Se cuenta que, hace unos 200 000 años, un grupo de niños de una tribu que vivía cerca de un estuario jugueteaba en la playa. El mar estaba en extraordinaria calma y las gaviotas, emitiendo sonoros graznidos, se posaban en el agua y después emprendían el vuelo. De vez en cuando una de ellas descansaba sobre algún tronco que flotaba en las tranquilas aguas. Un niño del grupo observó la acción de esa gaviota. Su mente primitiva seguramente se maravilló de lo que veía, y luego comunicó el hecho a sus compañeros. Su curiosidad lo llevó a acercarse al tronco y, una vez que la gaviota voló, saltó sobre él, dándose cuenta de que también podía mantenerse a flote. En ese momento se había descubierto la embarcación. Aquel día, sin lugar a dudas, el niño sintió que el mar, todo el océano, le pertenecía.
Los primeros desplazamientos del hombre sobre el agua en embarcaciones propulsadas por él mismo se remontan a la prehistoria, cuando en troncos ahuecados, pescaba, cazaba y cruzaba ríos y lagos. Más recientemente, en términos históricos, los indios norteamericanos daban el nombre de canoas a sus embarcaciones propulsadas por remos. Algunos de esos especimenes pueden verse en museos, apreciándose que sus líneas han inspirado las de las canoas modernas. El testimonio más antiguo que existe representa una canoa y una pala de plata, de más de seis mil años de antigüedad, descubierta por el arqueólogo inglés Sir Leonard Woolley en la tumba de un rey Sumerio, en Ur, a las orillas del Eúfrates, para que realizara su viaje por el río del más allá, este motivo se repetirá a lo largo de la historia de la humanidad, en otras civilizaciones. La pesca mar adentro era desconocida para esos individuos, debido a la dificultad y los peligros que entrañaba aventurarse en el mar con pequeñas canoas y balsas. Posteriormente se dieron cuenta de que el océano era una senda abierta para viajar. Seguramente, el transporte por tierra nunca resultó fácil para los hombres de la antigüedad: las montañas y los desiertos bloqueaban los caminos, y las tribus hostiles negaban el paso o exigían tributo a los viajeros. En contraste, el mar se mostraba abierto para todos. De modo que, cualquiera que pudiera construir una embarcación y tuviera el valor y la destreza necesarios, podía hacerse a la mar.
El hombre realizó el primer viaje por agua montando un tronco, aunque pronto advirtió que si unía varios de ellos, amarrándolos con fibras obtenidas de diferentes plantas, encontraba mayor comodidad y podía navegar por más tiempo. Esto dio origen, probablemente, a las primeras balsas, las cuales fueron mejorando conforme se les agregaban aditamentos, como flotadores construidos con manojos de caña y juncos huecos. De estos materiales está hecho el kunun, embarcación evidentemente primitiva que consta de un tronco colocado en el centro de dos flotadores en los extremos, y que es utilizada todavía en los lagos africanos, en Perú y en el Lago Titicaca. Así pues, este tipo de balsas ha sido empleado durante varios milenios, desde la cultura egipcia hasta la actualidad. El nombre de balsa fue dado a dicha embarcación por que el árbol de donde se extraen los troncos para construirla se llama palo balsa, cuya madera es demasiado blanda y poco pesada, por lo que flota muy bien, aunque es necesario cubrirla con resina para evitar que absorba agua.
En la península de Yucatán, en Chichen Itzá, aparece otra representación de canoas en un mural de mil ciento cincuenta años a. C., y en las ruinas de Tikal, en el corazón de Guatemala, se encuentran 700 años a.C. huesos con grabados que representan canoas. El siguiente paso que posiblemente dio el hombre para elaborar sus embarcaciones fue el de la excavación de un tronco, en cuyo hueco se introducía para navegar. Este es el origen de las piraguas. La primera referencia sobre ellas data de la edad de bronce. Se cree que, además, los hombres primitivos formaban armazones con ramas flexibles y las cubrían con cortezas de árbol o con pieles.
Los botes de corteza de árbol y de piel tienen sus representantes en el kayac de los esquimales, construido con piel de foca, y en el umiak, hecho con una armazón de palos sobre la cual se tienden pieles de morsa. Se puede pensar que las piraguas y los botes marcan el origen del barco. Las primeras embarcaciones fueron impulsadas con manos y pies, pero después se usaron elementos sencillos de apoyo: varas largas que eran apoyadas en el fondo para dar empuje, o tablas planas, que pueden considerarse como precursoras de los remos. Posteriormente se fabricaron embarcaciones más estables, como las canoas dobles, creadas mediante la unión de dos botes pequeños. A su vez, las de una sola pieza eran construidas cada vez con mayor calado o profundidad.
Esta, conocida como Dalca, se diferenciaba de la de los alacalufes y yámanas porque era realizada con tablas. Se asemejaba en su aspecto general por su forma y por que la unión de las tablas era realizada por medio de una costura con fibras vegetales. En este punto coincide con la evolución natural en la construcción de embarcaciones antes del uso de la clavija de madera, luego reemplazada por el metal (barcos egipcios en adelante).
La dalca es de una técnica constructiva muy distinta a la aplicada en la realización de canoas de corteza. Aunque exteriormente pueden parecer similares, los principios constructivos difieren totalmente. Las más primitivas estaban compuestas por 3 o 5 planchas de madera cosidas. La madera utilizada era obtenida del alerce que tiene la particularidad de rajarse longitudinalmente. A si es como a los troncos le aplicaban cuñas y a fuerza de golpes obtenían planchas (maderable por cuña). Estas planchas eran expuestas al agua y luego al fuego para flexibilizarlas y darles la forma buscada.
La canoa tiene su posterior desarrollo en una embarcación de transporte, abierta, utilizada por los pueblos canadienses para cubrir grandes distancias con sus mercancías o para llevar el correo, aprovechando en algunos casos la bondad de las aguas y en otros superando la agresividad de rápidos y corrientes. En sus orígenes este tipo de embarcaciones se construían a base de troncos de madera o pieles de animales, previamente tratadas. Hoy en día, las más nobles maderas trabajadas convenientemente, han llevado a la construcción de unas embarcaciones extremadamente ligeras y, más recientemente, la fibra de carbono ha añadido una resistencia superior a aquellas embarcaciones extremadamente ligeras.
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