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Los roles sexuales, identidad y genes

INTRODUCCIÓN

El género es un principio de organización social, una construcción que incorporamos poco a poco y con un aprendizaje según unos patrones sociales y culturales y contempla actitudes, roles, capacidades, intereses y valores. Por ello, hablar de género y estudiar el sistema sexo/género implica tomar la realidad por dos extremos, en un lado las características físicas, las condiciones vitales; en el otro las características históricas, las condiciones sociales (Izquierdo, 1983).

A veces es difícil reflexionar sobre las cosas que consideras obvias y que normalmente incorporas a tu forma de hacer diaria, por eso preguntarnos sobre la identidad sexual y la coeducación nos suponía un reto más en nuestro trabajo. Pero es más, nos sentimos enseguida obligados y trabajar con los futuros educadores, ya que pensamos que serán quienes tengan responsabilidad sobre lo que en esto ocurra y nuestro deber sería por tanto intentar informarlos, de aquí la finalidad primordial de esta investigación.

Este trabajo tiene como finalidad dar a conocer aspectos de importancia sobre la educación sexual en nuestros docentes, jóvenes y público en general, ya que la educación sexual es un problema de todos… Teniendo clara esta concepción el contenido que se estará desarrollando en este trabajo informativo llevar algunos temas como los roles sexuales, la construcción de la identidad sexual y su diferencia con el término identidad de géneros, el cual ambas terminologías se confunden pero no son los mismos. Para poder responde a todas estas interrogantes, exhortamos al lector a leer el contenido de nuestro trabajo.

LOS ROLES SEXUALES, IDENTIDAD Y GENES

A. ROLES SEXUALES

1. Concepto

Rol es un término que proviene del inglés role, que a su vez deriva del francés rôle. El rol de género alude al conjunto de normas sociales y comportamentales generalmente percibidas como apropiadas para los hombres y las mujeres en un grupo o sistema social dado en función de la construcción social que se tiene de la masculinidad y femineidad. Éste sería la expresión pública de la identidad de género, y «se forma con el conjunto de normas, prescripciones y representaciones culturales que dicta la sociedad sobre el comportamiento» esperables para un sexo determinado.

Los roles sexuales son un patrón de conductas establecidas en una sociedad para el hombre y la mujer. También son considerados como las creencias y actitudes individuales acerca de los comportamientos esperados para ambos géneros en nuestra sociedad (Fitzpatrick, Salgado, Suvak, King y King, 2004). Sin embargo, las actividades consideradas adecuadas para el hombre y la mujer son diferentes en cada cultura (Coon, 1999). En la cultura mexicana la visión del hombre está asociada con el prototipo del rol instrumental. Por otro lado a la mujer se le relaciona con actividades encaminadas al rol expresivo (Díaz- Loving y Rocha, 2005).

La mayoría de las personas nos sentimos identificadas con uno de los dos sexos, es decir, nos autoconsideramos como hombres o mujeres. Esta identificación genérica, que suele estar sólidamente establecida en la pubertad, es un fenómeno complejo, pues está en relación con una amplia gama de variables, como las características del individuo, grupos sociales en los que éste se desenvuelve, pautas educacionales, etc.

La importancia de los roles sexuales queda patente en que ellos tienen tanto para la propia personalidad del individuo como para las relaciones grupales y sociales del mismo. El autoconcepto, la autoestima (a nivel individual), las relaciones de pareja, la familia, los grupos de amigos (a nivel grupal) y las relaciones sociales, políticas y económicas están en gran medida influidas por los roles sexuales.

2. Características

En nuestra sociedad, al igual que en otras muchas, ocurre un fenómeno que viene a aumentar considerablemente la importancia de la categorización hombre/mujer. Este fenómeno consiste en que los niños y niñas no sólo aprenden una serie de definiciones culturales de la masculinidad y la feminidad, que comprenden un amplio y diverso conjunto de asociaciones ligadas al sexo (como anatomía, función reproductora, división del trabajo y atributos de personalidad), sino que también aprenden, asociándolos con el sexo, rasgos que están metafóricamente o remotamente ligados a él, como pueden ser la angulosidad o redondez de un modelo abstracto. No parece, pues, que haya otra dicotomía en la experiencia humana que aparezca con más entidades asociadas que la distinción varón/hembra.

Los hombres se han reservado para sí el desempeño de aquellas tareas más importantes para el funcionamiento social, especialmente en la medida en que éstas implican el control sobre los demás aspectos de la dinámica social. Así, la economía, política, legislación, religión, educación, etc., han estado siempre en manos del hombre o bajo su supervisión. Igualmente, los varones han desarrollado una serie de mecanismos conducentes al mantenimiento y perpetuación de la situación descrita.

Estos mecanismos han consistido, fundamentalmente, en el fomento para los hombres y el impedimento para las mujeres de una serie de aptitudes, intereses, valores y rasgos de personalidad, y viceversa; así como en la difusión, a través de las instituciones sociales, de los dos conjuntos de rasgos estereotipados, masculino y femenino, de tal manera que los niños y niñas vayan aprendiendo los rasgos que se consideran propios de su sexo. Paralelamente se desarrollan una serie de mecanismos de control -judiciales, reforzamientos sociales, castigos, etc.- que favorecen el aprendizaje en cada sexo de su rol.

Las características propias de cada sexo que encontramos en las expectativas y prescripciones sociales son: los hombres son más inteligentes, fuertes, hábiles y ágiles que las mujeres; están interesados en valores teóricos, económicos y políticos, mientras que las mujeres lo están en valores estéticos, sociales y religiosos; la personalidad del hombre posee como rasgos la independencia, dominancia, motivación por el éxito e inexpresividad, y la de la mujer, la dependencia, afectividad y expresividad; el hombre tiene una sexualidad poderosa y activa, mientras que en la mujer el desarrollo de ésta es mínimo y tiene un carácter marcadamente pasivo.

Los resultados de las investigaciones que han intentado averiguar si esos dos conjuntos de rasgos estereotipados corresponden en la realidad a lo que son los hombres y mujeres y sus respectivos comportamientos han mostrado, en líneas generales (dada la enorme diversidad de comportamientos, aptitudes y actitudes comprendidas) que los hombres y mujeres se adecuan bastante en la práctica a lo que determinan las prescripciones sociales como propio de su sexo. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones han mostrado también que esa correspondencia entre las prescripciones sociales y la realidad se debe, fundamentalmente, a variables socioculturales y no a determinantes de tipo biológico.

B. CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD SEXUAL

1. Diferencia entre identidad sexual e identidad de género

De otro lado, el género es “la forma de referirse a la organización social de las relaciones entre los sexos”. Es decir, tradicionalmente el género ha sido la expresión social de la diferencia biológica entre “macho” y “hembra”. La oposición aquí suele darse entre lo “masculino” y lo “femenino”. Dado que es una expresión social, en el género hay infinidad de variaciones y posibilidades en torno de lo que es “ser masculino” y “ser femenina”.

Finalmente, la identidad sexual se referiría a la aceptación de la concordancia entre el sexo y el género, esto es: al reconocimiento de que se es macho y por tanto, se actuaría de modo masculino; que se es hembra y, por ende, se actuaría de modo femenino. Hay personas que no se adecuan a esta correspondencia y que rechazan la equivalencia. Hablamos de personas que se identifican más con el género asignado al sexo opuesto y así lo asumen.

El travestismo es una alternativa, dentro del espectro de la identidad sexual, en el que no hay una correspondencia necesaria entre el sexo y el género. Más adelante volveremos sobre este asunto. Aunque la diferencia entre “sexo” y “género” existe desde hace más de 50 años, la diferenciación permanece limitada al campo académico y a unos pocos sectores; ello genera un conflicto permanente para las personas que piensan que la separación entre “hombre” y “mujer”, se hace equivalente a la separación entre “masculino” y “femenino”. Mientras tanto, en la academia se promueve la aceptación de la diversidad, de la variación y de la multiplicidad de opciones. Por ello es muy importante que los y las estudiantes logren apropiarse de la diferenciación de estos términos.

Los procesos de socialización en jóvenes están atravesados por la sexualidad. Aunque el sexo biológico no varía, el género en cambio se modifica constantemente y la identidad sexual se cuestiona permanentemente. Preguntas tales como “¿Qué me gusta?”, ¿”Quién me atrae?”, “¿Qué soy”? se formulan durante la adolescencia y al iniciar la juventud, algunas veces de forma abierta, pero casi siempre en silencio

De otro lado, la posibilidad de experimentación sexual en la juventud es vivida como un proceso que se asume pero que rápidamente se olvida o se calla. Compartir amores, explorar otros cuerpos, saber qué gusta y qué disgusta, son procesos que se viven a toda velocidad y que pueden convertirse, eventualmente, en una ganancia, pero en lo sexual es algo vivido de manera discreta. Así, las relaciones entre hombres y mujeres no están mediadas solamente por la necesidad de contacto sexual ni de reproducción, sino que vinculan lo personal y lo social, lo biológico y lo histórico

C. LOS GENES Y OTROS FACTORES EN LA DIFERENCIACIÓN SEXUAL

Todos los embriones inician la vida con estructuras corporales femeninas y es hasta la 6ta semana cuando los andrógenos inundan los cuerpos de los niños destinados a ser varones e inician la formación de estructuras corporales masculinas. Los andrógenos son la hormona sexual masculina, sobre todo la testosterona.

Estas hormonas son responsables del desarrollo de los órganos sexuales masculinos internos y externos. La estructura básica es femenina. Si no se agrega nada nacerá como mujer. Estas hormonas producen un desarrollo en las estructuras cerebrales.

La circulación de hormonas antes o en el momento del nacimiento puede causar diferencias sexuales en la conducta. Los bajos niveles de hormonas sexuales antes o en el momento de nacer suponen que el embrión muestre características femeninas mientras que altos niveles suponen normalmente conductas masculinas.

Del total de los 23 pares de cromosomas, un par determina su sexo: XX mujer, XY varón. La mitad materna sólo puede aportar un cromosoma X, bien el que procedía de su madre Xm o el de su padre Xp. La mitad paterna sólo puede llevar el Xm materno y el Y, que obviamente procede de su padre. El sexo del hijo depende, en definitiva, de que el espermatozoide que fecunde al óvulo porte un cromosoma X o un Y.

El cromosoma Y contiene la información genética necesaria para iniciar el patrón corporal del hijo varón –el patrón masculino– en el inicio mismo de la vida, mientras que la doble dosis genética de los dos cromosomas X, de la hija, dirige el patrón de la feminidad2. Ahora bien, la identidad biológica de cada uno, que incluye ser XX o XY, es decir varón o mujer, no está́ confiada por la naturaleza solamente a la presencia o ausencia de un tipo de cromosoma del par 23.

Así pues, el sexo depende en primer lugar del par de cromosomas sexuales –XX o XY– y precisamente porque no es igual la dosis de genes de dos cromosomas X, que la de un par XY, cada embrión femenino tiene una tarea adicional: inactivar uno de los dos cromosomas X en cada una de las células de su organismo a excepción de las que van a producir los óvulos en los ovarios.

Las mujeres y varones nacen con distintos pares de cromosomas (XX para ellas, y XY para ellos). Esta diferencia parece dar una ventaja inmediata a las mujeres. Pero no sólo el par sexual tiene que ver, sino que el determinismo del sexo es más intenso. Las células germinales –óvulos o espermios– de cada mujer y de cada varón tienen en el ADN de todos y cada uno de los 22 pares de cromosomas restantes unas marcas químicas especificas, y una configuración espacial diferente. El hijo distingue el cromosoma de cada par procedente del padre, del procedente de la madre. Y, especialmente, en las primeras fases del desarrollo, lo heredado del padre y lo heredado de la madre intervienen de distinta forma en la formación de su cuerpo.

1. Influencia del ambiente

En algunos casos las pequeñas diferencias son alentadas y acentuadas por presiones sociales. En otros casos es la cultura que es quién crea las diferencias y ordena las actividades para hombres y mujeres. Esto se afirma al ver que los roles difieren de una cultura a otra. Los padres sin darse cuenta tratan a sus hijos de distinta manera que a sus hijas. Cuando somos pequeños la madre es quién nos ofrece los juguetes ya sea una muñeca o un carrito dependiendo del sexo del niño, los padres suelen dedicarse mas activamente a sus hijos varones y a tratarlos de forma más ruda. Las madres con educación superior y de clase media hablan más a sus hijas que a sus hijos.

En los aspectos que tratan igual a los niños y niñas es en lo referente a que aprendan a vestirse y ducharse por si mismos, los límites para alejarse de la casa, además la madre  mantiene una expectativa similar en lo referente a competencia. En cambio el padre tienen a conceder mayor atención a sus hijos varones, subraya en ellos la competitividad mientras que en las hijas las buenas relaciones y tiende a apoyar la dependencia en sus hijas y el logro, las grandes metas y el éxito en el trabajo y en sus hijos.

CONCLUSION

Por medio de la realización de este trabajo investigativo se pueden mencionar las siguientes conclusiones:

  1. La edad cronológica y, más aún, la edad de desarrollo, es un factor que condiciona en gran medida la identidad sexual, el rol sexual y la conservación de la identidad sexual,
  1. El sexo actúa también–de forma significativa: los niños se tipifican de forma más rígida que las niñas.
  1. Las circunstancias ambientales juegan un papel decisivo en este proceso:
  1. Nuestros datos no permiten decir que lo primero en adquirirse es la identidad de género, puesto que esta toma de conciencia se hace, en primer lugar, basada en características externas propias de los roles.

BIBLIOGRAFIA

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CASTERLAR, A. 2007. Los jóvenes y la constitución de la identidad sexual. Academia.edu. http://www.academia.edu/4080772/Los_jovenes_y_la_constitucion_de_la_identidad_sexual?login=abby_russo@hotmail.com&email_was_taken=true

GUZMAN, L. Roles sexuales, Roles de género y de poder. http://www.ts.ucr.ac.cr/binarios/docente/pd-000124.pdf

IZQUIERDO, M. J. (1983): Las, los, les. El sistema sexo/género y la mujer como sujeto de transformación social, Barcelona, Lasal.

Kohlberg, L. Análisis de los conceptos y actitudes infantiles relativos al papel sexual, desde el punto de vista del desarrollo cognitivo, en E. E. Maccoby, obra citada.

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MOYA, M. 1984. Los Roles Sexuales. Gazeta de Antropoligía.

http://www.ugr.es/~pwlac/G03_08Miguel_Moya_Morales.html

MISCHEL, W. «Las diferencias sexuales en la conducta desde el punto de vista del aprendizaje social», en E. E. Maccoby: Desarrollo de las diferencias sexuales (1966). Madrid, Marova, 1972. A. Bandura y R. H. Walters (1963): Aprendizaje social y desarrollo de la personalidad. Madrid, Alianza Universidad, 1974.

Anexo

 

Teorías explicativas de la adquisición de la identidad y rol sexual.

Esquema de Kohlberg (1966)

Los estereotipos de los que la identidad de género del varón no debería realizar

Diferenciación sexuales según los órganos de los niñas y niños

Exploración de los mismos niños para determinar ¿quiénes son?

Citar este texto en formato APA: _______. (2017). WEBSCOLAR. Los roles sexuales, identidad y genes. https://www.webscolar.com/los-roles-sexuales-identidad-y-genes. Fecha de consulta: 21 de noviembre de 2024.

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