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Tratado Pauncefonte 1901 – 1902

En los últimos tiempos en el país, América Latina y casi todos los pueblos del mundo se oye y se ve con más intensidad el rechazo al imperialismo norteamericano, a las organizaciones financieras imperialistas y a los gobiernos entreguistas, se escucha con más fuerza en las calles y en los medios de comunicación junto a ¡Muera el imperialismo!, ¡Muera el FMI!.

Por lo tanto es necesario saber ¿en qué consiste el poder del imperialismo, la actuación del FMI y otras organizaciones?, ¿en qué su acción conjunta?, ¿por qué son culpables de nuestra pobreza? Y si es verdad que son la única alternativa.

El imperialismo norteamericano y sus socios buscan desarrollar aparatos cada vez más eficaces que garanticen sus mercados para lograr sus intereses de mantener y asegurar colonias y semicolonias donde exportar sus capitales y así también seguir con la -cada vez mayor- miseria y pobreza de los pueblos como producto del crecimiento desigual imperialista que divide al mundo.

Una de las organizaciones más mencionadas y que ha cumplido este sucio trabajo con más eficacia para el imperialismo es el Fondo Monetario Internacional (FMI) que ha tenido un gran peso en las decisiones de los gobiernos de gran parte de los países del mundo (184 países) en los ámbitos de lo social, político y económico.

Pero veamos más sobre el FMI: Fue fundado y funcionó desde mediados de la década de los 40 del siglo pasado. Con la “gran represión” norteamericana -que también afectó a otros países alrededor de los años 30- las crisis constantes del sistema, producto de la anarquía capitalista, hacían necesario un regulador que permitiera “la estabilidad del sistema financiero mundial” dirigida por el imperialismo norteamericano, el cual al ser principal poder económico sufre cada vez más duras y constantes crisis.

El FMI no es solo una institución que realiza préstamos y financiamiento a países que se encuentran en problemas económicos como ellos lo plantean, sino es un concentrador del poder capitalista financiero mundial y que decide sobre toda la economía y sus diferentes rubros, la libre concurrencia es sólo un instrumento que es usado de acuerdo a los intereses de los EE.UU. y los otros países imperialistas que conjuntamente al Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial de Comercio (OMC) hacen que se cumplan sus mandatos.

Para mantener e imponer su poder económico sobre las otras potencias imperialistas y principalmente sobre las naciones y grandes masas desposeídas de los países del tercer mundo que buscan por diferentes medios mejorar sus condiciones de vida, crean “reguladores” como estos que mediante “supervisaciones y evaluaciones” constantes tratan de implantar proyectos de “crecimiento y lucha contra la pobreza”.

Estos proyectitos con nombre que no buscan nada más que desviar y ocultar sus verdaderas intenciones y que son los intereses imperialistas principalmente yankees y sus grandes empresas transnacionales. Esto lo saben ellos, es por eso que un ex-jefe del Banco Mundial que se ha concientizado del hecho, Joseph Stiglitz denuncia los procedimientos “de ayuda y alivio de la pobreza” del FMI donde la famosa “ayuda económica” sólo se da cuando los gobiernos de los países pobres dan a cambio sus empresas nacionales principalmente de servicios (agua y electricidad) por un cochino 10% de comisión para cada ministro o funcionario que se rebaje a esto, solo por la rebaja de “unos cuantos miles de millones” en el remate, a esta epata Stiglitz la llama “sobornización”, esto describe claramente lo que desde 1986 se da en nuestro país con la llamada “capitalización”.

Posteriormente la apertura de mercado hace que las riquezas de los países sean vaciadas por los “socios estratégicos” y se implanten “los precios regulados por el mercado” que no es más que la subida en el costo de la comida y los servicios para la población, principalmente pobre, lo cual hace que estallen los “disturbios del FMI” -como denomina Stiglitz-, no se tiene dificultad en identificar esta etapa en nuestro país, que desde los hechos ocurridos en abril y septiembre del 2002 se ha dado y recientemente con el 12 y 13 de febrero.

Posteriormente esto hace que el FMI proponga “la estrategia de reducción de la pobreza” o sea la consolidación del libre comercio, pero obviamente con la desigualdad que tienen como aventajado a los EE.UU. principalmente y también a los países imperialistas, y con mayor desventaja a los países oprimidos del tercer mundo como actualmente pasa con el ALCA, el APTA y la exportación del gas.

Todo esto confirma más que la anarquía del capitalismo como contradicción interna conlleva el choque de intereses y la interdependencia entre capitalistas, junto al crecimiento desigual del imperialismo que tiene como superpotencia con mayor hegemonía a los EE.UU. y usa al FMI para someter a todos los países a los intereses de la burguesía de estado norteamericana.

Los Estados Unidos en este momento tienen la hegemonía sobre los demás países y la mayor concentración del capital en relación a Japón, Alemania y otros países imperialistas. Su poder está constituido por su hegemonía económica con el mayor Producto Interno Bruto 9.960.000 millones de dólares (2000) a nivel mundial y también con mayor renta per cápita de 36.200 dólares lo cual permite que el sistema monetario mundial obedezca a su moneda (el dólar) y al mismo tiempo tenga el poder sobre el FMI y las otras organizaciones económicas mundiales mencionadas.

Esta hegemonía económica no estaría completa sin su poder militar y tecnológico lo cual hace que también tengan en su mano las decisiones políticas a nivel mundial. Este poderío militar también es el más importante del mundo con 400.000 millones de dólares de presupuesto para el 2003 más del 40% del conjunto del planeta, seguido por el poder militar de Rusia que ya no posee el mismo poder económico.

La cada vez mayor agresividad en las medidas económicas llevadas a cabo por el FMI y el BM y la violencia reaccionaria fomentada e incentivada por los EE.UU. producto de su “lucha contra el terrorismo” en contra de los países pobres ha llevado a que gran parte de Latinoamérica tome una posición antiimperialista, las luchas en muchos países africanos y asiáticos también se están dando, cada vez más se dan guerras populares de liberación nacional dirigidas por partidos comunistas, como es el caso de Nepal, Filipinas, Turquía, India, Perú, etc. y otro tipo de movimientos insurgentes y contestatarios.

Está por demás decir que el FMI y el BM son necesarios para los países pobres, sino todo lo contrario, estas organizaciones hacen préstamos en función de regular la actuación económica de estos países y así limitar su desarrollo como naciones no sólo en lo económico sino también presionando sobre la educación, la salud y otras necesidades de los pueblos con proyectos impuestos.

La actual coyuntura en función a las necesidades históricas de los pueblos nos exige y nos plantea hacer un frente común de todas las naciones más oprimidas a la cabeza y los demás pueblos que también sientan la hegemonía norteamericana, dirigidos por la ideología comunista como mando y guía para una nueva y mejor sociedad producto de la Revolución Proletaria.

Colombia perdió a Panamá en 1903. Estaba culminando en el mundo un siglo de predominio europeo y se iniciaba un profundo cambio en la historia de la humanidad. Todas las conquistas, dominaciones, invasiones, subyugaciones de países hasta entonces se habían operado exclusivamente por la fuerza de las armas. De ahí en adelante se irían operando cada vez más por la fuerza del capital y sería el capital el que comenzaría a comandar las armas. Todo el territorio susceptible de conquista estaba controlado por alguna potencia. Por haber llegado tarde al reparto del mundo, la Alemania de Bismarck (1871-1890)  no había alcanzado a obtener territorios de dominación. Estaba en desventaja, pero constituía la potencia a la ofensiva, la de mayor desarrollo relativo, la de una expansión económica más rápida. Estaba desafiando a Gran Bretaña y Francia, las dos principales potencias del siglo XIX. Así se preparaba la Primera Guerra Mundial, de carácter interimperialista, por la supremacía económica y política del mundo.

Todo iba coincidiendo. Los estados-nación se habían consolidado en Europa, Asia y América. Ciencia y técnica se desbordaban y ofrecían resultados sorprendentes en todos los campos, desde la medicina hasta la ingeniería. En Inglaterra, Francia, Alemania y Japón reinaba la gran industria y surgían los grandes monstruos financieros. Estaba tomando fuerza ese fenómeno característico del siglo XX de la separación del capital y la producción, sin precedentes históricos, que iría a permitir el flujo libre de capitales sin “dueño” aparente inundando todos los países, desarrollados y subdesarrollados por igual, tras los más elevados rendimientos. En el momento de la guerra del 14, por ejemplo, los británicos tenían veinte mil millones de dólares en inversión extranjera, los franceses ocho mil setecientos y los alemanes seis mil. Una cuarta parte de la riqueza de los ingleses se componía de acciones colocadas en el extranjero. Y casi la sexta parte de la riqueza de Francia estaba invertida fuera del país. Los ferrocarriles de América, las minas, las plantaciones, se fabricaban y desarrollaban con capital europeo.

Pero en América se operaba un fenómeno que definiría el siglo XX, el desarrollo económico de Estados Unidos. Puede decirse hoy que si el siglo XIX fue un siglo europeo, el siglo XX fue un siglo estadounidense, que, de verdad, vino a definirse después de la caída de la Unión Soviética en 1989, después de las dos guerras mundiales y de la llamada “guerra fría”. Estados Unidos fue el que sacó ventaja de la primera, quedó como potencia hegemónica después de la segunda y derrotó a la Unión Soviética que se había lanzado a desafiarlo durante la guerra fría. Su poderío se había originado del extraordinario desarrollo económico obtenido a partir de la Guerra Civil en 1865.

Logró, como ningún otro país de América, consolidar su mercado interior de bienes de consumo y de capital. En 1900 había quedado integrado el país con ferrocarriles de más de doscientas cincuenta mil millas de extensión. Ya era autosuficiente en carbón, hierro y acero, y se iniciaba la industria del petróleo.  Su agricultura abastecía de trigo y algodón el consumo nacional de casi cincuenta millones de habitantes. Y su economía se caracterizaba por exorbitantes monopolios en todos los sectores de la actividad económica: acero, ferrocarriles, petróleo, carne envasada, tabaco, maquinaria agrícola, níquel, plata, cobre, caucho, vidrio, azúcar, explosivos, whisky, banca,  en manos de legendarios magnates a lo Rockefeller,  Carnegie, Morgan, Harriman, Varderbilt, Guggenheim, McCormick, Armour. Para 1904, 319 monopolios industriales con capital de siete mil millones de dólares se habían absorbido cinco mil trescientas empresas independientes. Había pasado el país del Norte del capitalismo de libre competencia al del monopolio y el dominio del capital financiero. Estaba a la par con las grandes potencias europeas.

El poderío económico, el auge de los monopolios, la bonanza en todos los campos, crearon una conciencia política y empresarial de superioridad para competir con Europa y Japón por la conquista del mundo. Primero, en el Caribe los estadounidenses  le quitaron Cuba y Puerto Rico a España, e intentaron quedarse con Santo Domingo. Después abrieron el camino en el Pacífico con Alaska, Hawai, Samoa, Islas Guano, Guam, Islas Midway, hasta llegar a Filipinas y mirar la posibilidad de entrar a China. No se trataba ya de conformar el territorio del estado nación como lo habían hecho con New Mexico, Colorado y California, sino de acomodarse en la lucha por la supremacía mundial que se prolongaría por todo el siglo. Tercero, en América utilizaron la Doctrina Monroe, instrumento decimonónico concebido para la defensa de todos los países independizados contra la reconquista europea, devenido en el “big stick”—gran garrote—contra los países del continente americano; y acudieron también a la teoría del llamado “destino manifiesto” para esparcir la democracia contra las monarquías feudales y las dictaduras militares, por una parte, y al principio económico del libre mercado destinado a abrirle  campo a sus mercancías y capitales, ambas en un proceso indetenible de superproducción de mercancías y de sobreabundancia de capital.

En su historia del mundo moderno, Palmer y Colton resumen muy bien el proceso: “Estados Unidos, al abrirse el siglo veinte, con la posesión de una inmensa esfera de influencia en América, puestos de avanzada económicos y estratégicos en el Pacífico, una política activa en el Lejano Oriente y una marina de guerra creciente, era una de las Grandes Potencias del mundo.” (Palmer y Colton, A History of the Modern Word, pag. 627) Esa potencia, con ese desarrollo económico espectacular, esa ideología de supremacía y conquista, y  puntos estratégicos de acomodamiento en la geografía mundial, era la que ambicionaba apoderarse de Panamá. No se trataba solamente de la apertura de un canal interoceánico que le permitiera la comunicación de su costa occidental con la oriental, sino de la ubicación más estratégica de todas desde la cual buscar el predominio sobre Europa y colmar una ambición probable de hegemonía mundial.

Los grandes ideólogos de ese “destino” secular, desde un desconocido capitán Mahan hasta un prestigioso senador Cabot Lodge, representaban una tendencia decidida a la utilización de todos los medios posibles de colonización y expansión territorial y económica. Tanto Cuba como Panamá se convertirían en el modelo de nuevas formas de colonialismo para el que no serían necesarios los virreyes, pero los cambiaría por la diplomacia del dólar, la independencia política, la modernización económica, el crédito internacional, los planes de desarrollo, los organismos multilaterales, la apertura económica y las instituciones mundiales de comercio. Un Roosevelt, Teodoro, aplicaría el garrote. Otro Roosevelt, Franklin Delano, utilizaría el dólar. En estas condiciones, Estados Unidos no podía permitir que Francia le ganara la contienda con un nuevo Suez y se estableciera en el pleno centro de lo que vendría a ser su “patio trasero”, el Canal de Panamá.

Citar este texto en formato APA: _______. (2011). WEBSCOLAR. Tratado Pauncefonte 1901 – 1902. https://www.webscolar.com/tratado-pauncefonte-1901-1902. Fecha de consulta: 23 de noviembre de 2024.

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