a. Su vida
Gottfried Wilhelm von Leibniz (Leipzig, actual Alemania, 1 de julio de 1646 – Hannover, 14 de noviembre de 1716) fue un filósofo, matemático, jurista y político alemán, de origen sorbio, nacido en Leipzig en julio de 1646.
En 1672 fue enviado a París con la misión de disuadir a Luis XIV de su propósito de invadir Alemania; aunque fracasó en la embajada, Leibniz permaneció cinco años en París, donde desarrolló una fecunda labor intelectual. De esta época datan su invención de una máquina de calcular capaz de realizar las operaciones de multiplicación, división y extracción de raíces cuadradas, así como la elaboración de las bases del cálculo infinitesimal. En 1676 fue nombrado bibliotecario del duque de Hannover, de quien más adelante sería consejero, además de historiador de la casa ducal. A la muerte de Sofía Carlota (1705), la esposa del duque, con quien Leibniz tuvo amistad, su papel como consejero de príncipes empezó a declinar. Dedicó sus últimos años a su tarea de historiador y a la redacción de sus obras filosóficas más importantes, que se publicaron póstumamente.
Representante por excelencia del racionalismo. Leibniz situó el criterio de verdad del conocimiento en su necesidad intríseca y no en su adecuación con la realidad; el modelo de esa necesidad lo proporcionan las verdades analíticas de las matemáticas. Junto a estas verdades de razón, existen las verdades de hecho, que son contingentes y no manifiestan por sí mismas su verdad. El problema de encontrar un fundamento racional para estas últimas lo resolvió afirmando que su contingencia era consecuencia del carácter finito de la mente humana, incapaz de analizarlas por entero en las infinitas determinaciones de los conceptos que en ellas intervienen, ya que cualquier cosa concreta, al estar relacionada con todas las demás siquiera por ser diferente de ellas, posee un conjunto de propiedades infinito.
b. Estudios
En 1661 ingresó en la universidad de su ciudad natal para estudiar leyes, y dos años después se trasladó a la Universidad de Jena, donde estudió matemáticas con E. Weigel. En 1666, la Universidad de Leipzig rechazó, a causa de su juventud, concederle el título de doctor, que Leibniz obtuvo sin embargo en Altdorf; tras rechazar el ofrecimiento que allí se le hizo de una cátedra, en 1667 entró al servicio del arzobispo elector de Maguncia como diplomático, y en los años siguientes desplegó una intensa actividad en los círculos cortesanos y eclesiásticos.
c. Obras
Leibniz escribió principalmente en tres idiomas, en latín escolástico (ca. 40%), francés (ca. 35%) y alemán (menos de 25%). Durante su vida publicó muchos panfletos y artículos académicos, pero solo dos libros filosóficos, De Ars combinatoria y la Théodicée. Publicó numerosos panfletos, con frecuencia anónimos, en nombre de de la Casa de Brunswick, entre los que se destaca “De jure suprematum“, una importante consideración sobre la naturaleza de la soberanía.
Otro libro sustancial apareció póstumamente, su Nouveaux essais sur l’entendement humain, el cual había evitado publicar trás la muerte de John Locke. Solamente hasta 1895, cuando Bodemann completó su catálogo de los manuscritos y la correspondencia de Liebniz, se esclareció la enorme extensión de su Nachlass: aproximadamente 15,000 cartas a más de 1000 recipiedarios además de 40,000 items adicionales, sin contar que muchas de dichas cartas tienen la extensión de un ensayo. Gran parte de su vasta correspondencia, en particular las cartas fechadas después de 1685, permanecen sin publicar, y mucho de lo que se ha publicado lo ha sido apenas en décadas recientes.
Las partes existentes de los escritos de Leibniz critical edition están organizadas de la siguiente manera:
- Serie 1. Correspondencia política, histórica y general. 21 vols. 1666-1701.
- Serie 2. Correspondencia filosófica. 1 vol. 1663-85.
- Serie 3. Correspondencia matemática, científica y técnica. 6 vols. 1672-96.
- Serie 4. Correspondencia política, histórica y general. 21 vols. 1666-1701.
- Serie 5. Escritos políticos. 6 vols. 1667-98.
- Serie 6. Escritos históricos y lingüíticos. inactivo.
- Serie 7. Escritos filosóficos. 7 vols. 1663-90 y Nouveaux essais sur l’entendement humain.
- Serie 8. Escritos científicos, médicos y técnicos. En preparación.
La catalogación de la totalidad de los Nachlass de Leibniz se inició en 1901. Dos guerras mundiales y décadas de división alemana, obstaculizaron grandemente el ambicioso proyecto de edición que debe tratar con el empleo de siete idiomas en cerca de 200,000 páginas de material impreso. En 1985 fue reorganizado e incluido en un programa conjunto de academias federales y estatales alemanas. Desde entonces las ramas en Potsdam, Münster, Hannover y Berlín han publicado en conjunto 25 volúmenes de la edición crítica (hasta 2006) con un promedio de 870 páginas por volumen (comparado con los 19 vólumenes desde 1923), más la preparación de índices y la labor de concordancia.
El pensamiento filosófico de Leibniz aparece de forma fragmentada, ya que sus escritos filosóficos consisten principalmente en una multitud de textos cortos: Artículos de revistas, manuscritos publicados mucho después de su muerte y gran cantidad de cartas con muchos correspondientes. Escribió únicamente dos tratados de filosofía, y el que fue publicado durante su vida, la Théodicée de 1710, es tanto teológico como filosófico.
El propio Leibniz fecha su inicio como filósofo con su Discurso sobre la metafísica, el cual elaboró en 1686 como un comentario a una disputa entre Malebranche and Antoine Arnauld. Esto condujo a una extensa y valiosa disputa con Arnauld ( Ariew & Garber 69, Loemker §§36,38); dicho cometario y el discurso no fueron publicados sino hasta el siglo XIX. En 1695 Leibniz realizó su entrada pública a la filosofía europea con un artículo titulado “Nuevo sistema de la naturaleza y comunicación de las sustancias” (Ariew & Garber 138, Loemker §47, Wiener II.4). En el período de 1695-1705 elaboró sus Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, un extenso comentario sobre An Essay Concerning Human Understanding(1690) de John Locke, pero al enterarse de la muerte de Locke en 1704 perdió el deseo de publicarlo, de modo que los Nuevos Ensayos, no fueron publicados sino hasta 1765. La Monadologie, otra de sus obras importantes, compuesta en 1714 y publicada póstumamente, consiste de 90 aforismos.
Leibniz conoció a Spinoza en 1676 y leyó algunos de sus escritos sin publicar y se sospecha desde entonces el haberse apropiado de algunas de sus ideas. A diferencia de Descartes, Leibniz y Spinoza tenían una rigurosa educación en filosofía. La disposición escolástica y aristotélica de su mente revelan la fuerte influencia de uno de sus profesores en Leipzig, Jakob Thomasius, quien supervisó además su tesis de grado. Leibniz también leyó vorazmente a Francisco Suárez, un jesuita español, respetado incluso en las universidades luteranas. Tenía un profundo interés en los nuevos métodos y conclusiones de Descartes, Huygens, Newton y Boyle, pero observaba sus trabajos desde una perspectiva bastante influida por las nociones escolásticas. Sin embargo, sigue siendo notable el que sus métodos y preocupaciones anticipan con frecuencia la lógica, y la filosofía analítica y lingüística del siglo XX.
d. Aportes
Leibniz se conoce entre los filósofos por su amplia gama de contribuciones sobre el pensamiento sobre ideas y los principios filosóficos fundamentales, incluyendo verdad, las verdades necesarias y contingentes, los mundos posibles, el principio de la suficiente razón (es decir, que nada ocurre sin una razón), el principio de la armonía preestablecida (es decir, que el dios construyó el universo de una manera tal que correspondan ocurran los acontecimientos mentales y físicos simultáneamente), y el principio del noncontradiction (es decir, que cualquier asunto de el cual una contradicción pueda ser derivada es falso). Leibniz tenía un interés en y una búsqueda de por vida de la idea que los principios del razonamiento se podrían reducir a un sistema simbólico formal, a una álgebra o al cálculo del pensamiento, en el cual la controversia sería colocada por cálculos.
Las contribuciones de Leibniz en el campo del cálculo infinitesimal, efectuadas con independencia de los trabajos de Newton, así como en el ámbito del análisis combinatorio, fueron de enorme valor. Introdujo la notación actualmente utilizada en el cálculo diferencial e integral. Los trabajos que inició en su juventud, la búsqueda de un lenguaje perfecto que reformara toda la ciencia y permitiese convertir la lógica en un cálculo, acabaron por desempeñar un papel decisivo en la fundación de la moderna lógica simbólica. La contribución más conocida de Leibniz a la metafísica es su teoría de las mónadas, tal como la expuso en la Monadologie. Las mónadas son al ámbito metafísico lo que los átomos son al ámbito físico/fenomenal; las mónadas son los elementos últimos del universo. Son “formas del ser substanciales” con las siguientes propiedades: son eternas, indecomponibles, individuales, sujetas a sus propias leyes, no-interactivas, y cada una es un reflejo de todo el universo en un armonía preestablecida. Las mónadas son centros de fuerza; la substancia es fuerza, mientras el espacio, la materia, y el movimiento son meramente fenomenales.
Como filósofo, Leibniz mostró ese plurifacetismo que caracterizó su actividad mental en general. Sus simpatías eran muy vastas, sus convicciones eran eclécticas, y su objetivo no era tanto el de un pensador sintético que hubiese fundado una nueva filosofía, sino el de un diplomático filósofo, que quisiera reconciliar todos los sistemas ya existentes a base de demostrar su armonía esencial. Consecuentemente, su punto de partida fue muy distinto del de Descartes. Descartes creía que su primera obligación era dudar de las conclusiones de sus predecesores. Leibniz era de opinión que su deber era mostrar cómo casi todos sus predecesores habían llegado a la verdad. Descartes estaba convencido, o por lo menos asumía la convicción, que todos los filósofos anteriores a él habían errado, dado que todos habían parecían haber caído en contradicciones inextricables. Leibniz estaba igualmente convencido que todos los grandes sistemas están fundamentalmente de acuerdo, y de que la unanimidad que muestran acerca de lo esencial es una buena indicación de que están en lo correcto. Consecuentemente, Leibniz resolvió no aislarse de los esfuerzos literarios, filosóficos y científicos de sus predecesores y contemporáneos. Más aún, resolvió utilizar todo lo que la mente humana había logrado hasta sus días y buscar el consenso donde parecían reinar la discordia y la contradicción, y, de ese modo, establecer una paz duradera entre escuelas contrarias. Incluso pensadores tan dispares como Platón y Demócrito, Aristóteles y Descartes, la Escolástica y los modernos naturalistas mantienen algunas doctrinas en común, y Leibniz considera la tarea de su filosofía realzar esas doctrinas, explicar sus múltiples alcances, resolver sus aparentes contradicciones y, así, lograr un triunfo diplomático allí donde otros, como Descartes, habían agravado la confusión. La filosofía a la que Leibniz asignó la pacificación como uno de sus objetivos, es un idealismo parcial.
Los principios de Leibniz
Leibniz recurría de forma libre a uno u otro de siete principios fundamentales:
- Identidad / Contradicción.
- Identidad de los indicernibles.
- Razón suficiente.
- Armonía preestablecida.[
- Continuidad.
- Plenitud.
Conocimiento
Percepción y apercepción. Las mónadas tienen percepciones. Pueden ser claras u oscuras. Las cosas tienen percepciones sin conciencia. Cuando los percepciones tienen claridad y conciencia y a un tiempo van acompañadas por la memoria, son apercepción, propia de las almas. Las humanas pueden conocer verdades universales y necesarias. Así, el alma es espíritu. En la cumbre de la escala de las mónadas está la divina. Una buena fuente para profundizar esto último se encuentra en la Monadología. Leibniz distingue entre verdades de razón y verdades de hecho. Las primeras son necesarias. Las segundas no se justifican “a priori”, sin más. Dos y dos son cuatro es una verdad de razón. “Colón descubrió América” es una verdad de hecho, porque pudo haber sido de otra manera, es decir, “Colón no descubrió América”. Pero Colón descubrió América porque ello estaba en su ser individual, Colón (mónada). Las verdades de hecho, están incluidas en la esencia de la mónada. Pero solamente Dios conoce todas las verdades de hecho, porque en su omnisciencia y omnipotencia no puede haber distinciones de verdades de razón y de hecho de cada mónada. Sólo Dios puede comprender las verdades de hecho, pues ello presupone un análisis infinito.
Leibniz, en el orden del conocimiento, afirmará un tipo de innatismo. Todas las ideas sin exclusión proceden de la actividad interna que le es propia a cada mónada. Las ideas por ello son innatas. Leibniz se opondrá a Locke y a todo el empirismo inglés.
Principio de Razón Suficiente
El principio de razón suficiente, enunciado en su forma más acabada por Gottfried Leibniz en su “Teodicea”, afirma que no se produce ningún hecho sin que haya una razón suficiente para que sea así y no de otro modo. De ese modo, sostiene que los eventos considerados azarosos o contingentes parecen tales porque no disponemos de un conocimiento acabado de las causas que lo motivaron. El principio de razón suficiente es complementario del principio de no contradicción y su terreno de aplicación preferente son los enunciados de hecho; el ejemplo tradicional es el enunciado “César pasó el Rubicón”, del cual se afirma que, si tal cosa sucedió, algo debió motivarlo.
Otros aportes
Descubrió el cálculo infinitesimal, independientemente de Newton, y su notación es la que se emplea desde entonces. También descubrió el sistema binario, fundamento de virtualmente todas las arquitecturas de las computadoras actuales. Junto con René Descartes, y Baruch Spinoza es uno de los tres grandes racionalistas del siglo XVII. Su filosofía se enlaza también con la tradición escolástica y anticipa la lógica moderna y la filosofía analítica. Leibniz también hizo contribuciones a la tecnología, y anticipó nociones que aparecieron mucho más tarde en biología, medicina, geología, teoría de la probabilidad, psicología, ingeniería, y ciencias de la información.
e. Influencias
Leibniz llegó a ser bien conocido en el mundo erudito de Inglaterra de fines del siglo diecisiete y de principios del dieciocho. Su residencia en París lo puso en contacto con los grandes hombres de la corte de Luis XIV, del mismo modo que con todos los escritores que en esa época se distinguían en el mundo de la ciencia o de la teología. Fue, sin embargo, en su propio país donde llegó a ser reconocido como filósofo. La multiplicidad de sus intereses y la variedad de tareas que se propuso lograr no fueron favorables para el desarrollo de sus doctrinas filosóficas. Fue gracias a los esfuerzos de su seguidor Christian Wolff, quien redujo sus enseñanzas a una forma más compacta, que pudo ejercer la influencia que logró sobre el movimiento conocido como la Iluminación Alemana. De hecho, hasta que Kant comenzó la exposición pública de su filosofía crítica, Leibniz fue la mente dominante en la filosofía de Alemania. Su influencia fue, vista globalmente, saludable. Él hizo su parte para detener la ola de materialismo, y ayudó a preservar los ideales espirituales y estéticos hasta el momento en que pudieran ser tratados constructivamente, tal como fueron por los más grandes pensadores del siglo diecinueve.
Citar este texto en formato APA: _______. (2010). WEBSCOLAR. Gottfried Leibniz. https://www.webscolar.com/gottfried-leibniz. Fecha de consulta: 22 de diciembre de 2024.