulos, Guillermo Crocyn, se trasladó a Italia, donde conoce a algunos humanistas y al volver a Inglaterra impartió también en Oxford.  A este pequeño grupo de humanistas se unió Juan Colet, que también había viajado por Italia y había conocido a destacados humanistas italianos. Se interesó principalmente por el estudio de la Biblia y de los Padres de la Iglesia (sobre todo de S. Pablo y S. Agustín). Representó el núcleo inicial del humanismo inglés.

En España, el Humanismo penetró en la época de los RR.CC. y la propia Isabel siguió la moda de la época tomando lecciones de latín con Beatriz Galindo, La Latina. El Humanismo en España contó con el apoyo del Cardenal Cisneros. Gracias a su labor y otros personajes españoles y extranjeros, el Humanismo español estuvo formado por intelectuales católicos, cuya futura actuación en la obra de la Reforma y defensa de la Iglesia católica iba a ser decisiva.

En 1508, el Cardenal Cisneros crea la Universidad de Alkalá de Henares, centro de Humanidades al que acudirían los mejores humanistas españoles y extranjeros. Estos intelectuales estudiaron los manuscritos de las ‘Sagradas Escrituras’ y publicaron la Biblia Políglota Complutense, una auténtica obra de arte de la humanística española, que constaba de seis volúmenes y contenía el ‘Antiguo Testamento’ en caldeo, hebreo, griego y latín, comprendía el ‘Nuevo Testamento’ en griego y latín y tenía un vocabulario hebreo – caldeo y una gramática hebrea.

 

Dentro del Humanismo español las dos figuras más destacadas son:

 

BIBLIOGRAFÍA

 

LIBROS:

 

PÁGINAS DE INTERNET:

Citar este texto en formato APA: _______. (2011). WEBSCOLAR. Filosofía Moderna. https://www.webscolar.com/filosofia-moderna. Fecha de consulta: 21 de noviembre de 2024.

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