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Salmo 40 y 41

Salmo 40 (39)

En el libro se me manda que haga tu voluntad que el Señor nos dé la fe auténtica por la que uno obedece y se somete a su voluntad. Obediencia que no es frustración todo lo contrario: lleva a la plenitud a la verdad. Feliz el hombre que pone en Dios su confianza.

Esperaba, esperaba el Señor, él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor, me sacó de la fosa fatal del barro del pantano; puso mis pies sobre roca y aseguró mis pasos.

Puso en mi boca un cántico nuevo, de alabanza a nuestro Dios.

Muchos al verlo temerán y pondrán su confianza en el Señor.

Feliz el hombre que cuenta con el Señor, que no escucha a los cínicos ni se pierde en sus mentiras.

¡Cuántas maravillas has hechos, Señor, mi Dios, cuántos proyectos a favor nuestro! Nadie se te puede comparar.

Yo quisiera publicarlas y contarlas, pero son demasiado para enumerarlas.

No quisiste sacrificios ni ofrendas – lo dijiste y penetró en mis oídos – no pediste holocaustos ni víctimas.

Entonces dije: Aquí estos de mi está escrito en el rollo del Libro. He elegido, mi Dios, hacer tu voluntad y tu Ley está en el fondo de mi ser.

Publiqué tu camino en la gran asamblea, no me callé, Señor bien lo sabes.

No encerré tus decretos en el fondo de mi corazón: proclamé tu fidelidad y tu socorro.

 

Salmo 41 (40)

Oración de un enfermo abandonado. Enfermo, burlado, traicionado, así es el que dice esta oración. Tal vez lo conozcamos y esté a nuestro lado esperando consuelo.

Feliz el que se acuerdo del pobre y del débil, en el día malo lo salvará el Señor; el Señor lo guardará, lo mantendrá con vida y feliz en esta tierra: – no lo dejarás en manos de sus enemigos – El Señor lo acompaña en su lecho de dolor y le arregla la cama mientras está enfermo.

Yo dije: Señor, apiádate de mi, sáname porque he pecado contra ti.

Mis enemigos me desean lo peor: A ver si se muere y ya no se habla más de él.

Si alguien viene a verme, habla por hablar, pero se informa para dañarme; apenas está fuera, esparce sus rumores.

Mis enemigos se juntan y cuchichean, mientras comentan mi mal: este ataque no es cosa buena, cayó en la cama para no levantarse.

Hasta mi amigo seguro en el que yo confiaba, que mi pan compartía, se ha vuelta en contra mía.

Pero tú, Señor ten piedad de mí, ponme en pie, que quiero pagarles con lo mismo.

Que mis enemigos no canten victoria, y reconoceré que me valoras.

Citar este texto en formato APA: _______. (2013). WEBSCOLAR. Salmo 40 y 41. https://www.webscolar.com/salmo-40-y-41. Fecha de consulta: 21 de noviembre de 2024.

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