La progresión histórica del movimiento de higiene mental
El 6 de mayo de 1908 en New Haven, Connecticut, se organizaba la primera sociedad de higiene mental: la Connecticut Society for Mental Hygiene (Beers, 1921; Ridenour, 1961). Interesa destacar la composición de las primeras doce personas que asistieron a aquella asamblea constitutiva, ya que da un índice de la amplitud de este movimiento el cual incluía representantes de la Iglesia, de establecimientos escolares y universitarios, de la cátedra, de los tribunales, del hospital, y de los campos de la medicina general, psiquiatría y trabajo social como así también a un ex-enfermo mental y miembros de su familia (Winslow, 1934/1969, pág. 233).
Menos de un año después, el 19 de febrero de 1909, se organizaba el National Committe for Mental Hygiene, también convocado por Clifford Beers, y que se prolongaría hasta 1950, cuando se fundiría con la Psychiatric Foundation y la National Mental Health Foundation, originando la National Association for Mental Health (Ridenour, 1961, 1953/1969). La intensa actividad desplegada por el Comité Nacional de Higiene Mental, ha sido reseñada en varios trabajos clásicos (Beers, 1919, 1921, 1931, 1908/1969; Ridenour, 1961, 1953/1969; Winslow, 1934/1969; Woodwarth, 1948/1969), inclusive en castellano (Sacristán et al., 1930). A los efectos de nuestro trabajo, bastaría con señalar tres características que presentaba el movimiento en los Estados Unidos.
La primera, está relacionada con la amplitud del campo a abarcar; la segunda, con su carácter lego o profano, que desbordaba los límites del campo médico y, más todavía, que aparece impulsado por personalidades ajenas al campo médico; por su vinculación con el movimiento filantrópico norteamericano.
En relación con los campos de interés del movimiento de la higiene mental, es oportuno señalar que el objetivo inicial de mejorar la situación de los internados psiquiátricos, pronto se ampliaría hasta límites insospechados. Entre los grandes campos o temas de interés pueden al menos, señalarse los siguientes.
Un primer gran tema, fue precisamente el del enfermo mental. El conjunto de actividades en esa área, estuvo dirigido a lograr el mejoramiento de la situación de los internados, a la prevención de los trastornos mentales y a la creación de nuevas formas de asistencia para los enfermos leves (los pequeños psicópatas de la literatura francesa) que no requerían internación en los asilos. Para el logro de este objetivo, y respondiendo al modelo de la medicina social en general, y de la lucha contra la tuberculosis en particular, se desarrollaría el dispensario, como así también el consultorio externo y el hospital de puertas abiertas, instituciones que consolidarían la ruptura jurídica con la figura del alienado, carente de derechos civiles y obligado a la reclusión contra su voluntad.
Un segundo campo, lo constituía el de la deficiencia mental o debilidad mental. Aun cuando la bibliografía anglosajona -a partir de Ireland, Wilbur y Goddard, entre otros- procuraba establecer clasificaciones nosográficas de las diferentes amentias (clásicamente diferenciadas, a su vez, de las dementias), se utilizaban indistintamente las nociones de mental deficient y feebleminded (Zenderland, 1990). En dicho campo –que la nueva historiografía está analizando desde las posiciones que tanto los expertos como los legos sostenían (Brockley, 1999)– las relaciones con la psiquiatría y la psicología frances4 serían manifiestos, y ya desde 1908, en el Training School de Vineland, New Jersey, Henry Goddard había comenzado a utilizar el test y la escala de Binet y Simon, junto con el concepto de edad mental (Ridenour, 1961; Zenderland, 1990).
Un tercer campo, estaba conformado por la psicopatología del crimen, y, más ampliamente, el problema de la delincuencia y la criminalidad. Las hipótesis de numerosos estudios en esta temática, situaban el problema del delito y la criminalidad en una dimensión principalmente psicológica, de allí el interés con que varias fundaciones americanas promovieron investigaciones en dicho campo (Beers, 1919).
Un cuarto campo de interés, lo constituía la higiene mental escolar. Bajo el principio de que la prevención debía conducirse inevitablemente a todos los aspectos de la vida comunitaria y especialmente a las escuelas y el hogar (Woodwarth, 1948/1969, p. 259), el movimiento de higiene mental comenzaría a tematizar primero sobre la formación del docente, aunque luego extendería su preocupación hasta las cuestiones relacionadas con la orientación vocacional y, en general, la orientación para la crianza de los niños. El cruce de este orden de cuestiones con las propias del campo de la delincuencia juvenil, derivaría en el Child guidance movement, de vasta aceptación en la sociedad norteamericana (Cravens, 1990; Stevenson & Smith, 1934).
Otros campos de preocupación se generaron en diversos aspectos de la vida social e institucional. Por una parte, el trabajo, en el cual se producirían solapamientos con la denominada ingeniería humana, y que iría mucho más allá de la orientación profesional. Por otra, el campo militar, en el cual la higiene mental alcanzaría un reconocido éxito: “The war was indoubtedly done a great deal for the sciences or neurology and psychiatry, specially in the way or securing public recognition of their importance” (Beers, 1919, p. 422). En efecto, al ingresar Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, el Comité Nacional de Higiene Mental designó una Comisión, que se encargaría de organizar las unidades militares neuropsiquiátricas, del examen y tratamiento temprano de los pacientes mentales y de la eliminación de reclutas con enfermedades mentales, deficiencia mental y desórdenes nerviosos. Más de 50.000 reclutas fueron rechazados por esos motivos, y ello colocaría a las fuerzas militares norteamericanas, con el más bajo porcentaje de suicidios o afecciones mentales de todas las intervinientes en la guerra (Beers, 1921).
En cuanto a la segunda característica del movimiento de la higiene mental, su carácter lego o profano, fue una particularidad del movimiento norteamericano y diferiría, como más adelante analizaremos, del francés o el argentino. No sólo por el papel rector que le correspondió a un ex-paciente, más que a su médico, sino también por el papel que ocuparán el juez, el comerciante, el pastor, en todo el dispositivo, como se apreciaba en el perfil de los fundadores del primer Comité en New Haven. Y aun cuando quedaba reservado un espacio privilegiado para el médico, el de Medical Director de la institución de higiene mental, su función quedaba al mismo tiempo limitada a esa función de dirección médica, pero no la de dirección de todos los asuntos del Comité.
En cuanto a la tercera característica, el propio Beers fue comparado con un supervendedor de filantropía, y su muerte, ocurrida en 1943, fue interpretada como el fin de una de las más notables carreras de la filantropía moderna. Cuando en alguna oportunidad, alguien le señaló a Beers que su propia situación económica ajustada, no le posibilitaría convertirse en un filántropo, se limitó a responder que todo lo que se proponía era proveer ideas a aquellos que estaban en situación de aplicarlas (Beers, 1908/1969, p. 186).
Beers lograría que en los primeros diez años de existencia del Comité Nacional de Higiene mental, importantes fundaciones y organizaciones filantrópicas norteamericanas, aportaran alrededor de medio millón de dólares para el logro de los objetivos del proyecto del Confité. Para apreciar el significado de tal suma en aquellos años, Ridenour señalaba que su récord en promover fondos durante los años tempranos del Comité Nacional es impresionante hoy día, aun sin tomar en consideración la diferencia en el valor del dólar entonces y ahora.
Citar este texto en formato APA: _______. (2014). WEBSCOLAR. La progresión histórica del movimiento de higiene mental. https://www.webscolar.com/la-progresion-historica-del-movimiento-de-higiene-mental. Fecha de consulta: 23 de noviembre de 2024.