Creación de una Capilla para las Actividades Religiosas de las Personas Adultas Mayores del Hogar Atlántico de Colón
INTRODUCCION
El presente proyecto realizado en el Asilo Hogar Atlántico de Colón, tiene la intención de dar a conocer los beneficios que brinda a los adultos mayores que viven en dicho lugar; cabe resaltar que esta es una entidad sin fines de lucro que se dedican a cuidar a los adultos mayores que se encuentran solos, abandonados y sin cariño; o que están deambulando por las calles sin alguien que los atienda.
Este proyecto de investigación tiene como finalidad presentar “La Creación de una Capilla para las actividades religiosas de las personas adultas mayores del Asilo Hogar Atlántico de Colón”; el cual para su mejor comprensión lo hemos dividido en dos capítulos.
En el primer capítulo se contempla el marco referencial del proyecto y este tiene la intensión de presentar los aspectos básicos de la investigación como son el nombre del proyecto, los antecedentes y dentro de los antecedentes hablaremos sobre la vez, la aproximación al concepto de espiritualidad, adaptación la envejecimiento y espiritualidad, también se hablará sobre el surgimiento del Asilo Hogar Atlántico, dentro de este capítulo encontramos de igual manera la justificación , la importancia del proyecto, la necesidad del proyecto, los aportes e innovaciones, los objetivos que se dividen en general y específico, la ubicación del proyecto, la descripción geográfica, la población beneficiada, los beneficiarios directos, los beneficiarios indirectos, el marco institucional del proyecto, las instituciones involucradas, los mecanismos de coordinación del proyecto.
En el segundo capítulo hablaremos sobre la descripción de la propuesta donde hablaremos de los resultados esperados del proyecto, las áreas de acción del proyecto, las áreas de salud, área social, las líneas de acción del proyecto, actividades, descripción de las actividades, la metodología a implementar para la ejecución de las actividades, las guías para utilizar, el cronograma, organigrama del Asilo Hogar Atlántico, el presupuesto, recursos humanos, recursos materiales, recursos financieros.
Finalmente presentaremos los anexos del trabajo sobre el proyecto de la creación de la capilla dentro del Asilo Hogar Atlántico en Colón.
Los planteamientos expuestos en este proyecto aspiran a constituirse en una realidad; al igual que en un documento de trabajo y referencia, que ofrecerá a otros jóvenes estudiantes, profesionales que quieran conocer sobre el proyecto de construcción de una capilla dentro de un Asilo, del mismo modo sobre su historia, beneficios , desarrollo que brindan al adulto mayor de la Provincia de Colón, que se encuentran abandonados y sin cariño y no cuentan con un lugar donde vivir y sin nadie que los atiendan.
CAPÍTULO I
CAPÍTULO I: MARCO REFERENCIAL DEL PROYECTO
1. Nombre del Proyecto
Creación de una capilla para las actividades religiosas de las personas adultas mayores del Hogar Atlántico de Colón.
1.2. Antecedentes
Envejecer adecuadamente significa utilizar y disfrutar de todas las posibilidades que existen en la propia persona y en el entorno social, asociadas a la independencia, participación, atención, autocuidado, dignidad y autorrealización. Sabiendo que aún con ciertas limitaciones, no se pierde la independencia y la autodeterminación, en la medida de lo posible.
1.21 Definición de vejes
En la vejez, la actividad intelectual y el interés por su entorno, favorecen igualmente la calidad de vida.
El envejecer es un proceso del desarrollo humano al que es necesario adaptarse, pues las distintas características de la etapa de la vejez suponen para el individuo desafíos, logros y frustraciones, posibilidades de conflicto y dificultades, entre los cuales se puede mencionar un debilitamiento físico progresivo, la pérdida de seres queridos, y la muerte. Y al igual que en cualquier otra etapa de la vida, en la vejez se apela a los recursos que se disponen para hacer frente a las dificultades.
Las expectativas de una longevidad que se puede traducir en mejores condiciones de salud respecto al pasado; la perspectiva de poder cultivar intereses que suponen un grado más elevado de instrucción; el hecho de que la vejez no es siempre sinónimo de dependencia y que, por tanto, no menoscaba la calidad de la vida, no parecen ser condiciones suficientes para que se acepte un período de la existencia en el cual muchos de nuestros contemporáneos ven exclusivamente una inevitable y abrumadora fatalidad.
Está muy difundida, hoy, en efecto, la imagen de la tercera edad como fase descendiente, en la que se da por descontada la insuficiencia humana y social. Se trata, sin embargo, de un estereotipo que no corresponde a una condición que, en realidad, está mucho más diversificada, pues los ancianos no son un grupo humano homogéneo y la viven de modos muy diferentes.
Existe una categoría de personas, capaces de captar el significado de la vejez en el transcurso de la existencia humana, que la viven no sólo con serenidad y dignidad, sino como un período de la vida que presenta nuevas oportunidades de desarrollo y empeño. Y existe otra categoría, muy numerosa en nuestros días, para la cual la vejez es un trauma. Personas que, ante el pasar de los años, asumen actitudes que van desde la resignación pasiva hasta la rebelión y el rechazo desesperados. Personas que, al encerrarse en sí mismas y colocarse al margen de la vida, dan principio al proceso de la propia degradación física y mental.
De acuerdo a lo anterior es posible afirmar que las facetas de la tercera y de la cuarta edad son tantas cuantos son los ancianos, y que cada persona prepara la propia manera de vivir la vejez durante toda la vida. En este sentido, la vejez crece con nosotros. Y la calidad de nuestra vejez dependerá sobre todo de nuestra capacidad de apreciar su sentido y su valor, tanto en el ámbito meramente humano como en el de la fe. Es necesario, por tanto, situar la vejez en el marco de un designio preciso de Dios que es amor, viviéndola como una etapa del camino por el cual Cristo nos lleva a la casa del Padre ( Jn 14, 2). Sólo a la luz de la fe, firmes en la esperanza que no engaña ( Rom 5, 5), seremos capaces de vivirla como don y como tarea, de manera verdaderamente cristiana. con los años. Linda, una mujer que vivió 106 años, dejó un lindo testimonio en este sentido. Con ocasión de su 101° cumpleaños, confiaba a una amiga: « Ya tengo 101 años, pero ¿sabes que soy fuerte? Físicamente estoy algo impedida, pero espiritualmente hago todo, no dejo que las cosas físicas me abrumen, no les hago caso. No es que viva la vejez porque no le hago caso: ella sigue por su camino, y yo la dejo. El único modo de vivirla bien es vivirla en Dios ». (Artículo Centenarios en la Fe Religiosa, 2006)
Rectificar la actual imagen negativa de la vejez, es, pues, una tarea cultural y educativa que debe comprometer a todas las generaciones. Existe la responsabilidad con los ancianos de hoy, de ayudarles a captar el sentido de la edad, a apreciar sus propios recursos y así superar la tentación del rechazo, del auto-aislamiento, de la resignación a un sentimiento de inutilidad, de la desesperación. Por otra parte, existe la responsabilidad con las generaciones futuras, que consiste en preparar un contexto humano, social y espiritual en el que toda persona pueda vivir con dignidad y plenitud esa etapa de la vida.
En su mensaje a la Asamblea Mundial sobre los problemas del envejecimiento de la población, Juan Pablo II afirmaba: « La vida es un don de Dios a los hombres, creados por amor a su imagen y semejanza. Esta comprensión de la dignidad sagrada de la persona humana lleva a valorizar todas las etapas de la vida. Es una cuestión de coherencia y de justicia. Es imposible, en efecto, valorizar verdaderamente la vida de un anciano, si no se da valor, verdaderamente, a la vida de un niño desde el momento de su concepción. Nadie sabe hasta dónde se podría llegar, si no se respetara la vida como un bien inalienable y sagrado ».
La construcción de la auspiciada sociedad de todas las generaciones permanecerá en pie sólo si se funda en el respeto por la vida en todas sus fases. La presencia de tantos ancianos en el mundo contemporáneo es un don, una riqueza humana y espiritual nueva. Un signo de los tiempos que, si se comprende en toda su plenitud, y se sabe acoger, puede ayudar al hombre actual a recuperar el sentido de la vida, que va mucho más allá de los significados contingentes que se le atribuyen el mercado, el Estado y la mentalidad reinante.
La experiencia que los ancianos pueden aportar al proceso de humanización de nuestra sociedad y de nuestra cultura es hoy más preciosa que nunca, y les ha de ser solicitada, valorizando aquello que podríamos definir como los carismas propios de la vejez; a saber:
La gratuidad. La cultura dominante calcula el valor de nuestras acciones según los parámetros de una eficiencia que ignora la dimensión de la gratuidad. El anciano, que vive el tiempo de la disponibilidad, puede hacer caer en la cuenta a una sociedad « demasiado ocupada » la necesidad de romper con una indiferencia que disminuye, desalienta y detiene los impulsos altruistas.
La memoria. Las generaciones más jóvenes van perdiendo el sentido de la historia y, con éste, la propia identidad. Una sociedad que minimiza el sentido de la historia elude la tarea de la formación de los jóvenes. Una sociedad que ignora el pasado corre el riesgo de repetir más fácilmente los errores de ese pasado. La caída del sentido histórico puede imputarse también a un sistema de vida que ha alejado y aislado a los ancianos, poniendo obstáculos al diálogo entre las generaciones.
La experiencia. Vivimos, hoy, en un mundo en el que las respuestas de la ciencia y de la técnica parecen haber reemplazado la utilidad de la experiencia de vida acumulada por los ancianos a lo largo de toda la existencia. Esa especie de barrera cultural no debe desanimar a las personas de la tercera y de la cuarta edad, porque ellas tienen muchas cosas qué decir a las nuevas generaciones y muchas cosas qué compartir con ella, la interdependencia. Nadie puede vivir solo; sin embargo, el individualismo y el protagonismo diligentes ocultan esta verdad. Los ancianos, en su búsqueda de compañía, protestan contra una sociedad en la que los más débiles se dejan con frecuencia abandonados a sí mismos, llamando así la atención acerca de la naturaleza social del hombre y la necesidad de restablecer la red de relaciones interpersonales y sociales. Es necesario verla con una visión más completa de la vida.
Nuestra vida está dominada por los afanes, la agitación y, no raramente, por las neurosis; es una vida desordenada, que olvida las interrogantes fundamentales sobre la vocación, la dignidad y el destino del hombre. La tercera edad es, además, la edad de la sencillez, de la contemplación. Los valores afectivos, morales y religiosos que viven los ancianos constituyen un recurso indispensable para el equilibrio de las sociedades, de las familias, de las personas. Van del sentido de responsabilidad a la amistad, a la no-búsqueda del poder, a la prudencia en los juicios, a la paciencia, a la sabiduría; de la interioridad, al respeto de la creación, a la edificación de la paz. El anciano capta muy bien la superioridad del « ser » respecto al « hacer » y al « tener ». Las sociedades humanas serían mejores si supieran aprovechar los carismas de la vejez. (Insegnamenti, V, 3, 1982, p. 125).
Es sumamente necesario que la sociedad en general no deje de ver la importancia de los ancianos, que vuelvan a respetar, apreciar y valorar a los ancianos , pero esta sociedad tan consumista y que ha perdido los valores debe volcarse hacia lo espiritual, ya que al final de nuestros días lo más seguro es que nos queramos acercar a Dios de alguna manera y por alguna razón muy personal, lo que de no hacerse crearía conflictos emocionales y sentimientos de culpa a los ancianos que de una u otra manera han realizado algún estudio de la Palabra de Dios o han participado activamente como miembros activos de alguna religión.
Para entender profundamente el sentido y el valor de la vejez, es preciso abrir la Biblia. Sólo la luz de la Palabra de Dios, en verdad, nos da la capacidad de sondear la plena dimensión espiritual, moral y teológica de esa época de la vida. Como estímulo para reexaminar el significado de la tercera y de la cuarta edad, sugerimos a continuación algunos puntos de referencia bíblicos, con observaciones y reflexiones sobre los retos que ellos representan en la sociedad contemporánea.
La consideración por el anciano, en la Escritura se transforma en ley: Respeta al anciano (Lv 19, 32); Ponte en pie ante las canas, […] y honra a tu Dios » (ibid.). Además: « Honra a tu padre y a tu madre » (Dt 5, 16). Una exhortación delicadísima en favor de los padres, especialmente en la edad senil, se encuentra en el tercer capítulo del Eclesiastés (1-16), que termina con una afirmación muy grave: « Quien desampara a su padre es un blasfemo, un maldito del Señor quien maltrata a su madre ». Es preciso, pues, hacer todo lo posible para detener la tendencia, tan difundida hoy, a ignorar a los ancianos y a marginalizarlos, « educando » así a las nuevas generaciones a abandonarlos. Jóvenes, adultos y ancianos tienen necesidad los unos de los otros.
Este enfoque bíblico de la vejez impresiona por su objetividad desarmante. Además, como lo recuerda el salmista, la vida pasa en un soplo y no siempre es suave y sin dolor: « Setenta años dura nuestra vida, y hasta ochenta llegan los más fuertes; pero sus afanes son fatiga inútil, pues pasan pronto, y nosotros nos desvanecemos » (Sal 90[89], 10). La Escritura nos llama, aquí, a no hacernos ilusiones acerca de una edad que lleva a malestares, problemas y sufrimientos. Y recuerda que se debe mirar hacia Dios durante toda la existencia, porque Él es el punto de llegada hacia el cual hay que dirigirse siempre, pero sobre todo en el momento del miedo que sobreviene cuando se vive la vejez como un naufragio.
Abrahán expiró; murió en buena vejez, colmado de años, y fue a reunirse con sus antepasados (Gn 25, 7)
Este pasaje bíblico tiene una gran actualidad. El mundo contemporáneo ha olvidado la verdad sobre el significado y el valor de la vida humana — establecida por Dios, desde el principio, en la conciencia del hombre— y con ella, el pleno sentido de la vejez y de la muerte. La muerte ha perdido, hoy, su carácter sagrado, su significado de realización. Se ha transformado en tabú: se hace lo posible para que pase inobservada, para que no altere nada. Su telón de fondo también ha cambiado: si se trata de ancianos, sobre todo, se muere siempre menos en casa y siempre más en el hospital o en un instituto, lejos de la propia comunidad humana. Ya no se usan, especialmente en la ciudad, los momentos rituales de pésame y ciertas formas de piedad. El hombre actual, como anestesiado ante las representaciones diarias de la muerte que dan los medios de comunicación social, hace lo posible por no afrontar una realidad que le produce turbación, angustia, miedo.
Uno de los « carismas » de la longevidad, según la Biblia, es la sabiduría; pero la sabiduría no es necesariamente una prerrogativa de la edad. Es un don de Dios que el anciano debe acoger y ponerse como meta, para alcanzar esa sabiduría del corazón que da la posibilidad de « saber contar los propios días », es decir, de vivir con sentido de responsabilidad el tiempo que la Providencia concede a cada cual. Núcleo de esta sabiduría, es el descubrimiento del sentido más profundo de la vida humana y del destino trascendente de la persona en Dios. Y si esto es importante para el joven, con mayor razón lo será para el anciano, llamado a orientar su propia vida sin perder nunca de vista la « única cosa necesaria » (cf. Lc 10, 42).
La oración es un servicio, un ministerio que los ancianos pueden ejercer para bien de toda la Iglesia y del mundo. Incluso los ancianos más enfermos, o inmovilizados, pueden orar. La oración es su fuerza, la oración es su vida. A través de la oración, participan en los dolores y en las alegrías de los demás, y pueden romper la barrera del aislamiento, salir de su condición de impotencia. La oración es un tema central, y de él se pasa a la cuestión de cómo un anciano puede llegar a ser contemplativo. Un anciano agotado, en su cama, es como un monje, un ermitaño: con su oración puede abrazar al mundo. Parece imposible que una persona que haya vivido en plena actividad pueda volverse contemplativa. Pero hay momentos de la vida en los que se producen aperturas que benefician a toda la comunidad humana. Y la oración es la apertura por excelencia, pues « no hay renovación, incluso social, que no nazca de la contemplación. El encuentro con Dios en la oración introduce en los pliegues de la historia una fuerza que conmueve los corazones, los anima a la conversión y a la renovación y, de este modo, se convierte en una potente fuerza histórica de transformación de las estructuras sociales ».
En un discurso el Papa Juan Pablo II en Palermo ante la Iglesia italiana hizo una serie de reflexiones que consideramos interesantes y por tanto, mencionaremos algunas de las partes. La misma fue publicada por el diario L’Osservatore Romano, 24 de noviembre de 1995, p. 5.
Según el Papa la vida de los ancianos ayuda a captar mejor la escala de los valores humanos, enseña la continuidad de las generaciones y demuestra maravillosamente la interdependencia del pueblo de Dios ».La Iglesia es, de hecho, el lugar donde las distintas generaciones están llamadas a compartir el proyecto de amor de Dios en una relación de intercambio mutuo de los dones que cada cual posee por la gracia del Espíritu Santo. Un intercambio en el que los ancianos transmiten valores religiosos y morales que representan un rico patrimonio espiritual para la vida de las comunidades cristianas, de las familias y del mundo.
La práctica religiosa ocupa un lugar destacado en la vida de las personas ancianas. La tercera edad parece favorecer una apertura especial a la trascendencia. Lo confirman, entre otras cosas, su participación, en gran número, en las asambleas litúrgicas; el cambio decisivo en muchos ancianos que se acercan de nuevo a la; Iglesia después de años de alejamiento, y el espacio importante que se da a la oración: ésta representa una aportación invaluable al capital espiritual de oraciones y sacrificios del cual la iglesia se beneficia abundantemente y que ha de revalorarse en las comunidades eclesiales y en las familias.
Vivida en forma sencilla, pero no por esto menos profunda, la religiosidad de las personas ancianas, hombres y mujeres —determinada también por la mayor o menor intensidad que ha tenido su modo de vivir la fe en las etapas anteriores de la vida— se presenta en formas bastante diversificada.
A veces lleva las connotaciones de un cierto fatalismo: en tal caso, el sufrimiento, las limitaciones, las enfermedades, las pérdidas vinculadas con esta fase de la vida se consideran como un signo de Dios, ciertamente no benévolo, más bien como castigo. La comunidad eclesial tiene la responsabilidad de purificar ese fatalismo, haciendo evolucionar la religiosidad del anciano y dando una perspectiva de esperanza a su fe.
En esta tarea, la catequesis tiene el papel fundamental de disolver la imagen de un Dios implacable, llevando al anciano a descubrir el Dios del amor. El conocimiento de la Escritura, la profundización de los contenidos de nuestra fe, la meditación sobre la muerte y resurrección de Cristo, ayudarán al anciano a superar una concepción retributiva de su relación con Dios, que nada tiene que ver con su amor de Padre. Al participar en la oración litúrgica y sacramental de la comunidad cristiana y compartir su vida, el anciano comprenderá cada vez más que el Señor no permanece impasible ante el dolor del hombre ni ante el peso de su propia vida.
Es deber de la Iglesia anunciar a los ancianos la buena noticia de Jesús que se revela a ellos como se reveló a Simeón y a Ana, los anima con su presencia y los hace gozar interiormente por el cumplimiento de las esperanzas y promesas que ellos han sabido mantener vivas en sus corazones (cf. Lc 2, 25-38).
Es deber de la Iglesia hacer adquirir a los ancianos una viva conciencia de la tarea que tienen, ellos también, de transmitir al mundo el Evangelio de Cristo, revelando a todos el misterio de su perenne presencia en la historia. Y hacerlos también conscientes de la responsabilidad que se desprende, para ellos, de ser testigos privilegiados —ante la comunidad humana y cristiana— de la fidelidad de Dios, que mantiene siempre sus promesas al hombre.
La pastoral de evangelización o reevangelización del anciano debe estar enfocada hacia el desarrollo de la espiritualidad que caracteriza esa edad, es decir, la espiritualidad de ese continuo renacer que Jesús mismo indica al anciano Nicodemo, invitándolo a que no se deje detener por la vejez y se empeñe a renacer, en el Espíritu, a una vida siempre nueva, llena de esperanza, porque « lo que nace del hombre es humano; lo engendrado por el Espíritu, es espiritual » (Jn 3, 5).
A todos sus discípulos, en todas las etapas de la vida, Cristo hace un llamamiento a la santidad: « Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto » (Mt 5, 48). Los ancianos también, no obstante el transcurso de los años que puede apagar impulsos y entusiasmos, deben sentirse más que nunca llamados a medirse con los horizontes fascinantes de la santidad cristiana: el cristiano no debe dejar que la apatía y el cansancio lo detengan en su camino espiritual.
Esta tarea pastoral incluye la necesidad de formar sacerdotes, operadores y voluntarios —jóvenes, adultos y los mismos ancianos— que, ricos en humanidad y espiritualidad, tengan la capacidad de acercarse a las personas de la tercera y de la cuarta edad y de satisfacer esperanzas, con frecuencia muy individualizadas, de orden humano, social, cultural y espiritual.
Los ancianos, con sus exigencias espirituales, tendrán que ser tenidos en cuenta también por los distintos sectores de la pastoral especializada: desde la pastoral familiar —que no puede descuidar su relación con la familia, no sólo en el ámbito de los servicios, sino en el de la vida religiosa— hasta la pastoral social, sin olvidar la pastoral de los agentes sanitarios.
Es indispensable, en la tarea pastoral, la aportación de los ancianos mismos que, de su riqueza de fe y de vida, pueden sacar cosas nuevas y cosas antiguas, no sólo en beneficio propio, sino de toda la comunidad. Lejos de ser sujetos pasivos de la atención pastoral de la Iglesia, los ancianos son apóstoles insustituibles, sobre todo entre sus coetáneos, pues nadie conoce mejor que ellos los problemas y la sensibilidad de esa fase de la vida humana.
Cobra especial importancia, hoy, el apostolado de los ancianos con los ancianos en forma de testimonio de vida. En nuestros tiempos, escribió Pablo VI en la Evangelii nuntiandi, el hombre « escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escucha a los que enseñan es porque dan testimonio » (n. 41). No es secundario, por tanto, el anuncio directo de la palabra de Dios del anciano al anciano, y del anciano a las generaciones de los hijos y de los nietos.
Mediante la palabra y la oración, pero también con las renuncias y los sufrimientos que la edad avanzada lleva consigo, los ancianos han sido y siguen siendo siempre testigos elocuentes y comunicadores de la fe en las comunidades cristianas y en las familias. A veces incluso en condiciones de verdadera persecución. Como ha sido el caso, por ejemplo, en los regímenes totalitarios ateos del socialismo real en el siglo xx. ¿Quién no ha oído hablar de las « babuskas » rusas? Las abuelas que, durante largas décadas en las que cualquier expresión de fe equivalía a ejercer una actividad criminal, fueron capaces de mantener viva la fe cristiana, transmitiéndola a las generaciones de sus nietos. Gracias a su valor, no desapareció totalmente la fe en los países ex-comunistas, y hoy existe un punto de apoyo, aunque mínimo, para la nueva evangelización. El Año del Anciano brinda una ocasión preciosa para recordar esas figuras extraordinarias de ancianos, hombres y mujeres, y su silencioso y heroico testimonio. No sólo la Iglesia, sino la civilización humana, les deben mucho.
Un papel importante en la promoción de la participación activa de los ancianos en la obra de evangelización lo desempeñan, hoy, las asociaciones y movimientos eclesiales, « uno de los dones del Espíritu a la Iglesia de nuestro tiempo En las varias asociaciones presentes en nuestras parroquias, los ancianos ya han encontrado un terreno muy fértil para su propia formación, su compromiso y su apostolado, transformándose en verdaderos protagonistas en la comunidad cristiana. No faltan tampoco asociaciones, grupos y comunidades que trabajan específicamente en el mundo de la tercera edad. Gracias a sus carismas, todas estas realidades crean ambientes de comunión entre las generaciones y un clima espiritual que ayuda a los ancianos a mantener el impulso y la juventud espiritual.
Uno de estos recursos personales es la espiritualidad. La concepción que las personas tengan acerca de lo sagrado, lo que hay más allá de la muerte, o las respuestas que se hagan a las preguntas de por qué y para qué de la vida, dan origen a muchas conductas, sentimientos y pensamientos que pueden resultar de particular apoyo en la etapa final de la vida, a la vez que son los criterios centrales en la evaluación de la propia vida. Por estos motivos, se plantea que la espiritualidad puede influir tanto en el bienestar psíquico de los adultos mayores como un proceso de adaptación al envejecimiento.
Dada la importancia que se da actualmente a temas relacionados con la calidad de vida, y a los aspectos positivos de las personas e instituciones, es que surge recientemente el estudio científico de la espiritualidad en distintos campos, incluyendo a la psicología.
1.2.2. Aproximación al Concepto de Espiritualidad
En su reciente clasificación de fortalezas y virtudes humanas, Peterson y Seligman (2004), consideran a la espiritualidad a la religiosidad como fortalezas del carácter.
Estos autores entienden espiritualidad y religiosidad como el conjunto de creencias y prácticas basadas en la convicción de que existe una dimensión trascendente, no física, de la vida. Se trata de creencias acerca de un propósito y significado último del universo y del propio lugar en él, por lo que las personas que tienen esta fortaleza tienen una noción acerca del significado último de la vida que orienta su conducta y les da seguridad. Estas creencias son persuasivas, abarcadoras, y estables, y brindan información acerca de las atribuciones que realizan las personas, los significados que construyen y las formas en que se interrelacionan con otros (Peterson y Seligman, (2004).
La espiritualidad sería universal, todas las culturas tienen concepciones y representaciones referidas a una fuerza última, trascendente y sagrada, que orienta en los temas centrales de la vida, como el sentido y propósito de la vida, y ofrecen reglas y valores que guían las relaciones interpersonales (Peterson y Seligman, 2004).
Al tomar los aspectos comunes de distintas posturas, es posible entender la espiritualidad como la búsqueda de lo sagrado. De esta manera, se tiene una definición lo suficientemente amplia como para abarcar tanto las expresiones espirituales tradicionales, teocéntricas y de base institucional, como las expresiones no-teístas, apartadas de las creencias y prácticas tradicionales (Pargament y Mahoney, 2002). Así como la espiritualidad es la búsqueda de lo sagrado, la religión sería la búsqueda de significado en formas relacionadas con lo sagrado. De este modo, la espiritualidad es el corazón de la religión, y su más importante función (Pargament, 1997, citado en Peterson & Seligman, (2004).
Y el entender a la espiritualidad como búsqueda de lo sagrado implica entonces que ésta es un proceso, e incluye tanto los esfuerzos por descubrir lo sagrado, como los esfuerzos por conservarlo una vez que ha sido encontrado. De este modo, una persona podría ser descrita como espiritual en la medida que trata de encontrar, saber, experienciar, o relacionarse con aquello que percibe como sagrado. Además de tratarse de un proceso, la espiritualidad puede entenderse y ser evaluada como un resultado, obtenido naturalmente a través de la búsqueda de lo sagrado, como la paz o el bienestar espiritual (Pargament & Mahoney, (2002).
Existen ilimitadas maneras para descubrir y conservar lo sagrado. Éstas van desde involucrarse en instituciones religiosas tradicionales, a grupos, programas y asociaciones espirituales no tradicionales. También sistemas de creencias que van desde las religiones tradicionales organizadas, modernos movimientos espirituales, a visiones de mundo más individuales. Y en cuanto a prácticas, están desde las religiosas más tradicionales de oración, lectura de la Biblia, ritos de pasaje, hasta otras expresiones humanas que tienen también como meta lo sagrado, tales como yoga, música, arte, etc. (Pargament & Mahoney, 2002).
Con relación a aspectos que son comunes entre distintas religiones, Smith (1997), sostiene que ellas pueden entenderse como tradiciones de sabiduría de la humanidad, que ofrecen conclusiones acerca de la realidad y de las formas en que debe vivirse la vida, y ofrecen una perspectiva de final feliz que compensa los esfuerzos, y promete la aceptación y la superación de las dificultades humanas.
Para Wilber (2004), las distintas tradiciones de sabiduría que se conocen ofrecen una visión acerca del carácter fundamental de las cosas y señalan que, si se pudiera ver más globalmente, se constataría que todo lo que hay en el mundo se encuentra más integrado de lo que se supone generalmente. Desde el punto de vista humano, las tradiciones de sabiduría serían los intentos más serios y prolongados de la especie por deducir el sentido que hay detrás de todas las cosas. En este sentido, para Smith (1997), la esencia de la religión sería la pertenencia al todo de las distintas partes, que las personas sólo podemos ver por separado.
Además de estar las cosas más integradas de lo que parecen, otra afirmación acerca de la realidad sostenida por las distintas tradiciones de sabiduría, es que también son mejores de lo que aparentan. Las distintas deidades llevan el sello de la perfección, y esa perfección se refleja en sus estimaciones del ser humano, dado que, como la unidad del mundo implica que los seres pertenecen al mundo, el valor que estos tienen implica que comparten el estado exaltado del mundo (Smith, 1997).
Un tercer aspecto de las tradiciones de sabiduría planteado por Smith (1997), se refiere a que la realidad está inmersa en un misterio ineluctable, entendiendo este misterio en sentido de problema sin solución para la mente humana. Se nace, vive y muere en el misterio. En el campo de la conducta ética, las distintas tradiciones de sabiduría señalan ciertas pautas mínimas, referidas a evitar matar, robar, mentir y cometer adulterio; y destacan básicamente tres virtudes, la humildad, la caridad y la veracidad.
En un sentido similar, Wilber (2004) sostiene que si bien la mayor parte de las afirmaciones centrales y concretas de las grandes tradiciones del mundo se contradicen mutuamente, es posible identificar un núcleo común a todas ellas. Este autor plantea que ese núcleo común sería una visión de mundo que comparten la mayor parte de los más importantes maestros espirituales, filósofos, pensadores y científicos del mundo (Wilber, 2002).
Finalmente, aunque desde las ciencias sociales no es posible hablar de la existencia real de lo espiritual, de lo sagrado, o de Dios, sí resulta posible y deseable conocer acerca de la variedad de formas en que las personas tratan de descubrir y conservar lo que perciben como sagrado (Pargament & Mahoney, 2007), o desde otro ángulo, no se trata de establecer la validez de la cura por la fe, sino de investigar el poder terapéutico o sanador de la fe de las personas (Koenig, 2001).
Algunos hallazgos asociados a la influencia de la espiritualidad en la salud física señalan que las personas que regularmente asisten a la iglesia, oran individualmente y leen la Biblia, tienen una presión sanguínea diastólica mucho más baja que los menos religiosos; sufren menos hospitalizaciones, tienden a tener estilos de vida más saludables, tienden a evitar el abuso de alcohol, de drogas, así como de comportamientos sexuales riesgosos. Las personas que asisten regularmente a servicios religiosos tienen sistemas inmunes más fuertes que sus contrapartes menos religiosos, y muestran significativamente mejores resultados al sufrir alguna enfermedad que los no religiosos (Koenig, 2001).
Del mismo modo, se ha visto que las creencias religiosas y espirituales contribuyen a la habilidad para enfrentar efectivamente con la enfermedad, discapacidad y eventos vitales negativos (Pargament, 1997, citado en Clark, 2004).
A partir de sus estudios, Koenig (2001) señala que la fe religiosa parece proteger a los adultos mayores de la enfermedad cardiovascular y el cáncer, que son las dos más importantes enfermedades del final de la vida, y también parece evitar por mayor tiempo el llegar a la invalidez.
Distintos estudios han encontrado efectos de alivio del estrés de la hospitalización, de la enfermedad, y de las pérdidas típicas de la vejez, asociación con una menor mortalidad en casos crónicos, predicción positiva de salud mental y de satisfacción vital, y una asociación negativa entre espiritualidad y depresión (Rivera-Ledesma y Montero-López, 2005).
En el mismo sentido, un estudio de religiosidad y bienestar en pacientes geriátricos encontró que aquellos pacientes que no eran activos religiosamente tenían mucho más altos niveles de uso de alcohol y tabaco, depresión, ansiedad y cáncer, que aquellos que eran muy activos religiosamente, los que además, disfrutaban de buena salud física y mental (Karren et al., 2002, citados en Clark, 2004).
Un estudio que investigó los efectos de la participación en el servicio religioso evidenció que dentro de los beneficios de una más frecuente participación religiosa, se encontraba una menor proporción de depresión. Otro estudio, sobre el bienestar en adultos de tres generaciones, encontró que a mayor frecuencia en la concurrencia al servicio religioso hubo menores índices de depresión, al ser evaluados once años después. Similares resultados se hallaron en satisfacción con la vida y felicidad, evaluadas trece años más tarde (Levin, 2001).
Se ha encontrado también que una fuerte conexión espiritual puede mejorar la satisfacción con la vida o facilitar el adaptarse a los impedimentos (Delgado, 2005).
Recientes estudios muestran que una orientación hacia el significado, es decir, una búsqueda de conexión más allá del self, como la espiritualidad y la trascendencia, arrojan fuertes correlaciones con el bienestar subjetivo (Peterson y Seligman, 2004).
Otros beneficios que aporta la espiritualidad tienen que ver con la longevidad, el enfrentamiento a la muerte y la satisfacción vital. Koenig (2001) encuentra que los adultos mayores que tienen una profunda y personal fe religiosa tienen una mayor sensación de bienestar y satisfacción vital que sus pares menos religiosos. Asimismo, encuentra que los mayores que tienden a confiarse más a su fe religiosa y a la oración cuando se encuentran bajo estrés, tienden a mostrar mucho menor o ningún temor a la muerte, comparados con pares para quienes la fe y la oración son menos importantes.
Por otra parte, hay evidencia de que la participación en actividades religiosas públicas, a través de membresías religiosas, beneficia la salud ya que se promueven conductas y estilos de vida más saludables, y también, porque brindan un apoyo que amortigua los efectos del estrés y el aislamiento (Levin, 2001). Del mismo modo, en los adultos mayores más involucrados en sus comunidades religiosas, también se encontró menor temor a la muerte. No obstante, más que la actividad religiosa en sí, señala Koenig (2001), es la fe personal la que parece ayudar a las personas mayores a enfrentar el estrés y el temor a la muerte. Por último, se ha encontrado que las personas mayores que son religiosas son más sanas físicamente en la última parte de sus vidas y viven más que sus contrapartes menos religiosos (Koenig, 2001).
No obstante todo lo señalado anteriormente, también se ha planteado que la espiritualidad y la religiosidad no sólo son fuente de apoyo y beneficios, sino que también pueden ser fuente de conflictos y de sufrimiento. Kliewer y Staultz (2006), explican cómo la vida espiritual puede dejar de ser saludable, y plantean que no es infrecuente que en personas profundamente espirituales surjan fuertes sentimientos de culpa, desesperanza, ira, y falta de sentido.
En este sentido, se puede comprender que la concepción que las personas tienen acerca de lo sagrado puede influir tanto en su bienestar físico como psíquico, y además, en el caso de los adultos mayores, también sus concepciones acerca de lo que hay más allá de la muerte, o las respuestas que se hayan dado a las preguntas de por qué y para qué de la vida, pueden resultar determinantes en su proceso de adaptación al envejecimiento, y en la evaluación que hacen de su vida.
Cada persona tiene su particular cultura espiritual, la que es producto de la combinación de su espiritualidad personal y de las experiencias espirituales o esquemas culturales a los que ha sido expuesto (Kliewer y Staultz, 2006). Tanto la religiosidad como la espiritualidad se pueden expresar social e individualmente, y ambas tienen la capacidad de promover o impedir el bienestar (Pargament & Mahoney, 2002). En este sentido, la espiritualidad puede ser usada tanto constructiva como destructivamente, por lo que no es inherentemente buena o mala, y su valor depende de la manera específica en que las personas buscan lo sagrado (Pargament & Mahoney, 2002).
La espiritualidad en la adultez mayor, tomando a la espiritualidad tanto en su relación con el bienestar subjetivo, en el sentido de tratarse de valores y metas de las personas, como con el bienestar psicológico en sus dimensiones de relación con los demás, crecimiento personal, y propósito en la vida.
Con relación al efecto positivo en la salud física y mental que tienen las dimensiones religiosas y/o espirituales en el tratamiento médico de pacientes oncológicos, se ha encontrado que la espiritualidad mejora la función inmune, aumenta la sobrevida, disminuye los síntomas de la enfermedad y los efectos adversos del tratamiento, favorece estilos de vida y comportamientos más sanos, y por lo tanto contribuye a un menor riesgo de enfermedades, y en general, mejora la calidad de vida (Navas, Villegas, Hurtado, y Zapata, 2006).
La espiritualidad es un proceso de vivir con discernimiento, con fe, invitado a no entristecerse, con aspiración para vivir con serena objetividad la fragilidad propia del ser humano que lo conduzca hasta la unión con el espíritu creador.
1.2.3. Adaptación al Envejecimiento y Espiritualidad
El envejecimiento normal o senescencia es la etapa del ciclo vital en la cual se aprecian cambios biológicos, psicológicos y sociales, y decrementos benignos propios de la edad.
Aunque el riesgo de padecer enfermedades aumenta con la edad, esto no equivale a la noción antigua de un deterioro universal e irreversible. La noción de envejecimiento patológico o senilidad, corresponde a la concepción biomédica tradicional del desarrollo humano, que enfatiza las disfunciones observadas en el ser que envejece, y plantea que con la edad aparecen en el individuo enfermedades crónicas (Muñoz, 2002).
Una visión reciente más positiva del envejecimiento humano considera que, paralelo al deterioro benigno del adulto mayor, se da la evolución y desarrollo de otros aspectos que se mantienen a pesar de los decrementos, visión que ha llevado a hablar de envejecimiento exitoso, competente, positivo, saludable, funcional, satisfactoria, buen envejecer, etc.
Un envejecimiento exitoso ocurriría cuando las personas sienten satisfacción por poder adaptarse a las situaciones cambiantes de su vida (Villar, Triadó, Resano, y Osuna, 2003). Un estudio de Ryff (1987, citada por Schaie y Willis, 2003) encuentra que, como criterios para un buen envejecimiento, los adultos mayores enfatizan la aceptación del cambio, el sentido del humor y el disfrutar de la vida.
Para Schaie y Willis (2003), un envejecimiento óptimo implica desarrollar una estrategia general de selectividad con los esfuerzos que se despliegan, y también con el uso de estrategias y actividades alternativas para compensar las pérdidas que conlleva el proceso de envejecimiento. En este sentido, se ha planteado que las personas no suelen usar todo su potencial y que ello no se aprecia en la juventud, pero en la vejez destacan los individuos que funcionan cerca de sus límites y maximizan las cualidades de apoyo de su entorno, con lo que envejecen mucho mejor y parecen ser más competentes que otros (Schaie y Willis, 2003). Erikson (1966) conceptualiza el desarrollo en la adultez como progreso y no como declinación, e incorpora la dimensión espiritual en su enfoque de la última parte de la vida.
Para este autor, en la adultez mayor ocurriría un conflicto entre los polos de integridad y desesperanza. Se lograría la integridad en la medida que al envejecer, la persona logre adaptarse a los triunfos y desilusiones que implica haber dado vida a otros seres humanos, y haber producido cosas e ideas, y se caracteriza por un sentimiento de seguridad y satisfacción acumulada, de haber alcanzado un orden en el mundo y un sentido espiritual, que es la aceptación del propio ciclo de vida como algo que debía ser de esa manera (Erikson, 1966).
De esta manera, una resolución favorable del conflicto daría como resultado las fortalezas de sabiduría y renunciamiento, entendidas como una posición informada y desapegada hacia la vida y frente a la muerte, con una capacidad de captar y comprender, con la perspectiva de la experiencia, el mundo circundante y sus circunstancias, posibilidades y limitaciones (Erikson, 2000). La falta o pérdida de esta integración, cuando el individuo no acepta el propio ciclo vital como lo esencial de la vida, se expresa en temor a la muerte y desesperanza.
En el año 2000, Erikson añade una última etapa a su modelo, pues constata que la vejez a los 80 y 90 años conlleva nuevas exigencias, revalorizaciones y dificultades diarias, las que sólo pueden comprenderse adecuadamente contemplando una novena etapa. En ésta, cobran gran importancia las fortalezas desarrolladas previamente, las características de personalidad y aprendizajes hacia la madurez, ya que permiten afrontar más positivamente los aspectos difíciles de esta novena etapa, en la que ocurriría una amenaza sobre los logros de toda una vida, sobre la autonomía, la iniciativa, etc., en su mayoría, provocados por la debilitación física progresiva. Los logros de esta última etapa serían la esperanza y la fe (Erikson, 2000).
En sus estudios, Vaillant (2002) ha encontrado que las personas tienden a mantener en la vejez las creencias y hábitos de toda su vida, y que la espiritualidad y la religiosidad no aumentan en la vejez. En todo caso, así como envejecer no conduce inevitablemente al desarrollo espiritual, sí altera las condiciones de vida en formas que conducen a la espiritualidad, por ejemplo: el envejecer disminuye los ritmos y deja tiempo y espacio para disfrutar de cosas simples, simplifica la rutina diaria, facilita la aceptación de las cosas que no se pueden cambiar, disminuye las pasiones y aumenta la capacidad de estar calmado interiormente, lleva a contemplar la muerte y a familiarizarse con el dejar de ser, encamina hacia llegar a ser uno con la naturaleza última de todos los seres vivos, entre otros (Vaillant, 2002).
Vaillant (2002) encontró también que las personas más profundamente comprometidas con creencias religiosas o espirituales no tienen envejecimientos más exitosos, y en cambio, tienen cuatro veces más posibilidades que los no religiosos o espirituales, de haber experimentado una depresión alguna vez, y el doble de veces de tener varios parientes con depresión. En el mismo sentido, encontró una positiva y significativa relación entre la fuerza de la afiliación religiosa y una historia de depresión en el pasado (Vaillant, 2002).
Para este autor, un envejecimiento positivo tiene que ver con gratitud, perdón y alegría, un envejecer que denomina ‘con gracia’, tendría que ver con seis grandes tareas o quehaceres:
- cuidar a otros, estar abierto a nuevas ideas, y mantenerse útil socialmente,
- mantener la integridad postulada por Erikson (1966): aceptar el pasado y pasar momentos en él para nutrirse de los logros pasados, junto con seguir dispuesto a aprender de la generación siguiente,
- mantener las demás fortalezas de la teoría de Erikson (1966): esperanza en la vida, esforzarse por ser todo lo autónomo posible, y valorar toda iniciativa,
- disfrutar de la vida, mantener el sentido del humor y la capacidad para jugar,
- ser tolerante con los aspectos desagradables de la vejez, cuidarse, aceptar las necesidades de dependencia y agradecer el apoyo recibido, y
- tratar de mantener contacto e intimidad con viejos amigos y lograr hacer nuevas amistades (Vaillant, 2002).
Aunque Vaillant (2002) no ofrece una definición de espiritualidad, muchos de los conceptos que asocia al envejecimiento positivo o con gracia, como la gratitud, la tolerancia, la esperanza, la bondad y generosidad, son aspectos que otros autores consideran como factores o elementos característicos de la espiritualidad.
En contraste con los resultados de Vaillant (2002), otros estudios encuentran que la espiritualidad ocupa un lugar central en un buen proceso de envejecer, y han documentado beneficios importantes de la vida espiritual en la salud y bienestar del adulto mayor, tal como se ha expuesto más arriba. Tornstam (2005) crítica el frecuente desencuentro entre la teoría y los datos empíricos, llamando la atención sobre el hecho que cuando los datos no apoyan la teoría, se critica al estudio para mantener intacta la teoría.
Éste sería uno de los factores que han llevado a proyectar en la vejez los valores, patrones de actividad y expectativas de la mediana edad, y a definirlos como un envejecimiento exitoso. Agrega que estas proyecciones, además de estar enraizadas en la edad mediana, también lo están en la cultura occidental y en la esperanzas que los occidentales blancos exitosos de clase media tienen para que el éxito continúe en la vejez. Estos valores suelen enfatizar la actividad, productividad, individualismo, independencia, riqueza, salud, sociabilidad, etc. Tornstam (2005) sugiere que el envejecer tiene su propio significado y carácter, y que hay un desarrollo continuo en la vejez, por lo que no concuerda con las ideas de la vejez caracterizada por estabilidad y continuidad, en lugar de desarrollo y cambio.
La teoría que formula Tornstam (2003) plantea que hay un proceso propio del envejecimiento, que tienden a desarrollar los individuos en la última etapa de sus vidas, y que se caracteriza por un potencial general hacia la gerotrascendencia. Esta consiste en un cambio en la metaperspectiva, desde una visión de mundo materialista y pragmática a una más cósmica y trascendente, acompañada habitualmente de un incremento en la satisfacción vital. La gerotrascendencia sería el estadio final de un proceso natural hacia la madurez y la sabiduría, que no necesariamente está asociada a creencias o prácticas religiosas.
De acuerdo con esta teoría, el individuo gerotrascendente experimenta una nueva comprensión acerca de cuestiones existenciales fundamentales; a menudo un sentimiento de comunión cósmica con el espíritu del universo, una redefinición del tiempo, del espacio, de la vida y la muerte, así como una redefinición de sí mismo y de su relación con otros. El individuo se vuelve menos preocupado por sí mismo y más selectivo en sus elecciones sociales o de otra clase. Ocurre un sentimiento aumentado de afinidad con las generaciones pasadas, un menor interés en interacciones sociales superfluas, y se vuelven más importantes los momentos de aislamiento positivo (Tornstam, 2003).
Las dimensiones de la gerotrascendencia fueron descritas como cambios ontológicos acerca del cosmos, de sí mismo, y de las relaciones sociales e individuales, y operacionalizadas respectivamente en tres medidas: trascendencia cósmica, coherencia y necesidad de soledad. En tres distintos estudios realizados por Tornstam (2003), utilizando métodos cuantitativos y cualitativos, uno con individuos daneses y dos con individuos suecos, entre 1994 y 2001, con un total de unos 3.600 sujetos, se encontró que todas las dimensiones de la gerotrascendencia aumentan con la edad.
A diferencia del modelo de desarrollo de Erikson (1966; 2000), que termina con un alto grado de madurez o integridad del yo, entendida en retrospectiva como una integración y aceptación de los distintos aspectos de toda la vida, el modelo de gerotrascendencia de Tornstam (2005), plantea una dirección más hacia adelante o hacia afuera, que incluye una redefinición de la realidad.
Este autor aclara que la gerotrascendencia es más bien un semilla que puede, en las condiciones adecuadas, germinar y desarrollarse, y no una pauta que se cumpla en cada caso. En este sentido, no rechaza la importancia de la integridad del ego en la teoría de Erikson, ni la importancia de la actividad para la satisfacción vital, sino que agrega un modelo que no había sido considerado (Tornstam, 2005).
Un estudio que buscó conocer la percepción de un grupo de adultos mayores acerca de la teoría de la gerotrascendencia utilizando métodos cualitativos, encontró que la experiencia de envejecer de todos los participantes correspondía de alguna manera a la descripción teórica y que, desde su percepción, esta descripción del envejecer estaba más o menos de acuerdo con su propio envejecimiento. Los participantes consideraron también beneficioso discutir acerca de la teoría, pues les brindaba una visión más positiva del envejecimiento que les estimulaba a seguir siendo tal cual eran (Wadensten, 2005).
Siguiendo esta perspectiva el Papa, en el mensaje que el 3 de abril del 2002, envía al Presidente de la II Asamblea Mundial sobre el envejecimiento, le dice: “Hace falta, en primer lugar, que se considere al anciano en su dignidad de persona, dignidad que no merma con el pasar de los años y el deterioro de la salud física y psíquica. Es evidente que esta consideración positiva sólo puede encontrar terreno fecundo en una cultura capaz de superar los estereotipos sociales, que hacen consistir el valor de la persona en la juventud, la eficiencia, la vitalidad física y la plena salud”.
Con estos principios es que surgió la idea de crear un hogar para los adultos mayores en aquel entonces.
1.2.4. Surgimiento del Asilo Hogar Atlántico
Por el año 1960, el Reverendo Víctor J. Watson de la Iglesia Metodista de Colón, vio la necesidad que tenía algunos ancianos que vivían en Colón en condiciones muy críticas y muchos no contaban con un lugar donde vivir ni nadie que velara por ellos.
Fue entonces que el Reverendo Watson decidió reunirse con algunas iglesias evangélicas de esta ciudad para ver qué se podía hacer por estos ancianos menos afortunados, Para esos días existía un Concilio de Iglesias en Colón, el Reverendo Watson los convenció a que se formasen en una entidad con personería jurídica para poder ser dueños de propiedades y así comprar un terreno en el cual se edificaría un hogar para los ancianos.
No fue hasta el año 1961, que el Concilio con el nombre de Asociación de Trabajadores Religiosos del Atlántico pudieron comprar una propiedad y edificar lo que hoy se conoce con el nombre de Asilo Hogar Atlántico de Colón.
Para poder saber qué ancianos y cuántos estaban en esas condiciones, las Iglesias organizaron una encuesta en la ciudad de Colón para captar la realidad de los adultos mayores que vivían en situaciones muy deplorables.
El resultado de la encuesta mostró que había más de mil adultos mayores en su mayoría jubilados de la Zona del Canal, que vivían en situaciones deplorables. Muchos de estos adultos mayores vivían en los parques y en algunos casos en las escaleras de algunos edificios comerciales.
Después de reunirse con las iglesias de Colón, encabezado por el Reverendo Víctor J. Watson, se pudo organizar un comité de pastores para hacer los arreglos necesarios para abrir un hogar de ancianos en Colón.
No fue hasta el 5 de abril de 1964 que se abrió el Hogar Atlántico de Colón en la Calle 5 de la Avenida Central y Meléndez, con la misión de atender a los adultos mayores que se encontraban abandonados.
Esta institución fue el resultado de la visión e iniciativa del Rev. Víctor J. Watson y el Rev. Sylvanus Scarlet of the First Isthmian Baptist Church, quienes fundaron esta institución con la ayuda de Edgar Vaunhu Cónsul Británico en la Ciudad de Colón, gracias a que hicieron resaltar la importancia de crear un asilo que proveyera las atenciones necesarias a los adultos mayores, que eran considerados como una molestia entre sus propios familiares.
Al momento de su inauguración contaba con cuarenta ancianos, una matrona como administradora, una secretaria, un grupo de pastores que formaban la junta directiva y seis personas que laboraban en el mismo.
3. Justificación
El proyecto consiste en la creación de una capilla en el Hogar Atlántico donde se desarrollarán diversas actividades espirituales y religiosas durante varios días a la semana, incluyendo los servicios religiosos de los domingos. Dentro de las actividades programadas podemos mencionar: lecturas de la Biblia, cantos litúrgicos, charlas sobre valores, círculos de oración y temas de reflexión en general.
La espiritualidad es un proceso de vivir con discernimiento, con fe, invitado a no entristecerse, con aspiración para vivir con serena objetividad la fragilidad propia del ser humano que lo conduzca hasta la unión con el espíritu creador.
Para el adulto mayor cultivar y tener conciencia de la naturaleza de su espíritu, lo hará visualizar las cualidades del amor como la bondad, la paciencia, la comprensión , el perdón, etc., como la manifestación más elocuente para tener paz interior lo que repercutirá positivamente en su salud y lo hará vivir con gratitud.
De lo anteriormente señalado se desprende que la importancia de la espiritualidad en la adultez mayor en cuanto a su calidad de vida está dada, entre otras cosas, por su relación con varias de las dimensiones del bienestar psicológico y del bienestar subjetivo. También se puede observar desde un punto de vista psicológico, puesto que las creencias y experiencias religiosas y espirituales son parte integrante de la personalidad (Peterson & Seligman, 2004).
En el Hogar Atlántico los adultos mayores están carentes de llenar ese vacío de espiritualidad. Los mismos manifiestan el deseo de ir a la iglesia ya que durante toda su vida se han congregado y ahora en esta etapa se han privado de su relación con Dios por lo que experimentan tristeza y se sienten abandonados. Igualmente estas actividades podrán unir más a los residentes del hogar con sus familiares y con miembros de la comunidad que deseen participar de las mismas.
Este proyecto será de gran impacto social en el Hogar puesto que logrará el acercamiento familiar, la inserción social y la paz tan anhelada por los adultos mayores.
3.1. Importancia del Proyecto
En la ciudad de Colón y, en particular, los hogares para ancianos no cuentan en la actualidad, con un lugar apto y adecuado para que el adulto mayor pueda realizar actividades religiosas durante su permanencia en el Hogar.
La capilla en el Hogar busca ayudar al adulto mayor para que pueda recrearse, compartir momentos agradables con personas de su edad y lograr aliviar las cargas emocionales que representa, posiblemente, el estar institucionalizado.
3.2. Necesidad del Proyecto
El proyecto pretende cubrir las necesidades espirituales que tienen ciertos adultos mayores que quedan solos y que durante toda su vida le prestaron singular importancia a los aspectos espirituales ya su relación con el Creador. Esto lo notamos como resultado de la encuestas realizadas en que los residentes manifestaron ya sea mediante oraciones, lecturas de la Biblia o cultos; la necesidad de solventar de alguna manera el vacío espiritual que sienten en esta etapa de la vida.
Dentro de los resultados más relevantes de las encuestas podemos mencionar que de los 27 residentes del Hogar Atlántico 9 desean realizar lecturas de la Biblia en la capilla, 8 desean realizar cantos litúrgicos y 10 desean círculos de oración
3.3. Aportes e innovaciones:
Con la creación de este proyecto mejorará la estancia de los adultos mayores residentes en el Hogar, inclusive podrán beneficiarse sus familiares y amigos. Lo que hace el proyecto innovador es que al realizar cultos y otra actividad espiritual o religiosa, los familiares pueden acompañar a los ancianos, igualmente miembros de la comunidad pueden interactuar con los adultos mayores residentes participando de las actividades que se realizarán, además del hecho que en Colón no hay un Hogar que tenga esta particularidad para lo cual se está creando la capilla.
4. Objetivos
Para poder tener una guía orientadora hacia la culminación del proyecto de construcción de la capilla en el Hogar Atlántico elaboramos los siguientes objetivos que nos permitirán cumplir las metas propuestas.
4.1. Objetivo General
- Construir una Capilla para realizar las actividades religiosas de las personas adultas mayores, en el Hogar Atlántico de la Ciudad de Colón.
- Lograr una mejor calidad de vida, sobre todo en lo espiritual, para los adultos mayores que residen en el Hogar Atlántico de la ciudad de Colón.
4.2. Objetivos Específicos:
- Utilizar la capilla para las diferentes creencias y religiones que profesan los residentes.
- Diseñar un programa de actividades espirituales y religiosas a realizarse en la capilla.
- Establecer un horario para la utilización de la capilla
5. Localización física del proyecto
El proyecto está ubicado dentro del Hogar Atlántico en la parte posterior al final del patio. Constará de una sola área común, con sus sillas y su altar e iluminación natural y eléctrica de excelente calidad.
5.1. Descripción geográfica
El Hogar Atlántico, se encuentra ubicado en la provincia de Colón, ciudad de Colón, barrio norte, en la calle 5 Central y Meléndez.
5.2. Mapa geográfico
A continuación exponemos gráficamente la ubicación del Hogar Atlántico
6. Población beneficiaria
El proyecto está diseñado para que se beneficien los adultos mayores residentes así como los miembros de la comunidad y familiares que deseen hacer uso de la capilla.
6.1Beneficiarios directos
- El programa beneficiará a los residentes que están conviviendo en el Hogar Atlántico que actualmente suman 27 adultos mayores de los cuales, 18 son mujeres y 9 son hombres, pero el hogar tiene una capacidad total para 45 residentes.
6.2 Beneficiarios indirectos
Entre los beneficiarios indirectos podemos mencionar:
-
- Los familiares y amigos de los residentes
- Miembros de las Iglesias que participarán en el programa que se desarrollará en la capilla.
- Comunidad en general que reside cerca del Hogar
7. Marco institucional del Proyecto
Hay una cantidad de Asociaciones, iglesias e instituciones que siempre se dedican a ayudar al Hogar en los proyectos y actividades que se realicen y esto ha sido desde sus inicios hasta la actualidad. Con este proyecto de la capilla contamos con ellas para la realización del mismo.
7.1 Instituciones involucradas
Entre las instituciones involucradas podemos mencionar las siguientes:
- El Ministerio de Desarrollo Social (MIDES)
- Administración de la Zona Libre de Colón
- Iglesia Metodista
- Iglesia Bautista
- Iglesia Episcopal
- Cooperativa de Ahorro y Crédito Cristobal
- Donaciones de la comunidad
7.2 Mecanismos de Coordinación del Proyecto.
La coordinación de este proyecto está a cargo de la administración del Hogar Atlántico, en conjunto con las diferentes instituciones y asociaciones antes mencionadas y la comunidad en general, misma que actualmente está dando aportes mensuales y esporádicos como resultado de las actividades que se llevan a cabo para hacer realidad el proyecto.
CAPÍTULO II
CAPÍTULO II. DESCRIPCIÓN DE LA PROPUESTA
- Resultados esperados del proyecto
Al finalizar el proyecto de construcción de la capilla dentro del Asilo Hogar Atlántico en la ciudad de Colón pretendemos lograr lo siguiente:
- A través de este proyecto esperamos beneficiar a los adultos mayores residentes del Hogar Atlántico.
- Ofrecer a los adultos mayores la oportunidad de realizar actividades espirituales y religiosas en la capilla.
- Concienciar a los familiares de los residentes sobre la importancia de la participación activa de los adultos mayores en cualquier tipo de actividad dentro del entorno donde se desenvuelven.
- Integrar a los familiares en las actividades de sus adultos mayores.
- Servir de ejemplo para la creación de proyectos similares dentro de otros hogares.
- Áreas de acción del proyecto
Para el desarrollo de este proyecto se atenderán aspectos en distintas áreas que procederemos a detallar en los puntos subsiguientes.
2.1 Área de salud
Desde un enfoque espiritual, “salud” significa comprender que no somos sólo un cuerpo físico, sino también un alma y un espíritu, en absoluta unidad.
Estar sano en el sentido espiritual equivale a comprender el verdadero rol del ser humano, como espíritu que cumple un destino a través de un cuerpo físico.
La enfermedad emana de la conciencia hacia lo físico, no nace “en” lo físico. En esencia, es algo que nos falta aprender. Por lo tanto, “salud” es integrar el espíritu con el alma y el cuerpo.
En el Asilo Hogar Atlántico en el área de salud, se cuenta con una clínica donde está una doctora que asiste al asilo tres veces a la semana, si los pacientes necesitan ser referidos al hospital por su condición ella los envía. El Centro de Salud Patricia Duncan también nos asiste en cuanto a la aplicación de las vacunas como son la Influenza, entre otras. Anualmente se recibe la visita de médicos misioneros provenientes de los Estados Unidos, quienes los atienden en las especialidades de odontología, ginecología, oftalmología, medicina general y medicina interna, y cabe resaltar que atienden tanto a los adultos mayores como a los colaboradores que laboran en el Asilo. También se cuenta con el área de terapia física y recreativa, los adultos mayores que cuentan con seguros privados son atendidos en el mismo hogar cuando alguno se encuentra con quebrantos de salud. En el Asilo se cuenta con un área para los adultos mayores que están con quebrantos de salud y requieren de un cuidado especial, cuando se van recuperando son reintegrados al ala donde se encuentran los adultos mayores en condiciones sanas, esto se ha hecho por años con la finalidad de tener un mejor y dedicado cuido y no se enfermen los que se encuentren bien de salud.
2.2 Área social
La socialización es un proceso inevitable para invitar a una persona a la sociedad, y este proceso tiene que ser estudiado y entendido para sentirse cómodo mientras se vive en sociedad.
La religión es de las más viejas agencias de la socialización y, por lo tanto, puede desempeñar un papel muy considerable en la formación personal como unidad sociable. Las raíces históricas profundas de la religión ofrecen su influencia versátil incluyendo política, economía y vida social.
El papel social significativo determina y desarrolla una misma identidad personal y la interacción asegura el bienestar y la armonía de la sociedad.
La práctica religiosa ocupa un lugar destacado en la vida de las personas ancianas. La tercera edad parece favorecer una apertura especial a la trascendencia. El cambio decisivo en muchos ancianos que se acercan de nuevo a la iglesia después de años de alejamiento, y el espacio importante que se da a la oración representan una aportación invaluable al capital espiritual de la sociedad.
En cuanto al aspecto social dentro del asilo se desarrollan diferentes actividades durante el año como son:
- Celebración de los cumpleaños mensualmente
- Excursiones en el verano a la playa, recorrido por la ciudad de Colón, con la finalidad de que los adultos mayores se sientan integrados con la sociedad y su estancia en el asilo no sea un encierro.
- A los adultos mayores que se encuentran en condiciones óptimas se les permite salir del Hogar si ellos así lo requieren y regresar en la tarde, esto es cuantas veces lo deseen.
- Se les realiza fiesta del Día de la Madre, Navidad, Acción de Gracias y Año Nuevo.
- Para las fiestas Patrias se pone una carpa y sillas para que ellos disfruten del desfile.
- Se les permite realizar terapia recreativa.
- Participación en la misa de sanación en la iglesia de San José
- Asisten a las festividades del Día de San Vicente de Paúl.
2.3 Líneas de acción del proyecto
Las líneas de acción están definidas en torno a reuniones de coordinación, divulgación del proyecto a posibles colaboradores, sensibilización a familiares y pastores de iglesias, acerca de la importancia del mismo y la ejecución de las actividades hasta la entrega de la capilla.
-
- Actividades
En la actualidad se han realizado diferentes actividades entre las que podemos mencionar.
2.4.1 Descripción de las actividades
Para la ejecución del proyecto de construcción de la capilla del Hogar Atlántico se realizarán las siguientes actividades:
- Venta de comida el 27 de febrero Día de Colón en los predios de la iglesia San José
- Actividad bailable y venta de comida el 30 de mayo, Día de la Etnia Negra en la Sala Internacional de la Mujer-
- El 9 de septiembre se procedió a la colocación de la primera piedra para la construcción de la capilla.
Entre las actividades que se tienen programadas para continuar con la recaudación de fondos tenemos proyectadas las siguientes;
- El 18 de diciembre habrá una subasta de materiales en donde las personas asistentes se comprometerán con la aportación de diferentes materiales para la iniciación del proyecto, la comida va a ser totalmente gratuita y la persona que se comprometa deberá firmar un libro de compromiso referente a la donación que va a efectuar.
Luego se procederá a la consecución de los recursos y materiales. Se continuará con las reuniones de coordinación con el equipo humano de apoyo al proyecto, al finalizar el proyecto se realizará la entrega de la capilla a los directivos del Hogar.
2.4.2 Metodología a implementar para la ejecución de las actividades
La metodología que se utilizará en este proyecto consiste en la observación, el análisis de la problemática, reuniones, entrevistas y la construcción de la capilla.
La misma se hará de la siguiente manera:
- Observación diagnóstica previa de las instalaciones del Hogar Atlántico para la ejecución del proyecto.
- Reuniones de coordinación con los directivos, familiares y los residentes para la presentación del proyecto.
- Visitas a casas comerciales para la cotización de materiales.
- Compra de materiales.
- Instalación del nuevo mobiliario.
- Entrega formal de la capilla del Hogar Atlántico.
2.4.3 Guías por utilizar
Los instrumentos o guías que se utilizaron para el desarrollo del proyecto son las siguientes:
- Encuestas:
Nos permitió conocer la opinión de los adultos mayores residentes en el Hogar Atlántico, con relación a la utilización de la capilla.
- Entrevistas:
Mediante las mismas pudimos conocer la opinión de los familiares de los residentes así como la de los pastores entrevistados.
- Evaluación:
Tendrá como objetivo la optimización y mejora de los servicios ofrecidos en la capilla, en función de las necesidades que ellos seleccionaron. Lo que permitirá realizar mejoras continuas para alcanzar las metas establecidas.
2 .5 Cronograma
El presente cuadro presenta, de manera cronológica, cómo se van a ir desarrollando las actividades necesarias para culminar con el proyecto,
Cuadro Nº 1Cronograma de las Actividades
Mes
Actividades |
|
Identificación del problema | ||||||||||||||||||||
Observación diagnóstica del Hogar | ||||||||||||||||||||
Reunión con la directora, familiares y pastores | ||||||||||||||||||||
Aprobación del proyecto por parte del asilo | ||||||||||||||||||||
Elaboración del proyecto | ||||||||||||||||||||
Cotización de los materiales y equipo | ||||||||||||||||||||
Elaboración del borrador del proyecto | ||||||||||||||||||||
Revisión del borrador del proyecto | ||||||||||||||||||||
Entrega del informe final del proyecto |
2.6 Organigrama del Hogar Atlántico
El Asilo Hogar Atlántico cuanta con un organigrama que detallaremos a continuación:
- Presidencia: coordina todas las reuniones que se realizan dos veces al año, con la finalidad de evaluar el presupuesto que va a ser destinado para el año vigente.
- Vicepresidencia asiste a las reuniones y tiene voz y voto, al igual que cuando en un momento determinado el presidente no puede asistir está en la facultad de presidir dicha reunión.
- Secretaría: es la encargada de tomar los apuntes de lo que se diga en la reunión y leer el acta de la reunión anterior.
- Tesorero: verifica que los libros del asilo estén en regla y que se tenga un informe detallado de los gastos efectuados por dicho Hogar.
- Vocal: es la encargada en las reuniones de notificar a las diferentes asociaciones y colaboradores para que asistan.
- Administración: Se encarga de mantener y velar porque toda la organización cumpla con los reglamentos establecidos por la junta directiva; ya que esta organización está regida por la junta directiva y debe estar atenta a que todo marche en orden en el asilo.
- Su administración: se encarga de la atención de los colaboradores y a los familiares de los residentes en el asilo, también se encarga de velar que los que se encuentran en turno cumplan con su trabajo. Si hay alguna información que se le debe notificar a los familiares de los residentes.
- Terapeuta: Asiste a los adultos mayores dos veces a la semana, lo que es terapia ocupacional.
- Secretaria: Se ocupa de los documentos del asilo, de los informes que se entregan mensualmente, uno al MIDES y el otro a la Zona Libre, realiza los cobros de la mensualidad a los familiares de los residentes del asilo.
- Doctora: Se encarga de la atención al adulto mayor por cualquiera dolencia, monitoreo de la calidad de salud, si requiere ser transferido a algún hospital se encarga de su movilización. Si algún adulto mayor fallece ella se encarga de realizar los trámites de defunción.
- Asistente del adulto mayor: Ellos son un personal aproximadamente de siete personas y son los encargados directos del cuidado personal del adulto mayor que se encuentra residiendo en el asilo.
- Cocinera: se cuenta con dos cocineras, son las encargadas de preparar los alimentos a base de un menú y dependiendo del cuidado nutricional del adulto mayor. Este menú que se sigue es por indicaciones de la administración y la nutricionista del Centro de Salud Patricia Duncan.
- Trabajador manual: Es el encargado de la higiene de la institución, vela por que todo se mantenga limpio y en completo orden.
- Celador: Se encarga de la vigilancia del lugar en horas nocturnas.
- Jardinero: Éste se encarga de darle mantenimiento al área verde dentro de las instalaciones.
ORGANIGRAMA DEL ASILO HOGAR ATLANTICO
Presidencia
Secretaría
Tesorería
Vocal
Vice Presidencia
administración
Sub Administración
Directiva
Gerontología
Medicina
Secretaría
Terapia
Lavandería
Servicios Generales
Seguridad
Cocina
Jardinería
2.7 Presupuesto
Para la realización del proyecto se tiene programado un presupuesto de 5,000.00 dólares y en estos momentos ya se han recaudado 2,000.00 dólares recuperados a través de las actividades y los aportes de donaciones que se han efectuado.
2.7.1 Recurso Humano
El proyecto es planificado y ejecutado por, la administración del Asilo Hogar Atlántico, las Instituciones ya mencionadas; en conjunto con la señora Patricia Maxwell, estudiante de la Licenciatura de Gerontología Social de la Universidad Especializada de Las Américas, quien labora como sub administradora y Gerontóloga en el Hogar Atlántico. Para este proyecto de construcción de la Capilla del Asilo Hogar Atlántico se requiere de un recurso humano que es:
Un arquitecto, un albañil, ayudantes, electricista y plomero. Como esta construcción no es grande no se requiere de gran cantidad de trabajadores para la obra.
2.7.2 Recurso materiales
Los materiales que se van a requerir para la construcción de la capilla, se van a comprar de acuerdo a las necesidades que se vayan dando en su momento para evitar perdida de materiales, nos referimos a que se puedan poner duros como el cemento; además cabe resaltar que estas compras se van a realizar gracias al aporte de las actividades realizadas y las donaciones efectuadas.
A continuación presentamos un listado de los materiales que se van a requerir para la construcción del proyecto:
Bloques de 6” ……………………………………………500
Bloques de 4” ……………………………………………1000
Sacos de cemento ……………………………………… 200
Arena …………………………………………… 16 ydas
Capa base …………………………………………… 16 ydas
Varilla 1/2 …………………………………………… 8
Madera 4” ……………………………………………. 10
Madera 8” …………………………………………….10
Baldosas ……………………………………………..20 mtrs
Azulejos ………………………………………………15 mtrs
Ventanas …………………………………………….. 4
Puertas ……………………………………………..2
Cielo raso ……………………………………………..64 láminas
Techo de Panalit …………………………………………..24
Carriola 16” …………………………………………….12
Tornillos de techo …………………………………………….200
Clavos de cemento …………………………………………..1 lb
Clavo de madera …………………………………………….1 lb
Material de electricidad………………………………………125 pie
Material de Plomería…………………………………………
Que se compraran en su debido momento.
2.7.3 Recursos Financieros
El financiamiento de este proyecto será aportado como resultado de las actividades, donaciones y contribuciones de las instituciones que están completamente interesados en que este proyecto se haga realidad.
Cuadro Nº 2 Financiamiento para la ejecución del proyecto
Aportes | Total del Aporte |
Actividades | 4,500.00 |
Donaciones | 200.00 |
Iglesias | 400.00 |
Total | 5,100.00 |
Presupuesto
En este cuadro describimos los gastos en materiales y mano de obra para lograr la meta propuesta en el proyecto.
Cuadro Nº 3Presupuesto de Materiales y Mano de Obra
Cantidad | Descripción | Costo | Total |
Materiales | |||
2 Pieza | Puerta | 200.00 | 400.00 |
4 Pieza | Ventana | 230.00 | 920.00 |
8 Pieza | Varillas de ½ | 8.75 | 70.00 |
12 Pieza | Carriolas de 16” | 15.20 | 182.40 |
20 Pieza | Tablas para Vigas | 10.95 | 219.00 |
200 Sacos | Cemento | 8.50 | 1700.00 |
16 Yardas | Arena | 32.00 | 512.00 |
16 Yardas | Capa Base | 22.00 | 352.00 |
24 Hojas | Panalit 12” | 23.40 | 561.60 |
Baldosas y azulejos | 35 metros | 410.00 | |
500 | Bloques de 6” | 0.65 | 325 |
1,000 | Bloques de 4” | 0.55 | 550.00 |
Sub-total | B/. 5701.00 |
Recurso Humano | |||
Mano de Obra | 600.00 |
Sub-total | |
GRAN TOTAL (Materiales y Recurso Humano) | B/. 6301.00 |
PLANO DEL PROYECTO DE LA CAPILLA
Citar este texto en formato APA: _______. (2013). WEBSCOLAR. Creación de una Capilla para las Actividades Religiosas de las Personas Adultas Mayores del Hogar Atlántico de Colón. https://www.webscolar.com/creacion-de-una-capilla-para-las-actividades-religiosas-de-las-personas-adultas-mayores-del-hogar-atlantico-de-colon. Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2024.