Cuando los padres descubren que un hijo se droga
A veces puede ser muy difícil para los padres abordar el problema, ya que con frecuencia los hijos van a negar la realidad por todos los medios. Ellos no tienen dificultad en mentir: es parte de la mentalidad que les crea la drogadependencia. Sin embargo, cuando hay sospechas, no puede pasar mucho tiempo sin que los padres alcancen la evidencia de que tienen o no un hijo drogadicto. En ese momento, ¿qué hacer?
Ante todo, es muy importante que el clima familiar sea de la mayor serenidad posible, evitando comportamientos hostiles por parte de los padres. No conviene comenzar con recriminaciones, acusaciones, quejas y críticas. Esto sólo suele conducir a una recíproca hostilidad por parte del hijo.
Los padres tienen que conversar seriamente con el hijo, haciendo que éste tome confianza con los padres y no miedo. Esto no significa que ellos deban tener una actitud tolerante en lo que a las drogas se refiere. Por el contrario, la comprensión no tiene que ser acompañada de la menor permisividad. Tienen que ser muy comprensivos con la persona, pero drásticos en cuanto a la necesidad de no volver a consumir drogas.
Es de gran importancia que el hijo se aperciba de la gravedad que su problema conlleva ya sea para él como para los demás y de las consecuencias que pueden ir surgiendo en el futuro, en caso de no cambiar.
¿Cuál es la mejor forma de ayudarlo? Para evitar, lo más rápido posible la larga serie de consecuencias para él, conviene explicarle la evolución posible del proceso en el que se ha metido. Lo mejor es que el hijo asuma que el problema es suyo. Los padres sólo pueden facilitar los medios para conseguir una adecuada rehabilitación, pueden ayudarlo y apoyarlo; pero sobre todo es necesario que el mismo drogadicto tome la decisión personal de abandonar la droga.
Tenemos que tener presente que en el drogadicto se mezclan una sensación de impotencia y fracaso, sentimientos de culpa y de frustración. Todas estas cosas lo llevan a pensar que el problema no tiene remedio. Por eso son frecuentes las depresiones, acompañadas en muchos casos con intentos de suicidio.
En estos casos, el trabajo paterno es muy importante procurando estimularlo a la perseverancia en la lucha.
También, una de las consecuencias más comunes de la drogadicción es la incapacidad de apreciar la vida. La vida parece carecer de interés. Esto hace que los drogadictos sientan un profundo vacío interior. Los padres tienen que ayudarlo a volver a disfrutar los aspectos gratificantes de la vida. Con un clima afectivo en la familia, y sobre todo hablando a los hijos de Dios. El drogadicto tiene que buscar en Dios lo que él busca en las drogas. Tiene que llenar su vacío espiritual con el amor de Dios. En este caso, la mejor ayuda que se le puede prestar es aproximarlo a la Iglesia.
Finalmente, lo más importante es no perder la esperanza en Dios. Cuando estamos ante problemas que parecen imposibles, hay que decir: para Dios no hay nada imposible (Lc 1,37). El peligro más grande para los hijos es, ciertamente, la desesperación de sus propios padres.
Qué deben hacer los padres para prevenir la drogadicción de los hijos.
¿Qué hacer para que los hijos no busquen la droga? ¿Cómo se los protege?
Primero, tenemos que recordar que la mejor protección es un buen clima familiar. Hay que evitar algunas cosas que predisponen, directa o indirectamente, al uso de la droga. Por ejemplo:
-la falta de dedicación del tiempo suficiente por parte de los padres
-los malos tratos
-las separaciones y divorcios
-el alcoholismo de los padres
-el excesivo interés por obtener dinero y hablar sólo o casi exclusivamente de dinero y de problemas materiales
-especialmente la ausencia de prácticas religiosas en la familia.
Segundo, los padres tienen que ofrecer a los hijos ambientes en que no sea normal el consumo de droga. Esto no siempre es fácil en algunas sociedades en que la droga corre en la escuela, la calle, la universidad, el trabajo, etc. Pero al menos, hay que facilitar la práctica de los deportes, el estudio, el contacto con la naturaleza (el mar, la montaña, el campo) y especialmente la actividad religiosa.
Tercero, es necesario dar a los hijos el ejemplo personal de vida y educarlos en las buenas costumbres; por ejemplo:
- en el valor del esfuerzo personal, del respeto por sí mismo y por los demás
- en la constancia de la voluntad
- en el sentido auténtico del sufrimiento
- en el interés por el trabajo y por la cultura
- en la confianza en la Providencia divina
- en la fidelidad a los seres queridos
- en la lealtad a las obligaciones personales
- en el sentido de la responsabilidad
- en los valores espirituales
Finalmente, lo más importante es la oración en común, es decir, en familia. La oración de la esposa, con el esposo y con los hijos. La mejor cosa que podría hacerse es rezar el Rosario en familia o leer el Evangelio; invocar a Dios en las comidas, ir a Misa juntos, etc.
Lo que no pueden los hombres, lo puede Dios.
en ella pueden caer desde los niños y los adolescentes hasta los a los adultos, sin distingo de clase social o de nivel educativo. Es más, la comunidad médica ya considera la adicción como un desorden crónico que afecta a las neuronas encargadas de los procesos mentales de pensamiento, raciocinio, voluntad y placer.
El adicto no es voluntariamente adicto; más bien es víctima de un conjunto de circunstancias orgánicas y ambientales que lo conducen a seguir una línea de comportamiento y un estilo de vida que, si bien puede abandonar, le resulta muy difícil.
De hecho, actualmente losíndices de adicción a las diferentes sustancias mencionadas son tan alarmantes, que sus repercusiones, amén de afectar la tranquilidad y economía familiares, constituyen un rubro muy alto en el presupuesto, particularmente en lo que se refiere a investigación médica, prevención y rehabilitación de los adictos. Tan sólo en Estados Unidos, por ejemplo, la inversión de los últimos años ha sido de 80 mil millones de d-lares anuales.
Es por ello que trabajar en la prevención es una de las tareas más urgentes de la sociedad, comenzando por la familia, que debe estar adecuadamente informada sobre las “opciones” que se encuentran en las calles, en los círculos de amigos, en los colegios y universidades.
Buscando la salida
Siendo una enfermedad y no simplemente una costumbre o un vicio, la adicción a las sustancias sicoactivas demanda tratamiento especializado y apoyo familiar, pero, sobre todo, voluntad y deseo de superarlo de parte de quien se encuentra enfermo.
El proceso consiste en una terapia dirigida por un equipo que involucra al médico general, sicólogos y psiquiatras, quienes, junto con los familiares que rodean al paciente, le brindan el apoyo que necesita para superar la dependencia a las drogas.
La estrategia escogida y el tiempo que demande su aplicación dependerá de la severidad del problema de cada paciente. Además, aun cuando el adicto logre salir adelante y abandone el consumo de las sustancias adictivas, debe ser consciente de que su enfermedad, si bien ha sido tratada, no podrá ser curada. Haciendo una comparación, la adicción es como la diabetes o la hipertensión, no se curan pero se manejan con ayuda de tratamientos médicos y el autocuidado del paciente.
¿Por qué son adictos los adictos?
Las sustancias sicoactivas o adictivas pueden actuar en el sistema nervioso central, en virtud de la existencia de ciertos componentes de la superficie de la célula cerebtal, conocidos como receptores, sobre los cuales se fijan, para luego actuar sobre el interior de la celula nerviosa, sustancias transmisoras de impulsos normales o sustancias, como las drogas, que tambien afectan la función de la célula.
Así, entonces, la cocaína incrementa la liberación hacia el torrente sanguíneo de dopamina, una de las sustancias que transmiten los impulsos nerviosos. Los opiáceos (derivados del opio) disminuyen la actividad de un tipo particular de neuronas (noradrenérgicas), con lo que se produce incremento de la actividad generada por la adrenalina, lo cual se traduce en excitación general del organismo, y se manifiesta, por ejemplo, con dilatación de las pupilas e incremento del ritmo cardíaco.
Los alucinógenos como LSD (ácido lisérgico) activan las vías que utilizan serotonina como neurotransmisor y que controla funciones tales como el apetito y el control de los impulsos. De ahí que los adictos al LSD sean protagonistas de historias de crímenes violentos.
Las benzodiacepinas y los barbitoricos, entre tanto, actúan sobre el ácido gamañaminobutírico (GABA), una sustancia que tiene funciones inhibidoras en numerosos circuitos del sistema nervioso central.
Si usted tiene hijos, puede hacer mucho por prevenir la adicción:
- Hable con ellos sobre los temas de interés de los adolescentes, incluyendo las sustancias adictivas (cigarrillo, alcohol, drogas ilícitas, medicamentos).
- Infórmese bien y hágales saber a sus hijos que algunos medicamentos también pueden ser adictivos.
- Muéstreles que existen muchas formas de manejar sus emociones (deporte, arte, mosica) diferentes al uso de drogas. Discuta con ellos acerca de los riesgos que implica el consumo de sustancias sicoactivas.
- Refuérceles su propia autoestima, valorando sus capacidades y corrigiéndolos cuando sea necesario. Muéstreles afecto sincero.
- Estimolelos para participar en actividades que los alejen de las drogas.
- Si usted, padre o madre, en alguna ocasión ha consumido drogas, déjeselo saber a sus hijos, discuta con ellos su experiencia y explíqueles los perjuicios que el hábito le produjo.
- Además, hable con los jóvenes acerca de las implicaciones legales de la posesión de las mismas.
- Para reforzar el diálogo, los padres deben ser el primer y mejor ejemplo de sus hijos: no consumir alcohol en exceso y rechazar las drogas.
Citar este texto en formato APA: _______. (2013). WEBSCOLAR. Cuando los padres descubren que un hijo se droga. https://www.webscolar.com/cuando-los-padres-descubren-que-un-hijo-se-droga. Fecha de consulta: 3 de diciembre de 2024.