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La brecha tecnológica

Según los indicadores, países como Perú está creciendo a más velocidad de lo que crece Europa en torno a la sociedad de la información, sin embargo toda la brecha tecnológica es de casi un milenio. Desde mediados de los noventa, la explosión de Internet y de las llamadas nuevas tecnologías de la información ha desembocado en intensos debates y especulaciones sobre su impacto sobre la economía, la sociedad y la política. Desde muchos sectores se espera que Internet sea un nuevo y poderoso mecanismo a través del que poder transformar las actuales tendencias de inequidad social. Así mismo, se espera que tecnologías como Internet puedan convertirse en una nueva plataforma a través de la que fortalecer los vínculos entre los ciudadanos y sus representantes, facilitar nuevas formas de comunicación en las esferas públicas y ampliar las oportunidades para el desarrollo en el marco de una sociedad global.

 

La historia de Internet puede definirse como una trayectoria de crecimiento exponencial en cuanto al número de usuarios conectados a la red. Este proceso de rápido crecimiento ha hecho que se llegara a pensar que todo el mundo sería capaz de disfrutar los nuevos beneficios que acompañan a la aparición de las nuevas tecnologías. A pesar de estos pronósticos, la realidad nos muestra una situación muy diferente. Tanto Internet como el resto de nuevas tecnologías son dominadas por Estados Unidos, si bien se accede ampliamente a ellas en el conjunto de los países desarrollados y en las ciudades principales de aquellos que se encuentran en proceso de desarrollo. Sin embargo, los intentos destinados a extender el acceso dentro de estos países han sido lentos y no han obtenido los frutos que, en un principio, se esperaba de ellos.

 

En otras palabras, podríamos decir que los países en vías de desarrollo no están disfrutando de las posibilidades que acompañan a Internet y al resto de nuevas tecnologías. En alguno de estos países apenas se tienen escasas noticias sobre Internet y sus potenciales capacidades. En este sentido, uno de los principales retos que estas áreas deben afrontar es el fortalecimiento de sus estrategias de integración dentro de los procesos globalizadores teniendo en cuenta el papel de estas nuevas tecnologías. De no hacerlo, tal y cómo ha estado ocurriendo hasta el momento, estos países corren un gran riesgo: aumentar, aún más si cabe, la distancia que los separa de los países desarrollados consolidando un fenómeno que durante los últimos años ha recibido la etiqueta de “brecha digital”.

 

Un 80% de la población mundial vive en países en vías de desarrollo y la pobreza se concentra en estos países. En estas condiciones se verifica un escalofriante principio: aquellos que más tienen son los que obtienen los mayores beneficios de Internet, mientras que aquellos que tienen las mayores necesidades son los que tienen un menor acceso a las nuevas tecnologías y a sus potencialidades.

 

No obstante, hablar de “brecha digital” no supone hablar únicamente de tecnología sino que debe hacerse referencia también a la existencia de una “brecha mental” que comprende la habilidad en el manejo de computadoras, la capacidad en el idioma inglés ( y que ya ha sido bautizado como el “idioma de la red” ya que un 75% de la información generada en Internet es en inglés ) y sentirse cómodo y familiar con estas tecnologías y su aprendizaje. En este sentido, experiencias recientes han demostrado que instalaciones costosas de hardware de computadoras pueden ser completamente inútiles si nadie sabe cómo usarlo y mantenerlo.

 

Los niveles de la brecha
Cuando se habla de brecha digital tiende a identificarse al fenómeno como una realidad de una única dimensión, la que separa a los países desarrollados de aquellos que están en proceso. Con la adopción de esta perspectiva se estarían cometiendo diversos errores al dispensar un análisis inadecuado ante una realidad que se desagrega en diferentes niveles. Así, no podemos olvidar que dentro de cada región existe una brecha digital y que esta situación se repite cuando descendemos a nivel nacional. En este sentido, en casi cada país, un cierto porcentaje de población ( habitualmente un núcleo reducido ) dispone de los computadores más poderosos, del mejor servicio telefónico y de los más rápidos accesos a Internet2 . Las barreras que el resto de la población debe afrontar en referencia al uso de Internet son similares a las que sufre la población en los países en desarrollo: elevados costes para el acceso y la instalación; ausencia de accesos, ausencia de habilidades y formación así como destacados niveles de analfabetismo.

 

La brecha digital, pues, es un problema común en todo el mundo ( y no sólo un problema de los países en vías de desarrollo ) y manifiesta características similares en diferentes países. No obstante, existe una gran diferencia. En los países desarrollados los gobiernos han empezado a establecer estrategias y a adoptar un conjunto de medidas para solventar el problema. La falta de recursos es un obstáculo demasiado grande para que los países en desarrollo adopten iniciativas similares ( a pesar de que algunos han empezado a trabajar en ello ).

 

Por otro lado, en los últimos años se ha profundizado en las repercusiones de la brecha y los estragos que ésta causa dentro de la sociedad. Básicamente creando perjuicios generacionales y de género. Así algunos datos revelan que los hombres ya dominan el nuevo mundo de la información y la tecnología3  destacando que esta tendencia comienza a temprana edad4 . La brecha de género es evidentemente grande y si no se detiene esta tendencia, o si se permite que este proceso sea neutro en términos de género, las mujeres se quedarán atrás aún más en la sociedad del conocimiento y la información del futuro.
En resumen, los diversos datos y previsiones que han ido apareciendo no hacen más que revelar cómo la brecha digital no sólo existe entre sociedades, sino que también se manifiesta dentro de ellas. El uso de Internet se encuentra, en consecuencia, estratificado. Además del factor género, el uso de Internet resulta mucho más común en jóvenes, habitantes del medio urbano y personas con niveles superiores de formación e ingresos que en personas de edad avanzada, mujeres y habitantes del medio rural.

 

Factores clave a tener en cuenta
No indicamos nada nuevo si anunciamos que la mayoría de las infraestructuras de información son articuladas por los países desarrollados mientras la mayoría de los países del mundo sufre una carencia de las mismas. Este hecho puede encontrar diversas explicaciones. Una de ellas es la que nos indica que en la mayor parte de países en vías de desarrollo esta infraestructura ha ocupado los últimos lugares en la agenda política mientras que otros objetivos de cara a encauzar el ansiado desarrollo han recibido una mayor prioridad. Como resultado, esta infraestructura ha permanecido escasamente desarrollada y el coste de usarla ha sido mucho más elevado en los países en vías de desarrollo que en aquellos ya desarrollados ( Uimonen, 1997 ).
Otra de las explicaciones fundamentales aquí se centra en el coste del equipo necesario. Hoy el número de PCs por habitante es aproximadamente 130 veces más elevado en los países desarrollados y el coste de un PC supone una cantidad astronómica de dinero para los ciudadanos de los países en vías de desarrollo.

 

Crear una infraestructura mínima es una reto tremendamente complejo para los países en desarrollo, ya que hacerlo supone una inversión que la mayoría de estos países no puede permitirse6 .
En estas circunstancias, es difícil generar el acceso a Internet. No obstante, debemos recordar que Internet debe convertirse en una herramienta de desarrollo con un acceso garantizado para los grupos sociales más débiles; pero eso no significa necesariamente disponer de acceso individual.

 

La mayor parte de gente en los países en desarrollo nunca tendrá su propio PC y muchos países no tendrán la capacidad de invertir en la infraestructura necesaria para generar un acceso individual. Si bien la idea de la conectividad individual debe abandonarse en tanto que constituye un objetivo irreal, deben explorarse las alternativas posibles.

 

En este sentido, teóricos como Navas Sabater ( 2000 ) han incidido en que las nuevas tecnologías pueden jugar un rol muy significativo de cara a incrementar el acceso a los servicios de comunicación e información especialmente en las áreas remotas o rurales que más sufren las carencias de infraestructura. De acuerdo a estas y otras opiniones, lo cierto es que los telecentros han sido promocionados como la solución para hacer mucho más accesible la Internet. Así, atendiendo a las consideraciones de organismos como el Banco Mundial los telecentros pueden constituir una poderosa herramienta para el desarrollo y en un instrumento efectivo para la lucra contra la pobreza. Estos espacios tienen la potencialidad de convertirse en un eje básico a nivel comunitario a través del que dispensar varios servicios de información.

 

Bajo estas premisas se han llevado cabo diversas iniciativas a nivel mundial, especialmente en América Latina. Por ejemplo, la Corporación Encuentro ha llevado a cabo una iniciativa destinada a la implementación de Telecentros en la comunidad de Peñaloén ( Chile ), tratando de capacitar a la población en el uso de los servicios electrónicos y en la organización de contenidos de interés local además de los servicios básicos que ofrece el telecentro. Así mismo, debe destacarse el papel de la Red de Desarrollo Sustentable en Honduras que trabaja con el objetivo de proveer herramientas y conocimientos referentes a las nuevas tecnologías de la información entre la población más desfavorecida del país. En colaboración con el Centro de Enseñanza y Aprendizaje en Sistemas de Información se ha llevado a cabo un telecentro.

 

Bajo estos mismos parámetros son destacables las iniciativas llevadas a cabo en la zona propiamente andina. Por ejemplo, en Bolivia hallamos Fundetic ( Fundación para el Desarrollo de las Tecnologías de la Información, las Comunicaciones y el Conocimiento ). Esta organización sin fines de lucro ( integrada por diversas organizaciones privadas, universidades y ONGS ) se presenta con la misión de democratizar el acceso a la tecnología y todas las ventajas educativas de Internet. Su objetivo, es reducir la brecha digital que el país tiene con el resto del mundo a través de dos pilares: la conectividad ( con telecentros y el acceso masivo a Internet ) y la parte educativa. El proyecto se ha iniciado ya con la donación de 500 computadoras y se pretende que todos los sectores de la población tengan acceso a Internet en el tiempo más breve posible, tratando de buscar un aumento real en el estándar de vida de los bolivianos.

 

EDUCACIÓN Y TECNOLOGÍA AL SERVICIO DEL DESARROLLO HUMANO

¿Cómo interactúan la educación, las nuevas tecnologías y el desarrollo humano? Analizando nuestro sistema de desarrollo actual, nos damos cuenta de que algo está fallando. El modelo de crecimiento que seguimos está provocando graves desequilibrios de carácter económico, social y medioambiental. Una de las principales raíces del desequilibrio se encuentra en la gran concentración de conocimiento y capacidad de investigación en los países más desarrollados. Por ejemplo, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Humano, PNUD (http://www.undp.org ), la mayoría de las enfermedades del mundo (90%) recibe sólo el 10% del total de los recursos dedicados a la investigación en salud mundial.

 

En torno a estos temas se desarrolló, el pasado 18 de abril, en la ciudad de Barcelona, el diálogo de la cena-coloquio que organiza el Ámbito María Corral -entidad que gestiona el Servicio de Observación sobre Internet, SOI-. Se preguntó a los ponentes cómo la educación y las nuevas tecnologías pueden contribuir al desarrollo humano. Este Observatorio Digital (SOI) también fue invitado por tratarse de un tema clave en su línea de trabajo.

 

La moderadora del coloquio, Josefina González, Directora de la Fundación Ayudando Ayudar (http://www.helpingtohelp.org ), introdujo el tema comentando que el Ámbito -que promueve y cree en un sano y nuevo humanismo- ponía sobre la mesa un tema de diálogo que, aunque para los que no pertenecen a la denominada “generación Internet” pudiera parecer frío o abstracto,
indudablemente será fundamental en los próximos años y en la futura sociedad del conocimiento.

 

Aportaciones interdisciplinares de los ponentes
(http://www.ua-ambit.org/she148.htm )
¿Qué se entiende por “desarrollo”? Carles Martín Badell, Decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación de Cataluña, habló sobre desarrollo sostenible y afirmó que sólo hablando de sostenibilidad podemos añadir un cierto respeto por aquello que nos envuelve. Afirmó que “un bosque destruido tarda entre 30 y 50 años en volver a recuperarse y un litro de petróleo tarda millones de años en formarse, pero, a pesar de esto, hemos pasado todo el siglo XX sin preocuparnos de la naturaleza. Ahora, y esperemos que no sea demasiado tarde, empezamos a preocuparnos de un desarrollo diferente: respetuoso con el medio ambiente y con otras culturas… Espero que la sociedad de la información e Internet sean un
paso más para conseguir una sociedad sostenible y, en definitiva, más justa”.

 

Muchas son las voces que están poniendo de manifiesto la necesidad de reflexionar acerca de las causas y posibles efectos, y de la importancia de buscar soluciones. Esta actitud se ha visto muy bien reflejada en el éxito de público y de muchas de las propuestas del Forum Social Mundial de Porto Alegre, en Brasil. Las nuevas tecnologías, que también son tema de debate, pueden consolidarse como una herramienta que facilite el desarrollo o, por el contrario, convertirse en un instrumento que aumente las desigualdades.

 

Otro aspecto analizado en este coloquio fue la necesidad de replantear los modelos de cooperación con el desarrollo. Artur Serra, doctor en Antropología Cultural y Coordinador del Centro de Aplicaciones de Internet de la Universidad Politécnica de Cataluña, afirmó que los esquemas de cooperación de la era industrial ya no son operativos y no corresponden a la realidad. Varios países en vías de desarrollo están produciendo programas y productos informáticos, muchas veces más avanzados que los países europeos. “Tenemos que empezar a pensar si algunos de estos países, como India, China y Brasil, serán las nuevas potencias de la sociedad de la información; si en los próximos 50 años, estos países serán los principales beneficiarios de
Internet, una tecnología que se basa en el capital humano”.

 

Para la preparación de este capital humano, el antropólogo propone la creación de un nuevo currículo para las escuelas, el “Quintivium”. El objetivo es que los niños tengan capacidad de diseñar nuevas tecnologías, que no sean sólo usuarios; que sean capaces de saber qué quieren hacer; que estén conectados al mundo físico y al mundo “on line” a través de las redes, y que, especialmente, tengan un sentido de libertad y de humor. Internet es un sistema de innovación distribuido y esta “cultura” también debería ser aplicada en las escuelas.

 

Sabemos que las nuevas tecnologías no son una solución en sí mismas; pueden generar desarrollo si van acompañadas de otras políticas de carácter económico, social y educativo. Respecto a las acciones políticas, Joan Prats Catalá, Director del Instituto Internacional de Gobernabilidad de Cataluña (http://www.iigov.org ), comentó que si la producción tecnológica sigue en manos de unas transnacionales cuyas redes representan casi el 30% del PIB mundial y además está orientada por la demanda de los consumidores con mayor poder adquisitivo, será muy difícil revertir el incremento de la desigualdad. Pero si los gobiernos de los países en desarrollo no superan determinados bloqueos institucionales y emprenden toda una serie de políticas para facilitar el acceso y la utilización productiva de la información y el conocimiento en las nuevas redes internacionales, tampoco será posible revertir la tendencia. Todo esto implica la necesidad de introducir las nuevas tecnologías, y especialmente las de información y conocimiento, en la agenda de desarrollo de nuestro tiempo.

 

Por su parte, Carme Panchón Iglesias, Decana de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Barcelona, destacó la importancia de la educación como camino hacia un verdadero desarrollo humano. Hizo especial hincapié en la necesidad de preguntarnos “¿a dónde queremos llegar?”, y ¿qué modelo social queremos introducir en esta sociedad de la información? En este sentido es destacable el crecimiento que está teniendo el sector de la formación a distancia a través de la aplicación de las nuevas tecnologías en muchos países, lo que está ayudando a superar barreras de aislamiento
social, económico y geográfico.

 

Quizás la educación sea una inversión a largo plazo, pero no hay duda de que también es un elemento clave para todo desarrollo humano sostenible y una necesidad en la preparación para la nueva sociedad del conocimiento.

 

El Observatorio Digital (SOI) contribuyó al coloquio con datos sobre la rapidez con que ocurren los avances tecnológicos, también en el terreno educativo; y la necesidad de investigar nuevos modelos de desarrollo que aporten elementos económicos, éticos y tecnocientíficos que lleven a un crecimiento humano justo y sostenible. Además, aportó algunos ejemplos y
experiencias que demuestran que las nuevas tecnologías pueden ayudar al desarrollo humano sostenible si hay tesón y creatividad. Apostó además por una mentalidad que no se centre en la obtención de datos “on line” en Internet, sino también en el trabajo fuera de línea que permite acceso a la información a personas con equipos
poco dotados.

 

Referencias Bibliográficas


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http://zdnet.com.com/2100-11-529162.html?legacy=zdnn   [ consulta: 10 de mayo, 2003 ].

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UIMONEN, P. “The Internet as a toll for social development” [ en línea ] . United Nations research Institute for Social Development. 1997.http://www.isoc.org/isoc/whatis/conferences/inet/97/proceedings/G4/G4_1.HTM  [ consulta: 5 de noviembre, 2002 ].

 

 

Citar este texto en formato APA: _______. (2012). WEBSCOLAR. La brecha tecnológica. https://www.webscolar.com/la-brecha-tecnologica. Fecha de consulta: 23 de noviembre de 2024.

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