El nacimiento de Jesús
El Nacimiento de Jesús
“Os ha nacido hay en la ciudad de David un Salvador que es Cristo el Señor”
Desde mucho tiempo antes, Dios había anunciado al pueblo de Israel, por medio de sus profetas, que enviaría un Mesías, un “ungido”, para liberarlo. En el antiguo Israel se ungían a los reyes y a los sacerdotes, de modo que ellos entendieron que Dios les daría un gran caudillo, como el rey David, que les permitiera terminar con la sumisión a los poderosos de entonces, sucesivamente los reyes de Mesopotamia, de Persia, de Grecia o de Roma. Fueron muchos los anuncios; algunos intuían ya el verdadero carácter del enviado de Dios. Los Evangelios hablan del nacimiento de Jesús. Hay que leer bien lo que dicen y no mezclarlo con las leyendas piadosas, que aunque son agradables para contar a los niños, no forman parte de la “Buena Nueva” que Jesús nos anuncia luego con su vida y con su predicación. Los Evangelios dicen pocas palabras sobre el nacimiento, pero dicen mucho sobre el significado de salvación que tiene para nosotros.
San Lucas y San Mateo cuentan cómo fue que Jesús se hizo hombre. San Mateo comienza con la genealogía de Jesús, esto es, diciendo de quién desciende, desde Abraham, padre del pueblo de Israel y padre de los creyentes, pasando por el rey David, el elegido de Dios. Lo que quiere significar esta genealogía es que Jesús es verdaderamente hijo de hombres y mujeres, tiene padres, abuelos, bisabuelos, como todos nosotros. Pero también tiene otros mensajes menos evidentes, como que entre esos ascendientes hay hombres y mujeres extranjeros o infieles… Como en cualquier árbol genealógico.
María una joven de Israel, estaba prometida con José. Pero antes de casarse ella recibió la visita de un ángel que le anunció que iba a tener un hijo al que debía de llamar Jesús “salvador” porque iba a salvar a muchos. María se sorprendió y le dijo que ella aún no estaba casada, así que el ángel la tranquilizó porque iba a tener su hijo por obra del poder de Dios. Y María dijo “hágase como el Señor dice”. Y María y José se casaron y José trabajaba de carpintero.
Estando ya cerca el nacimiento del bebé, el emperador romano, que dominaba Israel, quiso saber cuántos vasallos tenía; así que ordenó que fueran cada uno a su pueblo a empadronarse. Y José se fue con María a Belén.
Herodes, turbado por el Rey, al cual consideraba una amenaza para su reinado imperial, envió llamar a los sacerdotes con el propósito de averiguar dónde iba a nacer. Estos le dijeron que el Niño nacería en Belén y entonces Herodes envió a sus soldados a esa ciudad, a matar a todos los niños varones menores de dos años.
En aquellos días todo el mundo se movía, así que cuando quisieron tener sitio en la posada, estaba completa. El posadero, apenado por el estado de María les indicó que podían estar en el establo, con los animales. Y María lo envolvió en pañales y lo acostó en el pesebre. Y allí nació Jesús, el prometido de Dios, el Hijo amado.
Mientras en las afueras de Belén, donde había unos pastores que cuidaba los rebaños, ocurría algo especial. Del cielo descendieron unos ángeles que anunciaron el nacimiento de Jesús. “Os ha nacido hay en la ciudad de David un Salvador que es Cristo el Señor y lo encontraréis recostado en un pesebre”.
Lo pastores maravillados fueron a ver lo que pasaba y vieron a Jesús y le contaron la visión que habían tenido. También hubo unos sabios que siguiendo una estrella brillante que habían visto la siguieron intrigados, y llegaron a Jerusalén donde le preguntaron al Rey Herodes dónde estaba el recién nacido. Herodes se sorprendió mucho pero dijo que le avisaran pues quería adorarle.
Los magos partieron y la estrella que habían visto en Oriente iba delante de ellos y se detuvo sobre el sitio en que estaba el niño. Ofrecieron al pequeño sus dones de oro, incienso y mirra que fueron interpretados como símbolos de su reyecía, su divinidad y su humanidad, respectivamente. Y le adoraron. Ellos, que no pertenecían al pueblo de Israel, son el anticipo del alcance ecuménico del anuncio del Evangelio. Los magos, una vez que vieron a Jesús y le ofrecieron oro, incienso y mirra como símbolos de adoración, se fueron por otro lugar pues fueron avisados por un ángel que Herodes quería matar a Jesús. También María y José se marcharon a Egipto hasta que murió Herodes y volvieron a Nazaret, donde José trabajaba la madera.
Al momento de volver a sus tierras, fueron avisados por un ángel de que lo hagan por otro camino, evitando la capital, a fin de no dar a Herodes las señales que pedía. Y fueron obedientes a ese pedido protegiendo la vida de Jesús.
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