Recursos Naturales del Mundo Vs. del Caribe
La pesca también permite al hombre obtener los recursos animales del océano; antaño sólo se explotaban las aguas litorales y únicamente algunos países, tradicionalmente pesqueros, contaban con embarcaciones para realizar esta actividad en aguas lejanas; en la actualidad se ha incrementado el interés por las aguas de mayores profundidades al conocerse la existencia de recursos aprovechables comercialmente. Asimismo, muchos países buscan en la pesca no sólo una fuente de proteínas para la nutrición adecuada de sus habitantes, sino una manera de crear empleos para una población cada vez mayor; también con la actividad pesquera tratan de obtener mayores divisas y, por lo tanto, constantemente están aumentando sus flotas y capacitando a sus pescadores para llegar a caladeros lejanos y explorar nuevas zonas y recursos y así incrementar sus capturas. El total de la captura mundial, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO,
es de 70 millones de toneladas anuales y se espera que para el año 2 000 se capturen 130 millones de toneladas; este incremento en 51 millones tiene que ser a costa de nuevas especies que en la actualidad no se aprovechan para el consumo humano y, además, se tiene que desarrollar un mayor número de programas de acuicultura, que permitan aumentar las reservas bióticas del mar y de las lagunas litorales.
La explotación de los recursos biológicos marinos aumentará en el futuro por un notable mejoramiento técnico que están experimentando los medios de captura y los equipos de localización de los animales marinos. Las artes de pesca son constantemente estudiadas para mejorar su eficacia y se tiende a la utilización de artes de arrastre que puedan ser remolcadas tanto junto al fondo como a media agua, permitiendo perseguir a los organismos en todo momento y no sólo cuando se encuentran a determinada profundidad. Otro adelanto en el manejo de las artes de pesca que se traduce en incremento de captura, es la automatización de los equipos de los barcos, para mayor facilidad en la maniobra y aumento en el número de lances del arte. La pesca a base de equipo electrónico se ha incorporado a las operaciones actuales y es otra de las causas del progreso. La explotación de los recursos vivos del mar se tiene que ampliar hacia otras especies y no sólo a peces, crustáceos, moluscos y mamíferos como se ha venido realizando. Se sabe que la producción de los mares se inicia con el plancton y que la cantidad de materia orgánica que representa, asciende a cientos de miles de toneladas; esta cifra obliga a pensar en su utilización para la alimentación humana.
Hasta el momento, el plancton solamente ha sido considerado como una importante fuente de alimento para otros organismos que luego son pescados por el hombre; aunque ya se han iniciado los esfuerzos para que el hombre lo consuma directamente, pero a pesar de haber ensayado varios sistemas, es difícil alcanzar este objetivo, principalmente por problemas de origen económico, ya que el filtrado del agua para concentrar plancton tiene costos muy elevados. Sin embargo, hoy día varios países desarrollados y en vías de desarrollo como la Unión Soviética, Japón, Chile y Noruega aprovechan los eufáusidos, pequeños animales del zooplancton. Por ejemplo, en Chile desde 1970 se utiliza la proteína que se extrae de estos organismos para preparar leche artificial.
Uno de los procedimientos para aumentar el rendimiento de los recursos marinos es la acuicultura, que está considerada como el camino que seguirán los países para aumentar las posibilidades de solucionar el problema de la falta de proteínas. El cultivo de moluscos como ostras y mejillones en las lagunas litorales está totalmente dominado y se obtienen varios cientos de miles de toneladas por este medio en todo el mundo; se empieza a lograr el cultivo de crustáceos como el camarón y de peces marinos como los guachinangos. Además de estos recursos vivos del mar que el hombre utiliza como alimento, se ha iniciado la extracción de una serie de compuestos químicos a partir de los animales marinos. Algunas de estas sustancias están destinadas a usos farmacéuticos; por ejemplo, las prostaglandinas, que son reguladores hormonales, se obtienen de los gorgónidos o abanicos de mar; de las esponjas marinas se extrae una solución que en proporciones de 10 y 100 partes por millón tiene una fuerte actividad antibiótica contra cierto tipo de bacterias, como algunos Stafiloccocus aureus que, hasta hace poco tiempo, representaban un problema en los centros médicos, por su resistencia a los antibióticos conocidos. También se han aislado algunas sustancias inhibidoras del crecimiento de tumores malignos como las que se extraen de la almeja, no presentándose toxicidad aparente en los animales tratados de manera experimental.
Las posibilidades que el mar le ofrece a la humanidad en cuanto a los productos que puede obtener de él son incalculables, pero no hay duda de que es necesario proseguir una serie de estudios que permitan hacer una explotación racional de los océanos y, así, aprovechar sus recursos con la finalidad de un beneficio común, ya que la riqueza marina es propiedad de toda la especie humana. Para lograr el aprovechamiento de los recursos que los mares ofrecen al hombre, ha sido necesario desarrollar los conocimientos científicos y tecnológicos en su conjunto, y se puede considerar que esto se ha logrado en los últimos 50 años, en que se empezó a contar con la tecnología necesaria para cosechar las riquezas del océano. La tecnología marina ha presentado un desarrollo acelerado y actualmente cuenta con sofisticados sistemas de navegación; barcos de diferentes diseños y tamaños que cada vez proporcionan mayores ventajas al hombre; puertos de distintos tipos y categorías, pero cada vez más funcionales, y un sinnúmero de industrias que aprovechan los recursos marinos, como las actividades turísticas y las industrias química, petrolera, de la joyería, pesquera y naviera.
El avance de la tecnología marina ha permitido realizar construcciones bajo las aguas del mar, como es el “túnel subacuático” que une las islas japonesas Henshu y Hokaido, considerado como el más largo del mundo con sus 54 kilómetros de longitud, que entró a funcionar en 1987 al ser recorrido por los trenes “shinkansen” con destino a Sapporo y Hokaido, y cuyo costo se calcula en 3 000 millones de dólares.
Otra gran obra es la próxima construcción de un túnel bajo el Canal de la Mancha, que consiste en dos túneles paralelos de 50 kilómetros de largo por donde circulará un sistema de trenes que atravesarán el canal en 30 minutos, reduciendo en casi 3 horas el viaje entre París y Londres. Se ha estimado que esta obra se terminará en 1993 y su costo será de 3 300 millones de dólares, siendo las compañías encargadas de la construcción la británica Channel Tunnel Ltd. y la francesa France Manche S.A.; en el proyecto se está estudiando la posibilidad de construir otro túnel intermedio por el que circularían automóviles y camiones. El volumen mundial de pesca para los últimos años del siglo XIX alcanzó aproximadamente 7 millones de toneladas, correspondiendo el 70% del total al norte del Atlántico y siendo realizada principalmente por los países de Europa Occidental. Los Estados Unidos y el Japón practicaban la pesca cerca de sus litorales.
Para los inicios del siglo XX se incrementó la captura a 8.5 millones de toneladas, de las que correspondía a Japón el 20%. Los barcos pesqueros siguieron aumentando, cambiando los veleros y los barcos de vapor al motor diesel y para 1913 Noruega contaba con cerca de 6 500 barcos pesqueros, Suecia con 2 100 y Dinamarca con 2 800, incrementándose la captura a 21 millones de toneladas en 1938, época en que la Unión Soviética inició un desarrollo pesquero que la ha llevado a ser uno de los principales países pesqueros de la actualidad. Para ese entonces la captura de los países europeos, Estados Unidos, Canadá y Japón representó el 60% del total mundial y se trabajaba en los mares de Noruega, de Barents y de Groenlandia, así como en la región septentrional del Océano Pacífico. Después de la segunda Guerra Mundial la captura de productos del mar se triplicó hasta llegar, en 1966, a 57 millones de toneladas, pero este incremento impresionante exigió un mayor esfuerzo pesquero, que puso en peligro algunas pesquerías que llegaron al nivel de su máxima captura y, por lo tanto, a la explotación excesiva.
La captura mundial ha seguido aumentando, y contra la opinión de Hugo Grotius (que creyó que “la pesca era inagotable” y que llevó a pensar a algunos hombres que “las ballenas, las focas, el salmón y el arenque eran como los búfalos de las praderas del oeste de los Estados Unidos”, por lo que la captura mundial podría mantenerse, o bien incrementarse por muchos años), ya en la actualidad existe la creencia de que las pesquerías deben regularse, en algunos casos reducirse y en otros, como la captura de mamíferos marinos y de la tortuga, llegar a cuotas mínimas de explotación con el fin de que las poblaciones de organismos puedan continuar proporcionando rendimientos adecuados. En los últimos 15 años la captura mundial se ha mantenido alrededor de los 70 millones de toneladas, las que se obtienen principalmente en las aguas cercanas al litoral; de éstas, el 90% se captura en las aguas sobre la plataforma continental y sólo el 10% en aguas propiamente oceánicas. Esta captura se inició en las aguas frías (septentrionales) de los océanos Pacífico y Atlántico, las que por sus características oceanográficas de temperatura, salinidad, movimientos de masas de agua, etcétera, hacen que abunde el plancton y, por lo tanto, las cadenas de alimentación que permiten que las poblaciones de otros organismos sean grandes y aprovechables para la pesca.
Posteriormente, los países pesqueros empezaron a pescar en las zonas tropical y subtropical (meridional) del océano, e iniciaron su despegue pesquero los países en vías de desarrollo, lo que trajo un incremento en la producción pesquera mundial, llegando en 1984, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO),
a 82.7 millones de toneladas, ya que en el periodo 1972-1975 había descendido mucho debido a cambios oceanográficos en la captura de anchovetas en el Océano Pacífico cerca del litoral de Perú y de Chile.
Las principales especies que componen esta captura son atunes, anchoas, sardinas, boquerones, caballa, pescadilla, bacalao, saira, salmones, merluza, y lenguados, entre otros peces; así como los crustáceos: camarones, gambas, langostas, cangrejos y jaibas, etcétera; los moluscos: pulpos, calamares y ostras, y algas. Entre las causas que han permitido el mayor aprovechamiento de los recursos pesqueros está en primer lugar la realización de grandes investigaciones oceanográficas y pesqueras que aportaron los datos para que la pesca se pudiera industrializar. En el desarrollo de la industria pesquera actual, se observa que la flota ha evolucionado, siendo cada vez mejores las embarcaciones y apareciendo una flota oceánica moderna que ha liberado a la industria de su dependencia de los puertos; que los medios de trabajo de esta industria son altamente productivos, y también que han progresado las instalaciones portuarias, creándose los “puertos y terminales pesqueras”.
Algunos países, como Estados Unidos, Japón y la Unión Soviética, cuentan con puertos pesqueros, que pueden atender a los grandes buques pesqueros por disponer de atracaderos de gran profundidad, y por la maquinaria para realizar la carga y descarga que les permite atender a estas grandes embarcaciones, algunas de las cuales pueden ser “barcos factoría” ver sección anexos fig. 1, especies de fábricas flotantes.
También disponen de poderosas flotas pesqueras el Japón, Alemania Federal, Estados Unidos, España, Gran Bretaña y Francia. El 85% de la captura mundial la realizan 24 países, siendo los más importantes Japón, la Unión Soviética, la República Popular de China, Estados Unidos, Chile, etcétera; entre ellos se encuentra México, en 16° lugar en la extracción de productos del mar. La mayor parte de la pesca la realizan los países desarrollados, gracias a sus poderosas flotas y al potencial científico, técnico y económico con el que cuentan, que les ha permitido desarrollar una extensa red de centros docentes para la industria pesquera, así como de instalaciones de investigación científica y tecnológica, en donde tienen cuadros altamente calificados de científicos e ingenieros pesqueros que han confeccionado los métodos modernos de explotación de los recursos pesqueros, preocupándose principalmente por aprovecharlos para suministrar productos alimenticios a su población y aumentar las fuentes de trabajo. Mientras tanto, los países en desarrollo, por el deficiente nivel socioeconómico que se presenta en la mayoría de ellos, no han salido de la pesca inicial para alcanzar el nivel de pesca industrial, aunque en algunos de ellos la escasez de alimentos con los que cuentan los ha estimulado a fomentar con ritmo acelerado la pesca nacional.
El crecimiento de las capturas de los países en vías de desarrollo ha estado condicionado principalmente por el aumento en las capturas de Perú y Chile, pero éstas principalmente han sido aprovechadas para producir harina de pescado para la exportación; no obstante, en los últimos años se ha empezado a prestar atención a la captura con fines alimenticios. Algunos investigadores estiman que la producción pesquera se está acercando a su límite natural, pero se basan en los cálculos sobre los recursos convencionales, que son los que en la actualidad se consumen y por lo tanto tienen mercado, sin embargo, si se toman en cuenta otros recursos, las posibilidades de la pesca son todavía mayores.
El Departamento de Pesca de la FAO
estimó que las capturas mundiales podrían incrementarse para el año 2000 a 130 millones de toneladas, que en un 80% podrían utilizarse para el consumo humano, siempre y cuando los países fijen adecuadamente sus objetivos a largo plazo para el desarrollo pesquero. Las investigaciones pesqueras que se realizan en los diferentes océanos muestran que algunos recursos han llegado a la explotación excesiva, pero que otros están siendo subexplotados. Inclusive en mares tan trabajados como las aguas de Europa occidental se han encontrado poblaciones de bacaladilla que podrían producir 2 millones de toneladas por año, por lo que se están haciendo los estudios para la captura y elaboración de este tipo de bacalao. Con la explotación de los recursos no convencionales, que ahora no se explotan porque los consumidores no están familiarizados con ellos, la FAO
ha estimado el potencial mundial en 370 millones de toneladas, de las que actualmente sólo se aprovechan 83 millones, y queda una reserva que tendrá que explotarse, como es el caso del pequeño crustáceo llamado “krill”, del que se ha calculado que se podrían capturar 60 millones de toneladas.
Para poder lograr el éxito en los programas de crecimiento y desarrollo pesquero se tendrán que tomar algunas medidas, como el hecho de contar con los fondos necesarios, disponer de expertos que lleven a cabo las investigaciones pertinentes, sobre todo para el desarrollo que consiste en introducir nuevas pesquerías y no sólo incrementar las ya existentes como sucede en el crecimiento; evitar los despilfarros que en la actualidad se tienen durante la captura y el manejo de los recursos, o porque algunos de ellos son utilizados en la fabricación de harina de pescado en lugar de consumirlos directamente en la alimentación; incrementar los programas de acuicultura que actualmente sólo producen 6 millones de toneladas y, sobre todo, seguirá siendo indispensable la capacitación de las personas que intervienen en la industria pesquera. También se hace necesario el establecimiento de programas que permitan lograr que se consuman las diferentes especies que viven en el océano, evitando que sólo se utilicen las conocidas en el mercado, como generalmente sucede en muchos países, y que en la comercialización se evite el complejo sistema de revendedores que sólo encarece el costo del producto.
El consumo de pescado y mariscos se justifica por su riqueza en proteínas, compuestos energéticos y vitaminas. La calidad proteica del pescado es superior a la de la carne de cerdo, ganado vacuno y a la de la leche; además, se ha calculado que las pesquerías pueden producir de 3 a 30 veces más proteínas animales que la agricultura intensiva, con igual consumo de energía. Se han hecho cálculos de que el consumo medio actual de productos acuáticos es de 13.5 kilogramos per capita, es decir, que una persona se come estos kilos durante un año, y se espera que en el año 2000 llegue a 16 kilogramos y que este incremento se presente sobre todo en los países en desarrollo.
El desarrollo de la industria pesquera requiere de metas claras a largo plazo, pero sobre todo exige el esfuerzo colectivo de los países, tanto ricos como pobres, para beneficiar a la humanidad.
UTILIZACIÓN DEL PESCADO
De los 89 millones de toneladas en que se estima la producción mundial de pescado de 2000 con exclusión de la de China, casi el 71 por ciento (63 millones de toneladas) se utilizó para el consumo humano directo. El resto (alrededor del 29 por ciento) se empleó para fabricar distintos productos no destinados al consumo humano, sobre todo harina y aceite. Las cifras correspondientes de China, que se basaron en la producción notificada de la pesca de captura y la acuicultura y de la fabricación de harina de pescado, así como en estimaciones de la FAO relativas a otros usos no alimentarios (véase el Recuadro 2), indican una producción total de casi 42 millones de toneladas, de las que casi 34 millones de toneladas (81 por ciento) se destinaron al consumo humano directo. El resto se empleó para la fabricación de harina de pescado y otros usos distintos del consumo humano, especialmente la utilización directa como pienso en la acuicultura. El pescado, por ser un producto muy perecedero, requiere una notable elaboración. En 2000, más del 60 por ciento de la producción pesquera mundial se sometió a alguna forma de elaboración. Los productos pesqueros más importantes destinados al consumo humano directo fueron el pescado fresco (53,7 por ciento del total), seguido del congelado (25,7 por ciento), el enlatado (11,0 por ciento) y el curado (9,6 por ciento).
Durante los años noventa, aumentó notablemente la proporción de la producción pesquera utilizada como pescado fresco/refrigerado, en lugar de otros productos (ver tabla 2, sección anexos). Creció la demanda de pescado fresco, pero este crecimiento se compensó parcialmente con un ligero descenso de otros usos. El volumen del pescado fresco (equivalente del peso en vivo) aumentó de unos 28 millones de toneladas en 1990 a 52 millones en 2000. El volumen del pescado elaborado (congelado, curado, enlatado) aumentó (en equivalente del peso en vivo) de 43 millones de toneladas en 1990 a unos 45 millones en 2000. La congelación es el método principal de elaboración del pescado para consumo humano ya que se aplicó al 55 por ciento de los productos elaborados en 2000. En los países desarrollados, la proporción del pescado que se congela ha ido aumentando constantemente y el pescado congelado ha llegado a ser la forma más común del producto, representando el 40 por ciento de la producción pesquera. En cambio, en los países en desarrollo, la proporción de los productos congelados se mantiene muy constante en torno al 12 por ciento. Casi todos los productos pesqueros utilizados para fines distintos del consumo humano directo en 2000 (33,7 millones de toneladas) procedían de poblaciones naturales de peces pelágicos pequeños, los cuales representan casi un tercio de la captura total. La mayor parte de tales productos elaborados se utilizaron como materia prima para la fabricación de piensos y otros productos. Como las capturas de peces pelágicos pequeños destinados a la transformación volvieron a alcanzar los niveles predominantes antes de El Niño, la cantidad destinada a tales usos en ese año fue alrededor de 9 millones de toneladas mayor que en 1998.
Consumo de pescado
El suministro mundial de pescado para la alimentación humana, con exclusión de China, ha ido creciendo a la tasa del 2,4 por ciento aproximadamente al año desde 1961, mientras que la población ha crecido el 1,8 por ciento al año. Sin embargo, desde fines de los años ochenta, el crecimiento de la población fuera de China ha sido en algunas ocasiones superior al aumento del suministro pesquero mundial para la alimentación, por lo que se ha reducido el suministro de pescado per cápita de 14,6 kg en 1987 a 13,1 kg en 2000). En cuanto a China, los aumentos anuales correspondientes son del 6,4 por ciento en el suministro de pescado para la alimentación desde 1961 y del 1,7 por ciento en la población). El crecimiento anual fue constante hasta mediados de los años ochenta (3,8 por ciento de 1961 a 1985) y después se triplicó repentinamente durante los 15 años siguientes (10,8 por ciento de 1985 a 2000). La proporción del aporte de proteínas animales de toda la población humana que se deriva de pescados, crustáceos y moluscos aumentó del 13,7 por ciento en 1961 al 16,1 por ciento en 1996 y después disminuyó ligeramente al 15,8 por ciento en 1999.
En los países industrializados (Cuadro 3), donde la dieta contiene en general una gama más diversificada de proteínas animales, el suministro de pescado aumento de 13,2 millones de toneladas en 1961 a 25,4 millones en 1999, lo que provocó un crecimiento de las disponibilidades per cápita de 19,9 a 28,3 kg. La tasa de este crecimiento fue constante hasta fines de los años ochenta y se ha vuelto a estabilizar desde entonces. En este grupo de países, la proporción del pescado en el aporte total de proteínas fue creciendo hasta 1989 (entre el 6,5 y el 8,5 por ciento), pero ha disminuido gradualmente desde entonces y, en 1999 (7,7 por ciento), volvió al nivel predominante a mediados de los años ochenta.
En los PBIDA a comienzos de los años sesenta, el suministro medio de pescado per cápita era un quinto del disponible en los países más ricos. Sin embargo, la diferencia se ha ido reduciendo gradualmente y, en 1999, el promedio del consumo de pescado en los PBIDA era próximo a la mitad del registrado en las economías más ricas. Si se excluye China, el suministro per cápita aumentó en los PBIDA de 5,0 a 8,3 kg durante el período, lo que equivale a una tasa anual del 1,3 por ciento. Aunque el consumo de pescado en peso es relativamente bajo en los PBIDA, su contribución al aporte total de proteínas animales es considerable (casi el 20 por ciento), y podría ser superior a lo que indican las estadísticas oficiales, debido a la contribución a la alimentación de la pesca de subsistencia no declarada. No obstante, durante los cuatro últimos decenios, la parte correspondiente al pescado en el aporte de proteínas animales ha registrado una tendencia ligeramente negativa debido al crecimiento más rápido del consumo de otros productos animales.
La función del pescado en la nutrición muestra notables diferencias continentales, regionales y nacionales, así como variaciones relacionadas con los ingresos (ver figura 3, sección anexos). Por ejemplo, de los 95,5 millones de toneladas disponibles para el consumo en todo el mundo en 1999, en África se consumieron solamente 6,2 millones de toneladas (suministro per cápita de 8,0 kg); en Asia se consumieron los dos tercios del total: 32,5 millones de toneladas fuera de China (13,7 kg per cápita) y una cantidad semejante en China solamente (de lo que resulta un suministro aparente de 25,1 kg per cápita).
Los del suministro total de pescado para el consumo humano se obtienen de la pesca marina y continental, mientras que el tercio restante se deriva de la acuicultura. La contribución de la pesca de captura marina y continental al suministro de pescado per cápita se estabilizó entre 10 y 11 kg per cápita en el período 1970-2000. Por lo tanto, los incrementos recientes de la disponibilidad per cápita se han derivado de la producción de la acuicultura tanto tradicional rural como comercial e intensiva y de especies de valor elevado. Por término medio, en todos los países del mundo, con excepción de China, la contribución de la acuicultura a la disponibilidad de pescado per cápita creció de 0,5 kg en 1970 a 1,8 kg en 2000, lo que representa una tasa anual media del 4,5 por ciento. En China, donde las prácticas de piscicultura tienen una larga tradición, el suministro per cápita derivado de la acuicultura ha aumentado, según informes, de casi 1 kg a casi 19 kg en el mismo período, lo que equivale a una tasa anual del 11 por ciento.
La cantidad total del pescado consumido y la composición por especies del suministro para el consumo humano varían según los países y las regiones, como consecuencia de los distintos niveles de disponibilidad natural de recursos acuáticos en aguas adyacentes, así como de la diversidad en las tradiciones alimentarias, gustos, demanda y niveles de ingresos. Los peces demersales son los preferidos en Europa septentrional y América del Norte, mientras que el consumo de cefalópodos está muy extendido en varios países del Mediterráneo y de Asia, pero es mucho menor en otras regiones. Pese a la contribución rápidamente creciente de la acuicultura a la producción, los crustáceos son todavía productos de precio elevado y su consumo se concentra sobre todo en las economías ricas. De los 16,0 kg de pescado per cápita disponibles para el consumo en 1999, la gran mayoría (75 por ciento) eran peces propiamente dichos. Los mariscos suministraron el 25 por ciento, es decir alrededor de 4 kg per cápita, subdivididos en 1,4 kg de crustáceos, 2,1 kg de moluscos y 0,4 kg de cefalópodos.
Del suministro total, 27 millones de toneladas fueron de especies de agua dulce y diadromas, mientras que 44 millones de toneladas fueron de especies de peces marinos, desglosadas en 17 millones de toneladas de especies demersales, 19 millones de pelágicos y 8 millones de peces marinos sin identificar. El restante 20 por ciento del suministro mundial consistió en mariscos, de los que 8,6 millones de toneladas fueron de crustáceos, 2,7 millones de cefalópodos y 12,5 millones de otros moluscos. No se han registrado cambios espectaculares a lo largo de los años en las partes correspondientes a los distintos grupos en el consumo mundial medio: el consumo de especies de peces demersales se ha estabilizado en 2,9 kg per cápita y el de peces pelágicos en 3,2 kg. Constituyen excepciones a esta regla dos grupos cuya disponibilidad per cápita ha aumentado considerablemente entre 1961 y 1999: la de crustáceos per cápita se triplicó con creces pasando de 0,4 a 1,4 kg, debido sobre todo a la producción de langostinos y camarones en la acuicultura, y la de moluscos que creció también de 0,6 a 2,1 kg per cápita. El pescado llega a aportar hasta 180 calorías per cápita al día, pero se alcanzan niveles tan elevados sólo en unos pocos países donde no hay otros alimentos proteínicos de producción local o donde se ha desarrollado y mantenido una preferencia por el pescado (Japón, Islandia y algunos pequeños Estados insulares); más en general, el pescado aporta de 20 a 30 calorías al día. Las proteínas de pescado son esenciales y decisivas en la dieta de algunos países densamente poblados, en los que el aporte total de proteínas puede ser bajo, y es muy importante en las dietas de muchos otros países (por ejemplo, el pescado contribuye con cerca del 50 por ciento o más al aporte total de proteínas animales en Gambia, Ghana, Guinea Ecuatorial, Indonesia, Sierra Leona, el Togo, Guinea, Bangladesh, la República del Congo y Camboya).
En todo el mundo, más de 1 000 millones de personas dependen del pescado como fuente importante de proteínas animales, es decir, el pescado proporciona al menos el 30 por ciento de su aporte de proteínas animales (Figura 5). La dependencia del pescado suele ser mayor en las zonas costeras que en las continentales. Alrededor del 56 por ciento de la población mundial obtiene del pescado, al menos, un 20 por ciento de su aporte de proteínas animales, mientras que en algunos pequeños Estados insulares se depende del pescado casi exclusivamente.
Cambios de fuerzas en la ordenación pesquera
Las estrategias de las políticas y ordenación pesqueras se hallan en evolución en todo el mundo. Los responsables de las políticas y administradores pesqueros reconocen cada vez más que es preciso desarrollar los recursos pesqueros y utilizarlos de forma sostenible. Sin embargo, los intentos continuos de utilizar la pesca como clave para resolver un complejo entramado de cuestiones sociales y económicas pueden hacer perder de vista el hecho fundamental de que, si se pescan en exceso estos recursos, no podrán sostener ni el desarrollo social ni el económico. Especialmente en los casos en que no existe una ordenación integrada de zonas, los esfuerzos de ordenación pesquera se complican cada vez más debido a los efectos de varias otras actividades, como la urbanización, la navegación, el turismo, la deforestación y los desperdicios industriales, en los elementos del entorno acuático que dependen esencialmente entre sí. Se reconoce cada vez más que es necesario establecer principios, políticas y mecanismos para determinar los usos de las zonas acuáticas y establecer prioridades entre ellos a fin de poder afrontar los efectos de las actividades de otros sectores en la pesca. También se está destacando la necesidad de aplicar una ordenación pesquera basada en los ecosistemas (véase Aplicación del enfoque de ecosistemas en la ordenación de la pesca de captura, Parte 2).
Las presiones del uso intensificado de los recursos, tanto en la pesca marina como en la continental, unidas a la utilización intensificada, por parte de otros sectores, de las zonas en que se realiza la pesca, están haciendo que la ordenación pesquera se reoriente de forma lenta, pero segura, hacia la determinación de las formas mejores de asignar los limitados recursos pesqueros entre un número creciente de interesados. Se reconoce cada vez más que no se puede pretender que unos recursos explotados en exceso sirvan de redes de seguridad social o fuentes de alimentos sin que surjan conflictos civiles sobre quién consigue el acceso al pescado que queda y quién lo consume; se reconoce asimismo que unos recursos pesqueros sometidos a sobrepesca no pueden servir de base para sostener la rentabilidad de las flotas industriales que se están promoviendo actualmente. Los conflictos y la gestión de los conflictos están convirtiéndose en elementos fundamentales de las actividades de ordenación pesquera a medida que los objetivos de la legislación y ordenación pesqueras se amplían rápidamente para incluir consideraciones sociales, económicas y ambientales.
Gestión regional de la pesca
La comunidad internacional atribuye gran importancia a la cooperación subregional y regional en la conservación y ordenación de la pesca. Ello se debe a que muchas poblaciones ícticas son transfronterizas y no las puede ordenar un único Estado. Desde 1945, se han establecido unos 30 acuerdos u organizaciones regionales de ordenación pesquera (OROP) a nivel regional o subregional. En el capítulo 17 del Programa 21 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), en el Acuerdo de las Naciones Unidas sobre las poblaciones de peces, de 1995, y en el Código de conducta para la pesca responsable de la FAO, de 1995, se pone de relieve la función de las OROP en la aplicación de medidas de ordenación encaminadas a garantizar resultados sostenibles y responsables a largo plazo. La tarea principal de la mayoría de las OROP está relacionada con la ordenación de la pesca. Algunas de ellas lo hacen bien, otras no. ¿Por qué algunas de ellas no consiguen los resultados que debieran? ¿Cómo se puede fortalecer la gestión regional de la pesca?
En foros internacionales, como el Comité de Pesca (COFI) de la FAO y en revistas académicas, se examina la función y las actividades de las OROP. Los debates suelen centrarse en la eficiencia organizativa y en la naturaleza y amplitud de su labor, pero es difícil evaluar sus resultados a falta de puntos de referencia acordados. En una reunión de la FAO celebrada en 2001, representantes de las OROP apoyaron en principio la necesidad de elaborar indicadores de los rendimientos de las OROP y directrices conexas, reconociendo a la vez que algunas organizaciones utilizaban ya indicadores de desarrollo sostenible para evaluar sus resultados.
La falta de adopción de medidas es la principal manifestación de la insuficiencia de los resultados y constituye un problema para la mayoría de las OROP debido a que funcionan por consenso, lo que frecuentemente es muy difícil de alcanzar. La reducción de las posibles fuentes de conflictos sería una buena forma de fortalecer la confianza entre los miembros. A tal efecto, se ha propuesto que cada OROP establezca normas científicamente acordadas para la evaluación de poblaciones, procedimientos para revisar la asignación, medios para compartir la información sobre flotas extranjeras y normas sobre las responsabilidades del Estado del puerto.
Pese a las deficiencias de la gestión pesquera regional, algunas OROP han centrado sus esfuerzos en una cooperación regional innovadora como medio para mejorar la ordenación. Se han adoptado innovaciones para afrontar la pesca INDNR. Tanto las partes contratantes como las no contratantes en las OROP, así como barcos de pabellón de registros abiertos, han participado en la pesca INDNR, lo que socava los esfuerzos encaminados a una ordenación responsable de la pesca. Un número creciente de OROP están fomentando y han aplicado medidas relacionadas con los puertos y el comercio para impedir el desembarque de pescado capturado de forma INDNR. Tales medidas son bastante revolucionarias y, hasta tiempos recientes, no habrían sido consideradas apropiadas para resolver los problemas de ordenación pesquera. Esta nueva situación indica un cambio en la actitud de parte de la comunidad internacional en su deseo de reducir la pesca INDNR y las prácticas afines. Una cuestión peliaguda para las OROP es su capacidad y voluntad de acoger a nuevos participantes de forma equitativa y coherente. El fracaso en afrontar debidamente cuestiones relacionadas con sus miembros, la capacidad, la asignación y la equidad pueden poner en peligro la labor futura de las OROP y provocar un aumento de la pesca INDNR. La falta de criterios acordados causó una ruptura en la Comisión Internacional para la Conservación del Atún del Atlántico (CICAA) en años recientes, entorpeciendo la capacidad de la organización para afrontar productivamente otros problemas. Sin embargo, a fines de 2001, la CICAA llegó a una solución innovadora de la cuestión de las asignaciones, incluidas las correspondientes a nuevos participantes.
Las OROP deben facilitar y fortalecer la cooperación regional. En el próximo decenio, se enfrentarán con la tarea de aplicar partes del Programa 21 de la CNUMAD, el Acuerdo de las Naciones Unidas sobre las poblaciones de peces, de 1995, y el Código de conducta para la pesca responsable de la FAO, de 1995. Sin embargo, si sus miembros no cooperan más estrechamente y están dispuestos a adoptar decisiones difíciles, que podrían implicar costos sociales y económicos para alcanzar aumentos en la sostenibilidad a plazo más largo, ni siquiera con grandes cantidades de investigación científica, financiación y medidas coercitivas se mejorará la eficacia de tales organizaciones. Para fortalecer la labor de las OROP de forma real y eficaz, hay que resolver algunos problemas fundamentales relacionados con su rendimiento. Los Estados se deben comprometer a aplicar iniciativas que prevean las medidas necesarias de mitigación, incluso cuando tales iniciativas puedan causar inconvenientes a los pescadores a corto plazo. Hay que hacer elecciones difíciles para apoyar soluciones sostenibles. Una mayor intervención de todos los interesados, incluida la industria, en la labor de las OROP podría fortalecer el funcionamiento y la eficacia de éstas, especialmente si están convencidas de la necesidad de aplicar decisiones duras y difíciles.
Organización de pesca para el Atlántico sudoriental
El Convenio sobre la conservación y ordenación de los recursos pesqueros en el océano Atlántico sudoriental, que preparó el camino para el establecimiento de la Organización de Pesca para el Atlántico Sudoriental (SEAFO), quedó abierto para la firma el 20 de abril de 2001. Su finalidad es asegurar la conservación a largo plazo y la utilización sostenible de los recursos pesqueros en la zona del convenio mediante la aplicación eficaz del mismo. Las negociaciones para el establecimiento de la SEAFO se realizaron durante un período de cinco años. Cuando quedó abierto para la firma, el convenio fue firmado por siete Estados y la CE.
La zona del convenio está basada en el Área Estadística 47 de la FAO y abarca sólo zonas de alta mar, limitando con las ZEE de cuatro Estados ribereños: Angola, Namibia, Sudáfrica y el Reino Unido (el territorio de ultramar de Santa Helena y sus dependencias de Tristan da Cunha y la Isla de la Ascensión).
La SEAFO se encargará de la ordenación de poblaciones que están dentro y fuera de las ZEE de los Estados ribereños y las zonas de alta mar adyacentes. Entre las especies sujetas a la ordenación podrán figurar las de alfonsino, reloj anaranjado, sagitaria, cherna y merluza de aguas profundas. La SEAFO se encargará también de la ordenación de poblaciones de alta mar separadas que no son objeto de las disposiciones del Acuerdo de las Naciones Unidas sobre las poblaciones de peces, de 1995. La ordenación de estas últimas poblaciones es una consecuencia lógica y práctica de las características de la geografía de la región, de las poblaciones y su distribución y de las necesidades de la ordenación de la pesca. El convenio no plantea la ordenación de poblaciones muy migratorias, ya que estas son ya objeto de las actividades de ordenación de la CICAA. Constituyen aspectos fundamentales del Convenio de la SEAFO: el establecimiento de una comisión, una secretaría y comités científico y de observancia; la aplicación del enfoque precautorio, las obligaciones de las partes contratantes, deberes del Estado del pabellón, deberes del Estado del puerto y medidas adoptadas por el Estado del puerto; observación, inspección, cumplimiento y observancia; adopción de decisiones; cooperación con otras organizaciones; asegurar la compatibilidad de las medidas de conservación y ordenación y las oportunidades de pesca; reconocimiento de las necesidades especiales de los Estados en desarrollo de la región y de los que no son partes en el convenio; y aplicación.
El Gobierno de Namibia ha establecido una secretaría interina para facilitar la aplicación del convenio. Desempeñará su función en espera de que el convenio entre en vigor y se apliquen plenamente las disposiciones administrativas. La secretaría interina aplicará disposiciones provisionales relacionadas con la autorización y notificación de los barcos pesqueros, requisitos y observación científica de los barcos y compilación de información en apoyo de la evaluación de poblaciones.
La plataforma continental es la franja costera donde el fondo marino desciende desde los 0 a 300 m de profundidad. En torno al 8% de los océanos se encuentra en esta zona de fondos poco profundos. El límite de la plataforma con las zonas oceánicas más profundas se denomina borde continental. El tamaño de la plataforma continental varía mucho en distintas zonas del mundo. Por ejemplo, en las Islas Británicas es muy ancho, así como el Canal de la Mancha, el Mar del Norte y el Mar de Irlanda están sobre plataforma continental. También es muy ancho en el Mar de China, en las costas árticas de Siberia, en la Bahía de Hudson en Canadá, en las costas de Patagonia, que se extiende hasta las Malvinas. Sin embargo, en las costas de la Península Ibérica, por ejemplo, la plataforma es bastante escasa. En muchas de estas zonas están los mejores caladeros de pesca del mundo, y por tanto, su importancia económica es considerable. De hecho, más del 80 % de las capturas mundiales de pesca se realizan en estas zonas. La plataforma continental también tiene otros recursos los cuales están siendo explotados como el petróleo y el gas natural (sobre todo en el Mar del Norte).
La formación de la plataforma continental se debe a varios procesos. Por un lado, la erosión de las olas que recortan la línea costera. Los materiales resultantes de la erosión de las costas se van acumulando junto con los provenientes de los ríos formando la plataforma y extendiéndose hacia el océano. También la plataforma está formada por materiales sujetos al continente por barreras construidas por organismos como arrecifes o a plegamientos tectónicos en muchos casos. O ha sido originada por hundimiento o inundación de zonas continentales, como ocurre en el Mar del Norte, por presiones entre bloques continentales que empujen materiales hacia arriba, etc.
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